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Infiel y confeso
No, Tamara, no te cases. Es lo que seguro que le habrá indicado con toda la sutileza y parsimonia Isabel Preysler a su debilidad, a su hija Tamara Falcó, refugiada en su casa desde que el sábado, tras la boda a la que asistió ella junto a su ex novio horas después de conocerse el vídeo en el que se ve al empresario besándose con otra mujer. Aquello fue en Nevada, hace algo más de dos semanas y la prueba de que es reciente es la música que suena de fordo, Banho de Folhas, de Luedji Luna & Maz que es una canción de este año (no es un vídeo de 2019, como justificaba él antes de su confesión).
Tamara parecía negarse a las evidencias pero ha tenido que rendirse a lo evidente. Ha borrado la foto del compromiso y no puede admitir una infidelidad tan clamorosa ni aunque la admita con pesar el infractor. Su madre Isabel estuvo año aguantando la actividad horizontal de su primer marido, Julio Iglesias. Por entonces no había móviles que grabaran su incansable afán de aventuras e incluso un esposo incontinente era visto como algo seductor, incluso simpático.
Isabel puso tierra de por medio, le largaron durante años bulos sobre su vida privada y sólo tuvo dos maridos más, ambos interesantes, ninguno infiel, aunque se le adjudicó una inquietud sexual impropio de lo que ha sido siempre una gran señora de las portadas.
La hija de Carlos Falcó e Isabel Preysler, marquesa de Griñón, que tiene 40 años y una madurez en la que se ha reclamado como sucesora de su madre en estilo y visión de los negocios, no puede permitirse deslices atronadores. E Íñigo Onieva no es que haya echado una canita al aire por Nevada, arrastrando los labios por caras ajenas, es un infiel reincidente que con los años sólo va a poner en mayores aprietos a Tamara, imagen de marcas, cocinera consumada y promotora de sus productos.
La victoria en MasterChef Celebrity la revalorizó mucho como ejemplo de esfuerzo y perseverancia, cualidades a las que no se le había relacionado hasta entonces. En esos tres años ha subido como la espuma y en la casa de Isabel Preysler se sabe que los escándalos y la falta de decoro restan mucho en la imagen y en la cuenta corriente. La hermana mayor de Tamara, Chabeli, protomártir de Tómbola es un exponente.
La revista ¡Hola! se queda sin exclusiva de bodorrio y toda su riada, pero ahora tiene una ruptura precipitada.
El empresario de la discoteca de moda en Madrid, Lula The Club, tan feliz y ufano hace un par de días, se ha convertido en una rémora para la marquesa de Griñón. Esto es el siglo XXI y las marquesas, como la de Griñón, no están obligadas a soportar nada que nadie soportaría tan públicamente.
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