El tiempo del silencio

Julie keeps quiet | Crítica

Tessa van der Broeck en una imagen del filme.
Tessa van der Broeck en una imagen del filme.

La ficha

*** 'Julie keeps quiet'. Sección Oficial. Drama, Bél-Sue, 2024, 96 min. Dirección: Leonardo van Dijl. Intérpretes: Tessa van den Broeck.

En estos tiempos de furioso #metoo, persecución, juicios sumarísimos y linchamiento público del presunto culpable sin paso previo por comisarías y tribunales, se agradece que una primera película como Julie keeps quiet ponga el foco en el tema de los abusos y las relaciones tóxicas (de poder) en el mundo del deporte con un grado de distanciamiento y una carga de complejidad muy alejados del maniqueísmo, las respuestas fáciles, las sentencias fulminantes y enmiendas a la totalidad sin apartarse nunca de la perspectiva femenina.

Avalado por los Dardenne, Van Dijl encuentra un elocuente recurso formal para retratar el proceso psicológico por el que pasa una joven y prometedora jugadora de tenis después que el entrenador con quien ha estado trabajando durante años sea apartado de su club tras las sospechas de su responsabilidad en el suicido de otra chica. Este consiste en aislar a nuestra omnipresente Julie, la también debutante y tenista Tessa Van den Broeck, desenfocando todo aquello que está a su alrededor para crear un interesante efecto visual que materializa su experiencia subjetiva y solitaria, su silencio, sus dudas o su vergüenza, justo cuando está a punto de dar un salto en su carrera profesional, al margen de la presión del entorno más cercano de compañeros, padres, profesores y entrenadores.

En las antípodas del efectismo y la testosterona competitiva de otra cinta tenística reciente como Challengers, de Luca Guadagnino, Julia keeps quiet funciona así como el relato demorado de un proceso interno en el que su protagonista se debate entre la fidelidad al vínculo tutelar, la negación y el reconocimiento de unos hechos que permanecen siempre en off, en conversaciones de fondo o insinuaciones no probadas. La película pone además su acento en las dinámicas del deporte de elite o en la salud mental de los jóvenes tenistas, y lo hace siempre con rigor e inteligencia, desde el plano fijo y los encuadres que permiten observar ese universo sin embellecimiento ni épica, fiel a la realidad y las exigencias que se desprenden de la práctica, las rutinas y los tiempos muertos.

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