Eduardo de Inglaterra, el gran desconocido
El hijo menor de Isabel II, el menos dado a aparecer en público, acaba de cumplir medio siglo El conde de Wessex lo ha celebrado en una recepción oficial y regalando a la prensa una foto de su vida familiar
El miembro más atípico y menos conocido de la familia real británica, el príncipe Eduardo de Inglaterra, más interesado en las artes que en las fuerzas armadas, cumplió ayer 50 años. Lo ha celebrado con una recepción en su residencia oficial de Bagshot Park, en Surrey, a la que asistieron entre otros sus padres, la reina Isabel II y el duque de Edimburgo. También con motivo de su medio siglo de vida ha distribuido a la prensa una foto oficial junto a su familia, su mujer Sophie, condesa de Wessex, y los dos hijos del matrimonio, Louise, de diez años, y James, de seis. La estampa no puede ser más idílica, la de una familia feliz y unida. Una imagen bastante desconocida hasta el momento, pues el hijo menor de Isabel de Inglaterra no es muy dado a posar con su prole para los medios de comunicación.
Nacido el 10 de marzo de 1964 en el palacio de Buckingham, Eduardo Antonio Ricardo Luis es el cuarto hijo de la soberana británica, que vino al mundo como tercero en la línea de sucesión al trono inglés pero que ha sido desplazado ya al octavo lugar.
Con menos responsabilidades que sus otros hermanos -sobre todo que el heredero, el príncipe Carlos, así como los príncipes Ana y Andrés-, Eduardo, no obstante, representa muchas veces a su padre, el duque de Edimburgo, y también a la corona en el extranjero, especialmente en eventos deportivos.
El príncipe tenía previsto acudir a la inauguración este último fin de semana de los Juegos Paralímpicos de Sochi (Rusia), pero su viaje fue cancelado por el Gobierno británico a raíz de la crisis en Ucrania por el despliegue de tropas rusas en Crimea. También llegó a representar a la soberana en el Peñón de Gibraltar en junio de 2012 durante las celebraciones oficiales por sus 60 años de reinado.
Eduardo acude a veces a bodas de príncipes europeos en nombre de la realeza británica, como la de la princesa Magdalena de Suecia, celebrada el año pasado en Estocolmo. El menos visto en público y el más ignorado por los tabloides, Eduardo es también el único miembro de la familia real con un título de bajo rango en la jerarquía de la nobleza británica: el de conde. A diferencia de sus hermanos, que son príncipes y duques, Eduardo es desde 1999 -cuando se casó con Sophie Rhys-Jones- conde de Wessex, título conocido a través de la película Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado, 1998), en la que Colin Firth interpretaba a Lord Wessex, un aristócrata necesitado de dinero.
Eduardo ha roto la tradición real al dedicar parte de su vida al mundo del espectáculo pues trabajó en la producción de varios musicales, entre ellos El fantasma de la ópera, y creó su propia compañía de televisión en 1993, Ardent Productions, liquidada en junio de 2009.
Aunque siguió los pasos de sus hermanos al estudiar en el exclusivo colegio privado de Gordonstroun, en el norte de Escocia, el príncipe Eduardo no brilló en sus estudios, al obtener notas bajas, que -pese a todo y para sorpresa de muchos- fueron suficientes para entrar en la Universidad de Cambridge.
Estudió Historia y obtuvo un máster en Artes antes de entrar, como marca la tradición real británica, en las fuerzas armadas, pero su paso fue breve y tormentoso, ya que apenas cumplió cuatro de los doce meses de entrenamiento con los Royal Marines debido al rigor exigido. Su salida anticipada molestó al duque de Edimburgo, que lo reprendió hasta hacerlo llorar, mientras el joven príncipe se ganaba fama de hombre débil y "niño de mamá", según la prensa inglesa.
Conoció a la relaciones públicas Sophie Rhys-Jones en 1994 trabajando en su compañía de televisión, pero no pasaron por el altar hasta cinco años después. La pareja, que vive en la mansión de Bagshot Park, en el condado de Surrey (afueras de Londres), tiene dos hijos: lady Louise, nacida en 2003, y el vizconde James, que vino al mundo en 2007.
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