Felipe de Edimburgo hubiera cumplido este jueves 100 años
El marido de Isabel II, muy presente
El eterno consorte de la reina de los británicos fue recordado con una rosa que lleva el nombre 'Duque de Edimburgo', plantada en los jardines de Windsor
Dos meses y un día le faltaron de vida al duque de Edimburgo para llegar a ser centenario. El esposo de Isabel II era reacio a celebrar ningún festejo por su 100 cumpleaños, como este jueves, fecha de su aniversario, ha desvelado en la BBC su hijo pequeño, el príncipe Eduardo. "No tenía ganas", ha asegurado el conde de Wessex. Lo cierto es que Felipe de Edimburgo nunca fue dado a grandes demostraciones públicas y, en la línea de los británicos, el protocolo, la disciplina y el espíritu castrense eran sus únicas debilidades. Eso y su querida Lilibet, la reina Isabel, a la que fue leal -que no fiel- hasta su último aliento.
Hubiera estado contento el duque, el eterno consorte tres cuartos de siglo (que se dice pronto), de cómo transcurrió su funeral. Su féretro, transportado en un Land Rover verde; el ruido sordo del State Bentley de la reina; la discreta presencia de Lady Penny Brabourne, amiga 'especial' del finado en una capilla con aforo limitado por el covid-19; el reencuentro de sus nietos Guillermo y Enrique... Felipe de Edimburgo, si no el amor, logró el respeto máximo del pueblo británico.
Muchos fueron los que, al sonar el himno nacional, se alzaron aunque estuvieran en sus casas o, con corbata negra, en pubs y bares siguiendo la ceremonia en la televisión. El paso solemne del gaitero mayor del cuarto batallón del Royal Regiment of Scotland y la desnuda sencillez del acto pusieron de manifiesto el sello del duque en la organización de su propio funeral. Incluso en las canciones que sonaron -como Jerusalem o Eternal Father, Strong to Save- que resuenan en el corazón de los británicos, especialmente de los anglicanos, inseparables de su memoria como son.
La soledad de Isabel II en tan señalada fecha es palpable. A tres metros de distancia por detrás de ella, llevaba 73 años con su esposo siguiéndola a casi todas partes. Eso sí, no derramará ni una lágrima en público; lo contrario sería ir en contra, no ya de sus principios, sino los del propio duque de Edimburgo, el mayor defensor de La Firma, más aún que el resto de los Windsor y, en ocasiones, con un fervor comparable a la de la propia monarca. El mejor legado que podría tener el príncipe Felipe sería el de que su hijo, Carlos, príncipe de Gales, llegara al trono. No en vano él y la reina se han desvivido siempre -a su manera- por su formación, su educación y su futuro.
Este jueves Isabel II ha recibido un rosal, que ha sido plantado en los jardines del castillo de Windsor, en homenaje a su esposo. La soberana británica, de 95 años, recibió este regalo por parte de la Sociedad Real de Horticultura (RHS) para conmemorar el que hubiera sido el 100 cumpleaños del príncipe Felipe. La monarca se ha referido a la flor de tonos rosas y pequeñas líneas blancas, denominada 'Duque de Edimburgo', como "adorable" y considera que el tributo es un gesto "muy amable".
La BBC ha mostrado este jueves la imagen de Isabel II, con una tímida sonrisa, al aceptar el regalo por parte del presidente de la RHS, Keith Weed, ataviada con gafas de sol y un veraniego vestido azul con diseño floreado y chaqueta blanca, y con un pañuelo de seda y perlas como adornos.
Hace solo un año, la monarca y el duque fueron fotografiados juntos en el cuadrilátero del castillo de Windsor con motivo entonces, del 99 cumpleaños del príncipe, que ha muerto a solo nueve semanas para llegar a los 100 años.
Por cada rosa 'Duque de Edimburgo' vendida se hará un donativo destinado a la Fundación del Legado Vivo, fundada en 1956 por el príncipe Felipe, y que ayuda a los jóvenes.
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