Vivir con las heridas sin alimentar el odio
Festival de Cine de Sevilla
La comarca granadina de Huéscar es un "personaje más" en 'Intemperie', adaptación de la novela de Jesús Carrasco. Benito Zambrano dirige esta historia sobre la resistencia a la maldad
Sevilla/Del "experimento" de "meter a un gallego en el desierto" en pleno verano -así define Luis Tosar el rodaje de Intemperie- ha salido la última película del sevillano Benito Zambrano, rodada íntegramente en Andalucía. Concretamente en la comarca granadina de Huéscar que tanto el director como los actores consideran "un personaje más" de la historia, basada en la novela de Jesús Carrasco. Una historia, según el autor, "de resistencia a la maldad", con Tosar interpretando a un viejo pastor de cabras que, sin haber ido a la universidad ni haber salido de su entorno, ofrece al niño Jaime López una lección de saber vivir con las heridas sin malgastar el tiempo en alimentar el odio. Una enseñanza "muy actual" para Zambrano en unos momentos en los que "volvemos a alimentar el conflicto y el enfrentamiento".
Intemperie llegará a las pantallas el 22 de noviembre pero el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) ofreció la posibilidad de adelantarse con una proyección con el equipo este sábado en el Lope de Vega. Antes, autor, director y actores comentaron la experiencia de rodar en julio y agosto en la zona de Orce y es fácil imaginar que Tosar debió pasarlo realmente mal si el tímido sol sevillano de un mediodía otoñal a orillas del Guadalquivir le obligó a usar el programa del festival como visera.
El autor de la novela y el director de la película mostraron sintonía con un producto que Jesús Carrasco considera "nuestro", aún reconociendo que es ya "el trabajo de otro creador en un lenguaje que yo no conozco". El escritor admitió su envidia por el trabajo en equipo del cine frente a la soledad de la literatura. Y precisamente Zambrano destacó la importancia que en esta película ha tenido para él el apoyo del equipo al ser una historia que "no la tenía bien agarrada" por no haberla escrito desde el principio.
Como en la novela de Jesús Carrasco, el paisaje seco y árido por el que transitan los protagonistas forma parte de la historia. Y Tosar reconoce que "mordías el polvo de manera real" y eso "te daba una información que difícilmente puedes conseguir en un estudio". No obstante, el actor se acordó también de Ángel, el cabrero real que les asesoró, les prestó su ganado y hasta les enseñó a ordeñar cabras.
Orce, La Puebla de Don Fadrique o Galera son algunas de las localizaciones de la película, rodada "100% en Andalucía", algo de lo que Zambrano se mostró especialmente orgulloso para reivindicar la industria del cine como fuente de economía y empleo. El director lebrijano habló de cifras, algo poco habitual en el sector: tres millones de presupuesto de los que un millón y medio se han quedado en Andalucía en forma de IVA, IRPF y cotizaciones a la seguridad. "Mucho más de lo que la Junta de Andalucía ha dado como subvención", recalcó, para contrarrestar las suspicacias a las ayudas culturales. Y además, permite "contar nuestras historias".
Porque Benito Zambrano ve en el pastor interpretado por Luis Tosar la "dignidad" y el "saber estar en la vida" de los jornaleros del campo andaluz entre los que se crió en la campiña sevillana. Una tierra que, al igual que la de la película, se agrieta con la sequía y vive pendiente del agua. Es la "dignidad" y el "saber" de unas gentes que no han estudiado ni han viajado pero saben que las heridas que te da la vida van a estar ahí y "lo único que podemos hacer es seguir viviendo, no malgastar tu vida odiando". Como señala Jesús Carrasco, Intemperie no habla de la maldad -aunque haya personajes "deleznables" como los de Vicente Romero o Luis Callejo- sino de "la resistencia a la maldad". "Es sencillo corromperse, lo difícil es aguantar cuando todo alrededor se corrompe" y "entender que el ser humano es mucho más. Y eso está en la película", defiende el autor.
Es la lección que a lo largo de su relación trata de transmitir el personaje de Luis Tosar al de Jaime López, tras encontrar a éste escapando de una historia de abusos. Se trata de la segunda película del joven tras Techo y comida, que rodó con 8 años. Reconoce que en esta ha sido "más consciente" de cosas como "la intención del personaje" o que una secuencia "no es sólo decir el diálogo" sino que el personaje llega a esa escena después de otra y atesorando emociones y sentimientos que influyen en él y se tienen que transmitir. Todo un aprendizaje para un actor con una "inteligencia emocional mayor que la de muchos adultos", en palabras de su compañero de reparto.
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