La expulsión de Enrique de Inglaterra de su casa en el Reino Unido es una clara represalia

La dirección del castillo de Windsor, en cuya amplia parcela se encuentra la casa de Frogmore Cottage, remitió en enero a los duques de Sussex que debían abandonar lo que había sido su residencia en el Reino Unido. Con motivo del jubileo en la pasada primavera de la fallecida monarca el príncipe Enrique y Meghan Markle había estado en la mansión rural que había sido un regalo de Isabel II.

Las obras que se hicieron en Frogmore fueron financiadas en principio por el fisco británico y el hijo menor de Carlos de Inglaterra reembolsó el coste de casi 3 millones de euros en este edificio del recinto de Windsor con diez habitaciones.

A raíz de la publicación del polémico libro de memorias (y sobre todo confesiones) En la sombra, y la docuserie en Netflix, la reputación de Enrique de Inglaterra en su país está cuestionada. Pero además se ha enfrentado de forma aguda tanto con su hermano Guillermo, príncipe de Gales, como con su padre, Carlos III. La decisión desde Windsor de ordenar el desalojo de la residencia que tenían los Sussex es una evidente represalia aunque no tenga los nombres propios detrás.

Desde la BBC se informa que la pareja fue avisada en enero del desalojo que había comenzado a ejecutarse con la retirada de efectos personales del príncipe Enrique y su pareja. La casa estaría destinado al supuesto proscrito de la familia, el príncipe Andrés, hermano del monarca y que fue apartado de sus compromisos institucionales por las acusaciones de abusos sexuales en el caso de Jeffrey Epstein e indemnizar a Virginia Giuffre. Lo del libro del príncipe Harry ha sido considerado algo peor que lo sucedido con su tío.

También desde la cadena pública británica se señala que no habrá comunicados desde la casa real y que la mudanza en Frogmore Cottage se tratará como un asunto familiar privado sin que trasciendan oficialmente más detalles. La decisión inmobiliaria es un gesto de ostracismo desde Buckingham a los duques de Sussex que habían roto ya amarras con la vida de palacio en enero de 2020.