Carlos Saura, el nonagenario que sigue creyendo en el futuro
Festival de Sevilla
Una mesa redonda sobre el cineasta aragonés abre en el Lope de Vega el ciclo 'Voces esenciales'
Carlos Saura (Huesca, 1932) ha cumplido ya los 90 años, pero no ha borrado la palabra futuro de su vocabulario. A su hijo, el productor Antonio Saura, que ha respaldado alguno de sus trabajos, le parece revelador que cuando está promocionando una película, el padre "se pone a hablar de la siguiente, no puede evitarlo, cuando lo que tiene que hacer es vender la obra que está estrenando en los cines, o en el teatro, lo que tenga exactamente en ese momento entre manos". Esta energía inagotable que caracteriza al autor de El jardín de las delicias o Sevillanas hace que lleve con fastidio la convalecencia a la que le ha obligado una caída. "Está peleado consigo mismo porque no le funciona el cuerpo como la cabeza", revela su hijo, "pero creo que tenéis Carlos Saura para rato. Espero que gane en longevidad a Manoel de Oliveira [que falleció con 106 años y que estuvo en activo hasta el final de su vida]".
Saura, que será galardonado en unos meses con el Goya de Honor, fue el protagonista este sábado de la primera jornada de Voces esenciales, el ciclo de diálogos sobre el cine europeo que acoge este año el Festival de Sevilla. La iniciativa se abrió en el Teatro Lope de Vega con una mesa redonda en la que participaron Antonio Saura, que compartió con los asistentes un retrato íntimo del padre; y la productora María del Puy Alvarado y el artista Suso33, implicados en la última aventura del cineasta, el documental Las paredes hablan, que puede verse estos días en el certamen hispalense.
Alvarado contó que la película nació de la "curiosidad" del aragonés por las pinturas rupestres. "De hecho, el proyecto se llamaba inicialmente Los orígenes del arte, pero un día Carlos, admirando la belleza de Altamira, dijo: ‘Esto tiene mucho que ver con el arte urbano, con lo que se está haciendo ahora’. Y decidió salir de la cueva y filmar también la calle, a los creadores de hoy, no limitarse al pasado", recordó la productora en una mesa redonda que moderaron las periodistas Charo Ramos y María Guerra. "Es lo que ocurre cuando colaboras con Saura, que se cuestiona y te contagia tu entusiasmo. Cuando decidió ir por otros derroteros, yo lo apoyé. Esos cambios se dan mucho en un documental. Si se prende una chispa, hay que seguirla".
En la "investigación" que el equipo del filme llevó a cabo para conectar el material con el presente apareció el nombre de Suso33. "Yo llevaba tiempo trabajando en las texturas de las paredes, interrogándome sobre el paso del tiempo. Era como si estuviese predestinado a esta propuesta", valoró el creador, que evocó entre risas cómo "el primer día de filmación íbamos a grabar unas escenas, algo cortito para no cansar a Saura, pero todo fluyó. Me sentí muy a gusto con él. Él se pregunta por la pulsión vital que lleva a alguien a pintar en las paredes, algo que hacen los niños y que hacemos nosotros, que somos ya señores. En mi trabajo me motivan mucho los encuentros, y en este crecí muchísimo, me lo pasé pipa y también me hizo pensar".
La película cuenta también con la participación de Miquel Barceló. "Necesitábamos un puente entre el pasado y la actualidad, a Carlos le preocupaba que diéramos un salto muy grande de la prehistoria al presente, buscaba algún tipo de nexo y Miquel, que es un icono y ha estudiado mucho la Historia del arte, nos servía. Quedamos con Barceló en su estudio de cerámica y aquella jornada fue mágica. Eran fans el uno del otro, y Barceló había revisado la obra de Saura antes de verlo. Me consta que todavía siguen en contacto", explicó Alvarado, que relató también cómo Saura, que concede mucha importancia a la música en sus creaciones, quiso introducir una bachata tras toparse con ella mientras grababan en una plaza. "Él necesitaba esa luminosidad para esta cinta. Me decía: ‘Confía en mí. En Deprisa, deprisa aposté por Los Chunguitos, por los casetes de gasolinera en los que nadie creía. Y la historia me funcionó". Su hijo Antonio Saura dio fe divertido de "la insistencia de mi padre en la música. Lo de poner una y otra vez a Jeanette [cuyo Por qué te vas salía en Cría cuervos] fue realmente duro para nosotros en casa".
En Las paredes hablan, Saura aparece en pantalla y ejerce como "guía" de este singular recorrido, pero Alvarado apuntó que muy a menudo el director se mostraba tímido y temía "estar saliendo demasiado en pantalla". No es la primera vez que presta su rostro a una película, precisó Antonio Saura: "Félix Viscarret dirigió el documental Saura(s), pero antes mi padre rodó una escena junto a Azcona en El cochecito.Ferreri tuvo que repetir la misma toma 20 veces, y le auguró que nunca sería actor".
Antonio Saura incidió en esa humildad con que se ha retratado a su padre. "Siempre dice que no le mueve la voluntad de trascendencia, pero ha tenido siete hijos, ha hecho decenas de películas, ha escrito libros...", matizó con sorna. Para el hijo, Saura es principalmente "un hombre que mira. Su trabajo se ha intelectualizado, más por los demás que por él", opinó sobre este nonagenario al que "obsesionan" la Historia de España, y figuras como Goya o San Juan de la Cruz, a los que dedicó películas [Goya en Burdeos y La noche oscura] y que hoy "está asustado con la política. Nota un ambiente", concluye con preocupación su hijo, "cercano al que había justo antes de la Guerra Civil".
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