La ex cofradía de elefantes daneses que une a don Juan Carlos con doña Letizia
Símbolo de castidad
La Orden del Elefante que preside el nuevo rey de Dinamarca se remonta al siglo XV como cofradía y su representación católica, que era la Virgen María con Jesús, se transformó en un elefante con el rey luterano Federico II
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El elefante es el distintivo de la casa real danesa: la máxima condecoración que se entrega en el palacio de Christianborg y es el emblema que lucen los reyes y príncipes de este histórico país en las grandes ocasiones. Una representación extraña para el reino nórdico en cuyo territorio habría que remontarse a las glaciaciones para localizar restos de paquidermos, a un par de miles de kilómetros de los elefantes cartagineses de Aníbal en la Antigüedad.
La Orden del Elefante fue inicialmente una cofradía religiosa militar, de origen similar a nuestras hermandades de penitencia y gloria, que reunía a medio centenar de destacados caballeros de Dinamarca. Una corporación fraternal nacida a mediados del siglo XV.
La labor de estos caballeros cofrades se mantuvo por varias generaciones con la iconografía de la Virgen María con su Hijo en su manos sobre una media luna, la representación mariana más popular que veneramos los católicos. Con el luteranismo, dos siglos después, la cofradía se transformó en orden militar y la Virgen fue sustituida por ese elefante domado por un jinete, un mahout. El voluminoso animal guiado es símbolo de equilibrio y también de castidad. Si el cordero sacrificado es el remate del toisón de oro de la casa real española, insignia de Borgoña incorporada por Felipe el Hermoso, en los cordones de la orden danesa los elefantes hacen de eslabones, con un letra "d" en su lomo, engarzados con torres de castillos. El monarca Federico II a finales del siglo XVII fue el refundador de la orden como reconocimiento a la lealtad de la élite, en 1580. Cristian V, en 1693, refundó la orden estableciendo la formación de 30 militares como miembros y el monarca como Gran Maestre de la reorientada cofradía como máximo reconocimiento real.
A lo largo de estas centurias con la Orden del Elefante fueron distinguidos miembros de la nobleza y destacados ciudadanos daneses y también su imposición ha sido un gesto de consideración al resto de casas soberanas europeas y asiáticas, a partir del siglo XIX.
Un elefante en Botswana marcó el declive del reinado de don Juan Carlos. Y fue otro elefante, en Copenhague, el que le impuso la reina Margarita, que abdicaba este domingo. Don Juan Carlos y doña Sofía recibieron la máxima insignia real de Dinamarca en 1980, en la única visita oficial que hicieron a este país.
Su hijo y nuera, Felipe VI y doña Letizia, recibieron la orden de la reina danesa el pasado noviembre. Precisamente cuando ya la monarca nórdica tenía decidida su abdicación, anunciada el 31 de diciembre. La infidelidad captada en Madrid por parte del actual Federico X precipitó los acontecimientos y Margarita II, afectada por una grave operación reciente, decidió dejar el trono en la fecha en que cumplía 52 años de reinado.
La Orden del Elefante que lucen los Reyes y los reyes eméritos de nuestro país es una distinción que no llega al millar de reconocimientos a lo largo de la Historia, de los que una decena son españoles. El elefante casto de la orden militar de la tierras de Jutlandia lo recibió Fernando VII, el duque de Cádiz Francisco de Asís, consorte de Isabel II (por entonces no eran aceptadas las mujeres en la orden), Alfonso XII, Alfonso XIII y dos sus hijos, el primogénito, Alfonso y el infante Jaime, que renunciaron a sus derechos de sucesión. Don Juan de Borbón no recibió la distinción danesa con la que se reconoció a don Juan Carlos y a su esposa con la democracia ya consolidada.
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