Un cambio radical
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Conmemoración
La primera imagen que se viene a la cabeza para los que recuerdan la boda del entonces príncipe Felipe y su esposa, la que hasta hace poco había sido la presentadora del Telediario 2, la periodista Letizia Ortiz, fue la tremenda lluvia que caía cuando el Rolls de la novia paraba ante la puerta de la catedral de la Almudena.
Cuánto ha llovido desde entonces (pese al cambio climático), pero lo que era un signo de mal agüero como quiso pensar más de uno, terminó siendo el inicio de una nueva era para la monarquía, el inicio de la familia formada por Felipe VI y la actual Reina que traen esperanza y futuro para España.
La boda de los actuales Reyes al cumplirse 20 años de su celebración parece traer retazos de lo que fue otro tiempo en la vida social española. Doña Elena y doña Cristina acudieron con sus respectivos maridos, Jaime de Marichalar, de quien se anunciaría su divorcio poco después, e Iñaki Urdangarin, que en esos momentos comenzaba a precipitarse lo que terminaría siendo llamado el Caso Nóos por cobros e influencias. Fue tal vez el último gran momento familiar en el que don Juan Carlos y doña Sofía aparecían juntos y sin nubarrones en el horizonte. En pocos años nada iba ser como captaron las imágenes de aquella jornada lluviosa en Madrid, con el cielo gris y una nueva novia que le daba vergüenza dar un beso en el balcón.
El obispo madrileño, Rouco Valera, fue el que ofició la ceremonia (y rozando las habilidades de San Martín de Porres, estuvo presente a lo largo del recorrido de los novios, como en la entrega del ramo a la Virgen de Atocha) en una catedral donde estaban los reyes de Suecia, Dinamarca, Noruega, Bélgica y Países Bajos y príncipes herederos como el actual rey británico Carlos de Inglaterra o el nipón Naruhito.
El novio llegó del brazo de su madre, doña Sofía, a la catedral, mientras que la novia fue llevada al altar por su padre, el también periodista Jesús Ortiz, la entrada de la clase media en la realeza. "Queridísima Letizia te recibimos con los brazos abiertos y con el mayor cariño en el seno de nuestra familia. Gracias a la alegría a raudales que Felipe y tú nos habéis aportado al sellar hoy de forma solemne vuestra unión", fue el arranque del discurso en el banquete a cargo del actual rey emérito. La abuela paterna de la contrayente, la locutora Menchu Álvarez del Valle, maravilló con su lectura de la Carta a los Corintios.
Don Juan Carlos entró en el templo del brazo de su hermana ya fallecida, la infanta Pilar. Paloma Rocasolano, madre de la futura reina, iba con su hija Telma y su otra hija, Érika, que se suicidaría pocos años después, iba del brazo de su marido, Antonio Vigo.
La novia lucía un vestido de corte clásico de Pertegaz. La princesa ya iría encontrando su estilo después. De las más elegantes de aquel sábado, su cuñada doña Elena, de Christian Lacroix. Su hermana lucía un modelo de Jesús del Pozo. La consorte jordana, Rania, fue la más admirada con su conjunto étnico de Givenchy, una blusa demasiado primaveral para un día inclemente. Y Carolina de Mónaco, con Ernesto de Hannover ausente por su trasnoche en la discoteca Gabana, divina de Chanel celeste.
El hijo de la duquesa de Lugo, Froilán, pasó a la memoria con la furtiva patada que le propinó a la damita nieta del infante don Carlos, Victoria López-Quesada Borbón-Dos Sicilias. A su lado de paje, el mayor de los duques de Palma, Juan Valentin.
Entre los invitados, el flamante presidente del Gobierno, José Luis Rodriíguez Zapatero y su gobierno, los presidentes autonómicos o incluso ex presidentes como Jordi Pujol. Miguel Bosé, sorprendiendo con su traje gris, iba con Ainhoa Arteta, también estaban Enrique Ponce y Paloma Cueva, Arantxa Sánchez-Vicario o Emilio Aragón. Y la duquesa de Alba del brazo de su hijo mayor, el actual duque, Fernando Fitz-James Stuart.
Una mañana otoñal de mayo en Madrid. Los actuales Reyes se casaban hace veinte años y nos parece, más que nunca, que ha pasado poco tiempo aunque desde entonces han pasado demasiadas cosas.
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