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Beatriz Montañez y su renuncia absoluta a volver a la ciudad

Perfil espartano

La ex presentadora asegura que no regresará al ritmo de trabajo de la televisión y que se centrará en su forma de vida ermitaña en el campo

Beatriz Motañez en la presentación de su nuevo libro / EFE
S.R.

07 de junio 2021 - 19:22

La soledad y la austeridad espartana han sido una elección para la Beatriz Montañez, que tras tantos años en televisión, de La Sexta a Telecinco, entre El intermedio con Wyoming y otros proyectos, vive apartada en el campo. “Conectada con la naturaleza y alejada” de todo lo que sea ruido mediático. De esa experiencia por la que ha estado totalmente apartada de lo que fue su medio de vida ha escrito un ensayo, Niadela, que presenta como un “diario paralelo” a sus vivencias indómitas. Montañez tiene claro que no regresará por mucho tiempo a la ciudad y a la televisión. “Prefiero la vida austera”, ha insistido.

Beatriz vive en solitario en una casa de pastores y le ha fascinado esta tranquilidad que no imaginaba encontrar para a su vez reencontrarse consigo misma. Lo que más valora es el silencio, la calma, para degustar el tiempo que pasa, por lo que ha confesado que no hay dinero que puede comprar la paz”.

“Por mucho dinero que ganara, por mucho futuro que me esperara, prefiero la vida austera que llevo. Cien mil veces lo volvería a hacer antes que vida que llevaba”, ha expuesto la manchega en Valladolid.

Su elección por el campo fue porque no controlaba su vida, sin rumbo ante lo que se convertía frente a lo que quería ser. Esa opción de vida le ha obligado a perder ingresos y a controlar al milímetros los gastos, pero a cambio se siente muy feliz. “Los pequeños lujos hacen mucho más feliz que todo lo que podía comprar con un dineral” explica.

Y ese reencuentro con ella misma le permite renunciar a muchas cosas superfluas y que la meditación se convierte en su forma de encarar las cosas, tal como desarrolla en Niadela. Recuerda a sus lectores que su libro no es ficción y que está destinado a los amantes de la naturaleza y que sus reflexiones se lean despacio, reflejo a su vez del efecto pausado de la vida. A lo largo de dos años ha vertido todos esos pensamientos de su vida de ermitaña y que se convierte en un viaje sin retorno a los focos.

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