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El ‘santo’ lunes acabó como el Lunes Santo

Lunes de Feria de Abril

Es el espíritu de la Feria y de la ciudad. Morir y resucitar. Marchitarse y florecer. Del entierro del cardenal Amigo se pasó a la prueba del alumbrado. La muerte, tampoco la suya, nunca es el final. Esta crónica va para este fraile castellano que caló en la tierra de María Santísima

Las imágenes de un Lunes de Feria pasado por agua

Una corbata de Londres para la recepción municipal

La cita de los lunes en Pascual Márquez

Una pareja llegando al Real bajo un aguacero. / Juan Carlos Vázquez

Las sombrillas de la mañana se convirtieron en paraguas por la tarde. El lunes de Feria siguió las pautas atmosféricas de la Semana Santa. Después de un domingo luminoso, el santo lunes, festivo para más señas, daba paso a la lluvia a partir de las seis y media de la tarde. Parecía increíble con la mañana espléndida. “No puede ser, eso lo han dicho para que no vaya tanta gente”, decía una señora a bordo de un abarrotado autobús de la línea 6 de Tussam, convertido en la caseta de Los Machacantes.

El síndrome de abstinencia desbordó todas las previsiones.Juan Carlos Cabrera, delegado de Fiestas Mayores, caminaba con su equipo por el real y confirmaba que efectivamente muchas casetas se quedaron sin cerveza, sin manzanilla, hasta sin agua. Lo del agua lo resolvió ese cambio de tercio de las nubes camufladas, que se adueñaron de la tarde como en un relato de Juan Rulfo, el escritor mexicano al que le han dedicado el último Imprescindibles de la 2. Sevilla ha conocido restricciones de agua, de luz, de transportes públicos, de servicios básicos en las huelgas; restricciones de vivienda tras las históricas riadas, de libertades en los tiempos oscuros. Pero nunca en un siglo y tres cuartos de historia había conocido tan largo periodo de restricciones de Feria. 175 años de la Feria, 170 años de la manzanilla La Guita.

El galerista Rafael Ortiz camina por el real con paso seguro, señal de que va a tiro hecho a una caseta. Los que zigzaguean, los indecisos en el argot electoral, lo tienen más crudo. La Feria es una obra de arte. La caseta de los Farmacéuticos (Joselito El Gallo esquina con Pepe Luis Vázquez) ha elegido para sus invitaciones el cartel de fiestas primaverales de 1930, obra de Juan Parrilla Dapena, titulado Bulerías.

Todo es Feria en la ciudad. Los alumnos de cuarto de Eso de un colegio han hecho un master de sevillanas en las clases de Educación Física. Estilo Fosbury o Realito. En la planta de bañadores de El Corte Inglés no se ha agotado el género, lo han guardado para darle espacio a los trajes de flamenca o de gitana o de volantes, que tienen más nombres que la sepia, jibia o pilorriza. La playa, como el cielo de Warren Beatty, puede esperar.

Las imágenes del Lunes de Feria / Antonio Pizarro

Iván, el cochero de caballos, parece un personaje de Dawnton Abbey, pura elegancia con las riendas de su yegua Liebre. Espera a Julio Muñoz Gijón. El Rancio lo ha inmortalizado como personaje en su novela ‘El increíble robo del Informe Rinconcillo’. El autor de ‘El crimen del palodú’ (inminente estreno en la Sala Cero) debería acercarse a una caseta de americanistas llamada La Encomienda y la Embebienda, porque su novela arranca en el Archivo de Indias.

Una venezolana me pide que le haga una fotografía con la portada de fondo. Nunca ha sido tan fácil alojarse en el hotel Alfonso XIII. Basta con atravesar los arcos de esta portada que la pandemia obligó a montar con dos años de retraso. Llueve a cántaros. Las reservas de agua llegaron antes que las de manzanilla. Llega al real una de las personas que más sabe de la triple I (Incolora, Inodora, Insípida pero maravillosa), Manuel Marchena, catedrático de Geografía y maratoniano.

La Feria de 2023, centenario de Lola Flores, será de elecciones municipales. Por la calle Pepe Luis Vázquez esquina con Juan Belmonte caminan Ricardo Tarno y José Luis Sanz, que dejó la alcaldía de Tomares con su Feria del libro para ser best-seller en Sevilla. El miércoles visitará el real Macarena Olona, cabeza de cartel de Vox en las autonómicas cuya campaña coincidirá con el Rocío.

Sol y lluvia en el lunes de Feria / Juan Carlos Vázquez

Todas las tradiciones de la ciudad se hermanan en la Feria. Ambientazo en la caseta Peña Bética Rafael Gordillo. Sevillanas dignas de ser filmadas por Carlos Saura en la caseta de distrito Macarena-Norte, el sur del zapateado. Fermín Vázquez, hermano mayor del Santo Entierro, ejerce de anfitrión en una caseta de la calle Costillares del historiador Fernando Gabardón de la Banda y el cardiólogo y fotógrafo Román Calvo.

La lluvia, tan pertinaz como la sequía, impertinente en sus excesos, ha revoloteado los farolillos. Ese mágico alumbrado que en la noche del pescaíto, la prórroga-herencia de Juan Espadas jugando a alcalde Juan Fernández, siguió en el ritual de la ciudad al magno entierro del cardenal Carlos Amigo Vallejo. La Sevilla más genuina, la que entierra y renace, la que se marchita y florece.

Los primeros farolillos de la temporada llegaron con un libro titulado ‘Feria’. Lleva ya más de veinte ediciones y ha convertido en fenómeno literario a su autora, Ana Iris Simón (Campo de Criptana, Ciudad Real, 1991), paisana de Sara Montiel y de los molinos de viento. Cuenta en ese libro que sus abuelos maternos, conocidos como los Bisuteros, se conocieron vendiendo en la feria de Valdepeñas, “ella con 19 años y él con 24, sólo hacían dos cosas: tener hijos y recorrer España en la furgoneta Sava que se compraron. Empezaba la temporada en abril en la Feria de Sevilla y la terminaban en noviembre en la de Balaguer, en Lleida”.

Sol y lluvia en el lunes de Feria / Juan Carlos Vázquez

El centro estaba lleno por la mañana de gente camino de la Feria. El arquillo del Ayuntamiento era un foto-cool por el que pasaban elegantes muchachas con sus trajes de Feria. Dos coches de caballos aguardaban a sus clientes en el hotel Alfonso XIII. El pobre de guardia esperaba en la puerta de la capilla de San Onofre. El lunes de Feria terminó como el Lunes Santo, el espectro de las Aguas. Los cuerpos tuvieron que recogerse donde buenamente pudieron. A la hora de los toros.

Las cuatro estaciones de Vivaldi se pasaron por el real. Un fastidio para los cacharritos. Pegasus tiene nombre de atracción de la calle del Infierno. La mañana y el mediodía, aún soleados, eran para el intercambio de credenciales. Diego Suárez y Antonio Yélamo, de la cadena Ser, salían de la recepción de la Caseta Municipal al mundo de la Cultura y el Deporte y seguían su turné por Comisiones, el PP. ¿Una nueva pinza como en los tiempos de Arenas y Rejón? La Feria no entiende de ideologías. Nadie es más que nadie por mucha caseta que tenga. La Igualdad de la revolución francesa al estilo sevillano en un nuevo aniversario de los héroes Daoiz y Velarde, un sevillano y un montañés, los dos extremos de la Flor de Toranzo. Medicina casera en el autobús. “Eso no es fiebre, es febrícula, te tomas un paracetamol cada ocho horas, entre rebujo y rebujo, y al carajo…

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