A Charlene se le agotan las excusas

Dicen que fue otro dolor de espalda el motivo de su ausencia en el Baile de la Rosa, pero tras tantas espantadas ya hay quien lo duda.

A Charlene se le agotan las excusas
A Charlene se le agotan las excusas
Gema Amil

22 de marzo 2016 - 09:23

Otro acontecimiento importante para los Grimaldi en el que Charlene no está. Y ya van muchos. Quizá demasiados para los monegascos, hartos de que su princesa consorte, por mucho que su papel institucional se reduzca a mero acompañamiento, no aparezca alegando mil y un motivos que ya empiezan a sonar a excusa. Precisamente en el lujoso principado, en el que la imagen está casi por encima de todo.

El año pasado la sudafricana no acudió al Baile de la Rosa ya que debía quedarse en casa cuidando de su hija Gabrielle, que se encontraba enferma. Pero, ¿y este año? ¿Por qué en esta ocasión tampoco ha acompañado a su esposo en la cita social más importante del año en Montecarlo? Palacio no ha dado ningún dato al respecto pero su círculo más cercano ya se ha encargado de difundir que ha sido un dolor de espalda el motivo por el que la princesa prefirió quedarse refugiada en el calor de su hogar. Otro dolor de espalda. Probablemente el mismo que la tuvo convaleciente en cama durante la boda civil de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo, el pasado verano, celebrado en los jardines del Palacio Grimaldi; aunque esa misma noche acudiera flamante junto a su esposo al Baile de la Cruz Roja. Tampoco hay imágenes suyas de la segunda unión, la religiosa, del hijo pequeño de Carolina de Mónaco, unas semanas después en Italia. Igual ahí también tuvo un motivo de peso para ausentarse, como meses antes en la boda suiza del hermano mayor de Pierre, Andrea Casiraghi, y su esposa, Tatiana Santo Domingo. Muchas ausencias y casi todas relacionadas con la familia Casiraghi. No es de extrañar que se especule con una frágil relación con su cuñada Carolina, precisamente la gran protagonista del Baile de la Rosa, cita creada por la inolvidable princesa Gracia y del que se puede decir es una especie embajadora junto a su mediática y glamourosa prole. Charlene ya ha faltado dos años seguidos.

Aunque la maternidad pareció marcar un antes y un después en el estado de ánimo de la ex nadadora, la que años antes fue considerada por la prensa ‘novia a la fuga’ y cuya unión matrimonial con el príncipe soberano de Mónaco siempre ha estado marcada por la palabra crisis, estas espantadas vuelven a poner en entredicho su comodidad dentro de la familia real monegasca. Charlene ha demostrado ser una persona con códigos propios y que, es más que evidente, no termina de encajar en la encorsetada vida palaciega y todo el protocolo que conlleva. Tampoco le convence. Así, sus apariciones oficiales en los últimos años son escasas, tanto que parece que la princesa Carolina va ocupando el papel de primera dama que le tocó desempeñar desde la desaparición de su madre hasta la boda de la sudafricana con su hermano en julio del 2011.

Tampoco estuvo Charlene junto a su marido en momentos importantes como por ejemplo el acto de entronización del rey Guillermo Alejandro de Holanda o en el Sambódromo de Río de Janeiro. Esto y su ya característico semblante triste han puesto en entredicho la fortaleza de su matrimonio, que el próximo verano cumplirá un lustro, justo cuando finaliza el contrato prenupcial que tuvo que firmar antes de su boda que la obligaba a estar casada con el hijo de Rainiero al menos cinco años y a darle un heredero. Su última crisis acaba de cumplir un año, cuando se publicó que ambos vivían en casas separadas. Si bien ellos se encargaron de desmentir dichos comentarios con algún arrumaco en público los fantasmas nunca han desaparecido del todo.

Paris Match ha sido el último medio en dar alguna pista de la princesa, que ha estado de vacaciones con su familia en la exclusiva estación de esquí de Gstaad. Una viaje de dos semanas junto a sus mellizos, Jacques y Gabrielle, en el que durante el fin de semana les acompañó Alberto II. Igual su estancia en Suiza no ha acabado y de ahí su nueva falta en Montecarlo.

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