Penas por alegrías
La guitarra flamenca de Yerai Cortés | Festival de cine de Sevilla
La ficha
*** 'La guitarra flamenca de Yerai Cortés'. Documental, España, 2024, 91 min. Dirección: Antón Álvarez. Con: Yerai Cortés, Antón Álvarez, Remedios Amaya.
C. Tangana, Pucho para los amigos, Antón Álvarez en el carnet de identidad y en los créditos de su primer filme como director, dedicado al guitarrista flamenco Yerai Cortés que le ha acompañado en la gira mundial de El Madrileño (recogida en el documental Esta ambición desmedida) desde que cayera rendido a su arte tras escucharlo tocar en una fiesta en casa del productor Javier Limón. Lo cuenta el propio Pucho en la secuencia de apertura de un filme que asume esas formas y texturas contemporáneas, hibridas e inextricables entre el documental musical, la ficción festivalera y el producto (auto)promocional. Pronto habrá disco en solitario del guitarrista y hay que ir calentando el ambiente y creando los contenidos audiovisuales que lo acompañen.
Dicho esto, La guitarra flamenca de Yerai Cortés juega bien sus cartas mestizas y consigue articular un relato íntimo y aparentemente sincero del artista en su laberinto creativo y personal a partir de un misterio familiar que lo atraviesa y sostiene de principio a fin, agujereado por el retrato del padre y la madre separados y la búsqueda de una tumba ante la que tal vez se cierren las heridas. A Cortés lo acompañan el propio Tangana-narrador, su novia Tania, los amigos del barrio y la infancia alicantina, actores improvisados de los sketches de una comedia costumbrista que muta en melodrama entre payos y gitanos, entre tradición y modernidad, entre la España de Benidorm y esa otra que ha integrado la periferia, la candela y el lumpen en la billetera de la música urbana. Juega bien Álvarez hasta el punto de integrarse en la propia escenificación de la sospecha del aprovechamiento de la vida de Cortés como historia de expiación y redención personal y como producto al que siempre se le puede sacar dinero.
Más cuestionables son ya los números netamente musicales que también articulan y proyectan el relato a todo volumen, mucho más logrados los filmados a pie de calle y descampado o ese otro con Remedios Amaya al cante, que los que teatralizan el dolor casi hasta lo autoparódico para poner a la madre, epicentro trágico del gran duelo familiar, en un contexto de impostada vanguardia.
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