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Jean-Paul Belmondo, incansable a los 85 años

Pese a su fama de rompecorazones, el camaleónico actor sólo reconoce un romance con Ursula Andress

La estrella de cine, atractivo y rebelde en su madurez.
Sabine Glaubitz (Dpa)

09 de abril 2018 - 21:08

Jean-Paul Belmondo ofrece entrevistas, asiste a programas de televisión, escribe sus memorias y está preparando una nueva película porque, a sus 85 años, que acaba de cumplir, sigue lleno de energía.

A menudo es noticia también por su vida privada y su legendaria admiración por las mujeres hermosas. En el cine sedujo, abrazó y besó a algunas de las más bellas de la pantalla, como Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida, Brigitte Bardot o Jeanne Moreau. Pero en la vida real tuvo un romance con pocas de ellas, asegura en una reciente entrevista. Se decía que era el amante de todas las actrices, pero eso es falso, salvo por una excepción, destaca: Ursula Andress. La artista, hoy de 82 años, era una "tigresa suiza" hiperdinámica, aseguró en su charla con la revista femenina Madame Figaro. El actor la conoció durante el rodaje de Les tribulations d'un Chinois en Chine, de Philippe de Broca, del año 1965. La relación con quien fuera la primera 'chica Bond' duró siete años, añadió Belmondo, que se casó dos veces. Y fue una relación muy intensa.

En cambio, entre aquellas que no le hicieron caso pese a su legendaria sonrisa se encuentra Brigitte Bardot, símbolo sexual de los años 50 y 60. Quizás porque su acercamiento no fue precisamente galante ni original. La conoció en el rodaje de La verdad, de 1960, y se resistió a sus encantos pese a que "le toqueteó" los senos varias veces, según reveló sin inhibiciones a principios del año pasado en el programa televisivo -ahora desaparecido- Le Grand Journal. Lo intentó hasta cuatro veces, pero sin resultado, aseguró.

Su avance suena más poético en sus memorias, publicadas en 2016 (Mil vidas mejor que una), en las que asegura que Bardot se resistió a todas sus convincentes armas de seducción. En el libro, Bébel, como lo llaman cariñosamente los franceses, hace balance de su vida y su carrera.

Dentro de unos meses, Belmondo volverá a ponerse delante de una cámara, según reveló a principios de febrero el diario Le Parisien tras semanas de rumores. Será para la película Le coup de chapeau, de Fabien Onteniente, una comedia en la que Belmondo será el protagonista.

Hasta ahora se le vio en el cine por última vez en 2008, en Un homme et son chien (Un hombre entre cien), una cinta de Francis Huster en la que interpreta a un anciano solitario, siete años después de que sufriera una grave apoplejía en Córcega. Resucitó gracias a su gran espíritu luchador, señaló a la revista Madame Figaro. Necesitó dos años para poder volver a hablar, destacó. Por eso está convencido de que la voluntad consigue muchas cosas, no solamente en el cine.

Belmondo se hizo un hueco en la liga de los actores más populares con su desenfado, su masculinidad y su sonrisa pícara. Directores como François Truffaut, Louis Malle y Claude Sautet convocaron a este artista intrépido de jeans ajustados y chaqueta vaquera para algunas de sus grandes películas. Junto con Alain Delon, se convirtió en uno de los actores más camaleónicos en todos los géneros.

A sus 85 años tiene tras de sí una carrera sin aliento con casi cien películas y más de 40 papeles teatrales. Interpretaciones en películas como Dos mujeres, con Sophia Loren, Una mujer es una mujer, El guardaespaldas y Peur sur la ville lo convirtieron en una figura de culto del cine francés.

Belmondo conquistó al público en films de aventura como Cartouche (1962) o El hombre de Río (1964) al igual que en cintas de acción, en las que normalmente no era doblado en las escenas de riesgo. Porque siempre fue intréprido. En las entrevistas contó muchas veces que con 15 años se trepaba a los tejados y que bajaba hasta la calle desde el balcón del quinto piso de la casa de sus padres.

Rompecorazones, atrevido, rebelde: así empezó la carrera de Belmondo. En 1959, Jean-Luc Godard le dio con apenas 26 años el papel protagonista en Sin aliento (À bout de souffle), que se convirtió en una obra maestra de la nouvelle vague (nueva ola) y transformó al actor, que interpreta al delincuente de poca monta Michel, en una estrella de la pantalla.

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