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Isabel Pantoja sostiene a su hijo Francisco José en el concierto de diciembre de 1985 en el Teatro Real de Madrid

La reina doña Sofía presidía en el Teatro Real aquel regreso a los escenarios de Isabel Pantoja en diciembre de 1985. Catorce meses antes había fallecido Paquirri tras ser corneado por Avispado en Pozoblanco.

"Majestad, ante todo soy madre", se postraba la viudísima Isabel ante la Reina en un concierto benéfico al que aupó a su Paquirrín, rubiasco y meloso, que tarareaba las canciones de mamá. Tenía casi dos añitos. Su bautizo fue multitudinario y por entonces no había ningún filtro hacia los pequeños. En aquel concierto pre-navideño de 1985, puesta de largo del disco Marinero de luces, Paqurrín se instaló definitivamente ante los fotógrafos. Una vida de acoso.

Isabel Pantoja en el concierto del Teatro Real en 1985

A dama de los exclusivones a tocateja, archiduquesa de Cantora, le gustaba sacar a sus retoños para jalear sus actuaciones y ganarse portadas y apariciones televisivas. También sucedería así doce años después cuando endosaba el micro a Isabelita. Isa P. Con ambos está ahora distanciada y enfrentada. El primogénito marcó una línea a raíz de saber de las herencias paternas.

Pese a la tragedia que Isabel lastraba en la bata de cola como viuda de España de los años 80, las lenguas, malas y buenas, hacían bromas del inocentón Francisco José, ese hijo que dejó Paquirri en la cuna.

Pantoja con Paquirri y sus hijos mayores, Fran y Cayetano, en el hospital tras el nacimiento de Kiko. / ¡Hola!

Como cada cual es su circunstancia, Paquirrín , el sevillano Kiko, tuvo una infancia distinta y una juventud en la que estaba llamado a ser un pelotero de cuidado. Y tal vez a Isabel y a su "higo" (Martes y Trece) siempre le han sobrado los peloteros alrededor.

Visto que el fútbol no era lo suyo, ni los estudios, tampoco, a Paquirrín le crecían los granos y la cintura mientras se lo pasaba estupendamente alejándose de las faldas de mamá y de la yaya. Confiado en aquel mundo feliz, mi pequeño del alma, que le tarareaban en su sobreprotección, Francisco José comenzó a hacer su master de vida entre cámaras chivatas, chavalas interesadas, amigos golfos y reporteros armados con micrófono y zapatillas de persecución.

Dio el estirón, ya nos entienden, se hizo mayor, mientras crecían las burbujas de los programas televisivos del hígado y la especulación marbellí. Mientras sus novias se forraban a base de declaraciones y desnudos, Paquirrín fue aprendiendo lo que vale un peine y una primicia. Encontró la estabilidad en Irene Rosales, formó una familia mientras su madre se distanciaba, y no sólo porque ella estuviera en prisión. Su mayor dolor reciente fue por la pérdida de su abuela. Su sombra de mimos. Con sus hermanos, Fran y Cayetano, limó asperezas.

Desde que era un mocoso, cuando era el rubicundo Paquirrín, con el nombre de su fallecido padre en la

memoria colectiva, su madre lo sacaba en los escenarios y Francisco José canturreaba alguna estrofa.

Su futuro no iba a estar en el solfeo, pero sí en el autotune. Fue superviviente. Su madre, tambén. Y lo ganaron bien en Telecinco. Pero no fue el cantante de los sueños de Isabel Pantoja. Y tampoco el jugador del Real Madrid de Primera División, como soñó él mismo y los suyos. Francisco José, Kiko, vive de sus bolos y de permanecer en las tripas televisivas. Su vida, por momentos, fue un after perpetuo, entre colegas por el hombro y novietas que se despelotaban en por el papel y por las redes.

Kiko Rivera / MEDIASET

Paquirrín es desde hace ya tiempo Kiko, ronda los 40 años, llegó a protagonizar una película con Santiago Segura, y ha aminorado en su estela de personaje nocturno, peleando contra las calorías y los michelines. Ahora tendrá que andarse con una mijita más de cuidado tras un ictus que deseamos que haya sido sólo un toque de atención y alerta para que se vigile un poco más. Pese a más de un disgusto en su vida ha solido pintar ironía donde otros ejemplares de la fauna de Sálvame sólo han puesto ira. Kiko Rivera ya no es Paquirrín salvo que se le quiera herir. Ahora tiene bastante con cuidarse de este aviso.

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