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Feria 2022
Lo primero en lo que me fijo cuando llega es en su corbata. Llama poderosamente la atención. Acostumbrado a verlo con complementos de color apagado y nada estridentes, contemplarlo ahora con una corbata de fondo celeste purísima y de motivos florales hace que mi primer comentario sea sobre esa prenda que, haciendo un uso excesivo de la confianza, me atrevo a tocarla.
Es Antonio Muñoz, alcalde de Sevilla que en el segundo día de convite en la caseta municipal recibe a personalidades del mundo de la cultura, del deporte y de los medios de comunicación. A muchos de ellos los conozco para poner la negrita, pero otros me los tienen que indicar compañeros del oficio.
La primera foto oficial es con quienes han triunfado en la práctica del ejercicio físico. También está aquí parte de la directiva del Sevilla FC, con su presidente, José Castro, a la cabeza. El Betis no pudo acudir al jugar este lunes fuera con el Getafe. El regidor se sitúa en el centro de un mar de cabezas y de las más variopintas indumentarias, que ya sabemos que el libro de los gustos está aún sin escribir para acudir a la Feria (seamos permisivos). No falta quien asiste a la recepción con un polo de manga corta. Serán los efectos del calor primaveral.
Acabada la primera sesión fotográfica, no me resisto a realizarle la pregunta:“¿Dónde la ha comprado?”, le comento al alcalde refiriéndome a la corbata antes detallada. “Ha venido de Londres”, me informa Antonio Muñoz, quien me añade que tal complemento ha cosechado “un gran éxito de crítica” desde que comenzó esta jornada de farolillos. Acabamos la breve charla con un comentario por mi parte:“Es un homenaje a mayor florido”. “Por supuesto”, me replica el alcalde.
Antonio Muñoz posa ahora con las personalidades de la cultura invitadas a la recepción. El repertorio de participantes en la foto y de vestimentas es aún mayor y más variado. La mirada no se aburre. Ni descansa. Desde boinas a trajes de impoluto blanco, propios de una fiesta ibicenca. Por allí se puede ver al presidente del Círculo Mercantil, Práxedes Sánchez Vicente; a la americanista Enriqueta Vila; al crítico de flamenco Antonio Ortega; y a la cantante Silvia Pantoja, que acude con un vestido de flamenca en tonos azules, grises y negros, de talle bajo y con volantes canasteros. Remata su peinado con una larga trenza. La artista, hace un año, se encontraba pasando mucha hambre en un reality de supervivencia en Honduras. (La Feria, de algún modo, es otro ejercicio de supervivencia).
También me apuntan el nombre de Rubén Barroso, gestor cultural; de Pablo Little, pintor gráfico; y de Maite Lozano, de la compañía Viento Sur Teatro. Tampoco faltan Gonzalo Andina, de Circada; y la bailaora Manuela Carrasco, que se hace una foto con el alcalde en el patio de la caseta, donde se encuentra sentada con su marido, el guitarrista Joaquín Amador.
Cerca de ella, otra bailaora que, a sus 32 años, ha logrado conquistar al público más exigente: Patricia Guerrero. Onubense, pero con mucho tiempo de residencia en Sevilla, tanto como para que la Feria no le resulte ajena, sino una celebración propia. Guerrero está inmersa estos meses en la preparación de su nuevo espectáculo Deliranza, que se estrenará en junio y que también se podrá contemplar en la Bienal de Flamenco. Para la ocasión, luce un traje de gitana blanco con adornos en colores ocres y dorados, diseño de la firma Manuela Macías.
Y si antes les hablé de la corbata del alcalde, no puedo pasar por alto el traje de flamenca de la teniente de alcalde y delegada de Presidencia y Hacienda, Sonia Gaya, que todos los días lucirá uno de firma distinta. Para el miércoles, según me detalla y me insista en que vea, elegirá uno de Sonibel, dos diseñadoras de moda flamenca –Sonia e Isabel– que han emprendido fuerte en este ámbito y cuyos modelos han triunfado en la pasarela Simof.
Al lado de ella se encuentra la directora general de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Isabel Ojeda, que viste un modelo de Luisa Pérez, en negro, con volantes en pico y mantoncillo de color coral. Como corales son los zarcillos de la pintora Reyes de la Lastra, también con traje de flamenca negro y un precioso mantón bordado en sedas de colores. Aunque después de ver todas estas bellezas textiles, me sigo quedando con la corbata londinense del alcalde. Nunca antes la Gran Bretaña fue tan sureña.
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