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Dolly Parton: "Me visto más rápido que la mayoría de las chicas"

Entrevista

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La cantante Dolly Parton se ha abierto en canal con Kelleigh Bannen en el programa de radio de Apple Music. / Apple Music

En el primer episodio del programa de radio de Apple Music 1 ¿Qué haría Dolly? junto a la copresentadora Kelleigh Bannen, la intérprete revela que Chet Atkins (influyente productor y guitarrista de country) le dijo que bajara el tono de su look en sus comienzos y comparte anécdotas sobre su madre, su marido Carl, las primeras críticas por su peinado y maquillaje, y mucho más.

–¿Cuánto tiempo tarde en arreglarse? –Dicen que cuanto más natural tienes que parecer, más tiempo parece que cuesta. Así que lo mío es más fácil porque sé que va a parecer falso. Me pinto, me empolvo, me pongo colorete y pestañas. Me pongo una peluca y estoy lista. Me visto más rápido que la mayoría de las chicas. Yo puedo hacerlo muy bien en una hora.

–¿Qué consejo le dio Chef Atkins en sus comienzos? –Chet Atkins era uno de mis amigos más queridos y una de las personas más queridas en todo el negocio. Dirigía el sello RCA en aquel momento. Me dijo: ‘Dolly, realmente no creo que la gente te tome en serio como cantante y compositora a menos que bajes el tono de tu aspecto. Eres una chica muy guapa. No necesitas todo eso’. Yo dije: ‘Bueno, está bien, lo tomaré en serio, Sr. Atkins. Gracias por su consejo’, y por supuesto, me puse incluso peor. Años después, cuando me convertí en una estrella, vino a mi lado y me dijo: ‘¿No te alegras de haber escuchado mis buenos consejos?’.

–¿Cómo fue la primera vez que recibió críticas por su peinado y maquillaje? –Me peinaba yo y peinaba a mi familia, porque tenía un don para eso. Pero usaba demasiado maquillaje y muchas de las madres de la escuela pensaban que yo era una mala influencia para sus hijas, creían que era demasiado cutre, un poco demasiado esto o lo otro. Pero sus hijas eran las que causaban todos los problemas, corriendo detrás de los chicos y todo eso.

–¿Qué pensaba su madre de su aspecto? –Mi madre era la hija de mi abuelo y mi abuelo era predicador, pero mi madre era más flexible que mi abuelo, porque ella entendía que yo intentaba ser yo misma. Yo le decía: ‘Oye mamá, cuando cosas esta cosita, pon un poco de relleno para que me suba un poco las tetas’. Mamá decía: ‘Bueno, mejor no le digas a tu papá que hice eso’. Mamá confiaba en mí. Sabía que yo era cantante, creativa y diferente. Así que trató de mantenerme bajo control tanto como pudo.

–¿Cómo fue su relación con los estilistas? –Cuando empecé, tenía gente del pueblo o familiares, amigos que sabían coser, que me hacían la ropa. Cuando empecé a crecer, otras personas se involucraron en mi carrera, como Fred Foster, que decidió contratar a alguien para que me ayudara a peinarme y a conseguir ropa. Pero yo lo odiaba. No me gustaba estar a la moda. No me gustaba llevar lo que llevaría otra persona, que se suponía que tenía buen gusto.

–¿Qué opinión le merece su director creativo Steve Summers?

–Su título es director creativo, aunque, en realidad, puede dirigir a cualquiera en lo que se necesite hacer, como si es en un plató... Pero luego llegó a comprar ropa de los estantes y luego Dollyizarla. Todavía lo hacemos hoy en día. Conoce todos mis puntos fuertes y mis puntos débiles, sabe qué no ponerme o sabe qué no me pondré. Soy pequeña, soy bajita, y además tengo todas otras cosas. Así que tienes que pensar mucho en cómo vestirme y hacer que no resulte abrumador.

–¿Cómo llama su marido, Carl, a su ropa? –Soy pequeñita. Sólo mido un metro setenta. Pero cuando estoy con mi ropa de escenario, soy más grande que la vida, por así decirlo, mi personalidad y todo. Recuerdo que Carl dijo una vez: ‘A veces voy al armario cuando no estás y pienso que parece ropa de muñeca. Parece ropa de niña’. Le dije: ‘Bueno, lo parece hasta que me lo pongo’.

–¿Suele recoger su armario? –Me gusta que mi armario esté ordenado. Ahora bien, soy una de esas personas que, si tengo algo que hacer, como la mayoría de las chicas, me voy a probar 20 cosas. Si me visto sola, puede que lo deje amontonado en el suelo esa noche y por la mañana, cuando me levanto, voy a colgarlo de nuevo. No soy una fanática de nada. Lo mismo me pasa si viene gente a comer y lo pasamos bien, lavaré los platos a la mañana siguiente. Simplemente vivo el momento y disfruto de las cosas como las disfruto.

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