Un cambio radical
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Arte y gastronomía
El chef Vladimir Mukhin, que llegó a ocupar el puesto número13 del 50 Best Restaurants con su White Rabbit de Moscú ha creado en Dubai una cena artística en Krasota, el lugar de moda en Dubai, el destino más pujante para la Guía Michelin y donde se van a concentrar la estrellas en este próximo año. Junto a Boris Zarkov, en lo gastronómico, y Anton Nenashev en el plano del arte digital, Krasota, a la sombra del icono del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, envuelve los platos con sensaciones visuales e interactivas que evocan grandes obras pictóricas.
Ubicarse en la nueva capital apabullante de la tecnología no es contradictorio con la sostenibilidad en la materia prima que se extiende por los nueve pases principales en una mesa común. El sashimi de melocotón se envuelve en las luminosas escenas playeras de Alexander Deineka, un émulo soviético de nuestro Sorolla. Los limones virtuales ruedan entre los cubiertos del comensal en un plato que es un pequeña obra de arte, como el iluminado tartar de atún con grosellas y leche de ruibarbo. Entre caso son las épicas escenas plasmadas por Kuzma Petrov-Vodkibn. El romanticismo de otro autor ruso, Ylya Repin, crea un manto de estrellas sobre la vieira con salicornias y limón de caviar.
Otro plato de mar, con cangrejo rey y almendras adquiere un aspecto cósmico daliniano (el autor ruso es el decimonónico Michael Vrubel) y la fantasía colorista de Marc Chagall disfraza la sincera patata asada rellena de caviar, erizo de mar y trufa del desierto.
En lugar como Dubai, tan influenciado por la cercana cocina hindú, los iconos de Nicholas Roerich rodean el curry de alcachofa y arroz con coco. Un plato principal que da paso al postre más versátil, un lienzo en blanco, tarta de queso con mango y algas que se convierte en el lienzo tecnicolor de Kazimir Malevich, que invita al comensal a convertirse en autor de su propio plato.
La sorpresa final, los petit fours para los cinco sentidos, con rosas del desierto comestibles. Maridados con cócteles y vinos o bebidas no alcohólicas, en Dubai se sirve la cena más sorprendente, crecida en los fogones de Moscú y con clara inspiración de las refinadas técnicas de los chefs españoles.
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