Fugas de luz entre tinieblas

SCARLET (L'ENVOL) | FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

'Scarlet (L'envol)', la vuelta de Pietro Marcello tras su galardonada 'Martin Eden'.
Santiago Gallego

05 de noviembre 2022 - 06:59

Ficha

** 'Scarlet (L'envol)'. Sección Oficial. Drama, Francia-Italia-Alemania, 2022, 100 min. Dirección: Pietro Marcello. Intérpretes: Juliette Jouan, Louis Garrel, Noémie Lvovsky, Raphaël Thiéry.

Siempre es una buena noticia descubrir que en Italia hay más cine que el de los exitosos apóstoles de la fealdad. El dique de contención nació hace décadas en robustas cunas campesinas donde maestros como Olmi o Bellocchio mecieron con amor y bellas nanas los sueños de infancia de los hoy adultos Marcello, Rohrwacher o Comodin. Así pues, no podía ser otra que la fábula la composición elegida por los paladines de la luz al recoger la antorcha que alumbra el camino de esperanzas (pronto truncadas) que imaginó el cine italiano para un país que era una familia y viceversa. Marcello interpreta bien ese anhelo, esa búsqueda quimérica ligada a arcanos orígenes y a los misterios del mundo natural que es también la de un cine primitivo (las imágenes de archivo coloreadas, la arriesgada fotografía de Graziaplena en un registro muy similar al de Martin Eden). Scarlet, que cuenta la vuelta a casa al finalizar la I Guerra Mundial de un veterano para descubrir la muerte de su mujer en trágicas circunstancias y su paternidad, parece hecha por un orfebre, un ceramista o un carpintero, profesión esta última de su protagonista muy bien encarnado por un rudo Raphaël Thiéry.

Artesanal, nudosa e imperfecta, la última película de Pietro Marcello no termina sin embargo de despejar las dudas que rodean su cine de ficción y su futuro en él: huellas en el trabajo con la cámara y los actores que delatan su anterior carrera como documentalista, cierto esteticismo aún muy lejos de estar dominado, algún descuido en la construcción del relato y su progresión dramática, sino que, por el contrario, añaden otras derivadas de la coproducción francesa, a saber, presencias intrusivas de unos Louis Garrel y Noémie Lvovsky demasiado marcados por sus anteriores papeles, rodaje en una lengua extraña o forzados interludios musicales a lo Jacques Demy.

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