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Tras la lluvia en Sevilla, toca vaivén térmico

El SeFF se hace un 'zoom in'

Opinión

El alcalde José Luis Sanz, el diseñador Pedro Cabañas y el director del SeFF Manuel Cristóbal junto al cartel de la edición 2024. / José Ángel García

17 de octubre 2024 - 08:24

No teníamos muchas ganas de hablar del SEFF pero el SEFF nos las ha provocado él solito. No hace falta ser semiólogo para interpretar la foto con la que el martes se presentaba oficialmente la nueva edición, una foto donde todo volvía a ser igual que en la presentación de la edición de 2023, a saber, director a la derecha, ahora con pañuelo rojo en la solapa, diseñador a la izquierda, misma pose, cartel entre ambos, un cartel prácticamente idéntico al del año pasado, y el señor alcalde al extremo donde antes estuvo la defenestrada Minerva Salas.

Por si el parecido del cartel no fuera suficiente, han tenido que explicárnoslo con uno de esos textos conceptuales (excusatio non petita…) que sólo sirven para llamar aún más la atención sobre la estafa, un texto pretencioso y risible que, en resumidas cuentas, dice que el cartel de 2024 es un “zoom in” del motivo pixelado, geométrico y multicolor que ya se presentó el año pasado como trasunto de “diversidad, pantallas y sedes” (sic). En román paladino, lo mismo pero de cerca.  

Minerva Salas, Pedro Cabañas y Manuel Cristóbal en la presentación del cartel de 2023.

Siguiendo con nuestra interpretación semiótica de andar por casa, observamos también cómo del SEFF hemos pasado al ‘SeFF’, es decir, la E de Europa se ha hecho minúscula, en lo que, al margen de la explicación del diseñador, parece toda una declaración de intenciones sobre el viraje que parece tomar el festival renunciando a sus señas de identidad, que no eran otras que convertir a Sevilla en el punto de encuentro y la cita ineludible del mejor cine europeo de cada temporada, por un batiburrillo de títulos de segunda fila, una errática y dudosa línea editorial y mucho cine nacional en una clara regresión provinciana que apunta la futura desaparición de la marca consolidada año a año desde 2004 con Manolo Grosso al frente hasta la salida por la puerta de atrás de José Luis Cienfuegos a principios de 2023.

No sería de extrañar que, a este paso, en 2025 el SeFF se llame ya SaFF, o sea, “Sevilla andalusian Film Festival”, no en vano, se insiste y mucho en la enorme cantidad de títulos de producción andaluza que se presentan cada año, suponemos que todos los que hay a mano, sí, también Solas de Benito Zambrano. Por no hablar de esa nueva sección llamada ‘Puerta América’ (“lanzamiento del cine europeo en los Oscar”), que deja muy a las claras el modelo de festival al que aspira Manuel Cristóbal: uno que promocione y sancione el cine que ya sancionan las academias, los premios y la propia industria en detrimento de ese otro realmente diverso que tiene más dificultades para circular fuera de sus países o del continente, como era lo preceptivo y atractivo de las ediciones anteriores.

En resumen, entre el cartel autocopiado en “zoom in” (no sabemos si pagado de nuevo con “lente macro”), la disparatada dispersión de salaspor toda la ciudad para contentar a los exhibidores locales en detrimento de la comodidad del público y la devaluada programación anunciada que no puede disimular ya, una vez que vuelve a haber concurso y premios económicos, que se ha perdido la carrera con los competidores directos (Valladolid, Gijón), se constata la decepcionante deriva de un festival que fue importante y crecía exponencialmente y ahora corre el riesgo de convertirse, si no lo ha hecho ya, en uno más del montón donde volcar películas y pasear a viejas glorias (Irons, Puttnam…) cuyo momento ya pasó.    

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