Isabel Preysler se reconcilia con quien expulsó de su paraíso

Se va a cumplir un año de la ruptura de Isabel Preysler con el escritor Mario Vargas Llosa, quien acaba de publicar Le dedico mi silencio, que aunque es una novela de ámbito musical en el título tira con bala al pasado del Nobel hispano-peruano. El amor se rompió en la casa de Preysler y Vargas Llosa regresó a la familia y se reconcilió con su ex esposa, su mujer durante más de medio siglo y madre de sus vástagos, Patricia Llosa.

Mientras el novelista recompuso su corazón y ha dado muestras de felicidad en torno a sus hijos y nietos, volviendo a escribir en el hogar familiar de Lima, Preysler estuvo centrada en otra reconciliación, la de su hija con Íñigo Onieva y los preparativos llenos de sobresaltos a lo largo de los meses previos al feliz enlace en la finca El Rincón (sí, la que sirve de exteriores a la serie La Promesa).

Isabel Preysler lleva un año sin amor (aunque surgieron distintos rumores, señalando incluso a Alfonso Díez) y eso es una situación inédita en su vida desde que llegó a España a finales de los años 60. Su primer marido, Julio Iglesias, saltó a la palestra incluso para defender a su querida su ex esposa cuando arreciaron las críticas desde el entorno de Vargas Llosa.

La viuda de Miguel Boyer también se sintió obligada a expulsar de su vida hace un año de su hasta entonces buen amigo Boris Izaguirre, que compartió cuitas cocineras con Tamara en MasterChef. El escritor y presentador fue crítico con Tamara cuando acudió a un congreso de familias en México y entendió que había atacado al colectivo LGTBI. Una situación comprometida para Boris, que lo dejó por escrito en un artículo, ya que la intervención de la marquesa de Griñón no fue tan agresiva. Preysler no perdonó el ataque a su hija y se le prohibió a Boris mantener con tacto con ellas.

Pese al malentendido y las disculpas insistentes, que llegaron a ser públicas, el venezolano fue expulsado del paraíso de Puerta de Hierro. Isabel no quiso volver a saber nada de Boris y él andaba compungido ya que no se esperaba la contundente reacción.

Sin embargo, no hay mal que cien años dure ni enemistad con Boris Izaguirre que puede durar más de un año. Han hecho las paces y el escritor se siente feliz, tal como se mostraba al respecto la semana pasada en el acto de Carlota Casiraghi en Sevilla, donde estuvo presente. El escritor de Azul petróleo explicó que el reencuentro se había producido en la exposición Maestras antiguas y modernas en el Museo Thyssen madrileño, muestra que tiene el respaldo de Carolina Herrera.

En la cena de inauguración coincidieron todos: Boris y su marido, Tamara y el suyo e Isabel Preysler. ¿Qué podía ocurrir? El presentador de la tarde de los sábados de La Sexta detalló que primero se aproximó a Íñigo Onieva, el más neutral, con el que intercambió una palabras. A continuación pudo saludar a Tamara Falcó y finalmente a su madre, al que se le tuvo que ablandar el corazón cuando Boris la saludó con recogimiento y le dio dos besos.

Gestos por parte del siempre extrovertido Boris, que le incomodaba estar a las malas con Preysler y su familia. Se han limado asperezas, se han caído algunos ladrillos del muro y no hay nada que pueda solucionar unas flores y, quién sabe, si unas cuantas tazas de té. "Tenemos que conversar, aunque fue un saludo muy bonito, de verdad, no solo de educación", desgranó Boris ante unas Navidades que presiente más tranquilas que las del año pasado. "Lo que e estamos pasando es muy edificante, muy emocionante", reonooce Boris sobre esta pelea y su proceso de reconciliación.