Opinión
Manuel J. Lombardo
El SeFF se hace un 'zoom in'
'Un café con...' | Festival de Sevilla
As Far As I Can Walk (Tan lejos como pueda caminar), de Stefan Arsenijevic, llega al Festival de Sevilla avalada por el Globo de Cristal de Karlovy Vary. En su segundo largomentraje, el director serbio aborda el difícil dilema de una pareja de refugiados entre continuar con la historia de amor que les ha unido durante su azaroso viaje o asumir la separación que implica continuar con el camino que cada uno de ellos se marcó cuando decidieron marchar a Europa. Arsenijevic abordó el rodaje con una técnica muy cercana al documental porque su objetivo "era que fuese auténtica". De hecho, no solo la figuración está formada por "migrantes reales de los campos de refugiados de Serbia" sino que se da la circunstancia de que uno de los protagonistas, Maxim Khalil, es una estrella del cine sirio que a consecuencia de la guerra en su país tuvo que huir y actualmente vive como refugiado en Francia.
Durante el ciclo Un café con, patrocinado por Diario de Sevilla, el director relató el largo proceso de casting realizado entre Europa y África para elegir a los protagonistas. Junto a Khalil, integran "este triángulo amoroso" Ibrahim Koma, francés con orígenes en Mali, y Nancy Mensah-Offei, nacida en Ghana y residente en Austria. "Los unimos para hacer algo muy íntimo y nos dimos cuenta de que los artistas y el cine son igual en todas partes", defendió Arsenijevic como lección de la cultura a un mundo que vive un auge de los discursos de odio y enfrentamientos con banderas y fronteras como excusa.
En la jornada de ayer, Arsenijevic, cuya película forma parte de la sección Historias extraordinarias, compartió café con dos directoras presentes en la sección Nuevas Olas: la griega Jacqueline Lentzou, con su ópera prima Moon, 66 questions, y la cineasta sueca Maja Borg, con su documental Passion.
Lentzou relató que el "viaje interior" de su protagonista, Artemis, al regresar a su país para cuidar a su padre enfermo no es tanto el desplazamiento físico que supone volver a casa, con el regreso al pasado vivido allí que ello conlleva, sino su reencuentro con la figura paterna y la transformación que produce en ella el "deseo de conocerlo". Un trabajo en el que la actriz protagonista para lograr la empatía del espectador es clave.
Por su parte, el documental de Maja Börg es un trabajo "muy personal" y no exento de provocación que juega con las similitudes entre los rituales del cristianismo y el sadomasoquismo destinados a "lograr pequeños momentos de trascendencia" mediante la transgresión de límites. Borg destacó que para fue muy importante "construir la confianza necesaria", para lo que trabajó con personas conocidas por ella o allegados de la comunidad BDSM (siglas de Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo) de modo que la grabación se desarrolló de forma "muy intuitiva para saber cuándo grabar y cuándo no".
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