Los priostes de la Feria
Galardón por la decoracion de la caseta del Machacante y del Club General Ban
SE llama Emilio Humanes y lleva un mes sobre el albero. Se trata de uno de tantos sevillanos que se afanan cada daño por lograr hacer de su caseta un pequeño Versalles en el que disfrutar como reyes de este imperio de farolillos y volantes. En esta ocasión su esfuerzo ha tenido recompensa, ya que su caseta, la del Club General Ban, ha recibido el primer premio por el exorno.
La historia de esta caseta entronca con el traslado de la Feria a los Remedios. Fue entonces cuando Humanes decidió que cada año los adornos que cubrían hierros y lonas fueran distintos. Desde entonces, nunca ha fallado a esta cita. Pero detrás de los volantes y flores naturales existe un arduo trabajo que comienza en cuanto toda esta urbe efímera se desmonta. "El pasado año me vine el lunes en que desmontamos la caseta para medir lo que iba a colocar esta Feria", asegura este ex empleado de banca, quien se define como "autodidacta" en las cuestiones del diseño.
Para esta ocasión son el amarillo y el blanco los colores que predominan. Destacan los abanicos de gran tamaño que él mismo ha elaborado a base de encajes y paneles. También llama la atención la división del falso techo en rectángulos de los que cuelgan las lámparas de araña, que penden de espejos. Por supuesto, no podían faltar las flores naturales en ramos que el propio Humanes se encarga de colocar.
Pero si esta caseta llama la atención desde su exterior, más interesante resulta aún la trastienda, donde el arte mudéjar domina la parte del techo que cubre la barra. Allí se recreó el año pasado uno de los motivos decorativos de la Giralda a modo de cenefa, mientras que el campanario de esta torre se alza a pequeña escala desde una ventana. Infinidad de detalles jalonan la estancia. Como las pequeñas repisas rematadas con abanicos que sustituyen a la tradicional barra alargada o los maceteros con flores. Hasta el cortinaje del acceso a los aseos está cuidado.
Dicha labor comienza todos los años con bastante antelación. "Empecé 15 días antes de Semana Santa", relata Humanes. "Cuando los priostes de las hermandades se afanaban en exornar los pasos, yo hacía lo propio en mi caseta", precisa este sevillano al que con sólo tres "ayudantes" le es suficiente para la decoración. "Cuantas más personas acudan, más dificultoso resulta la tarea, ya que hay más opiniones y al final no es difícil materalizar la idea original", añade.
La casa de Humanes es el almacén de la caseta. Allí se guardan todos los encajes y los otros elementos decorativos. Su mente no descansa. Cuando aún faltan varias horas para que acabe la Feria de este año ya piensa en cómo será el diseño para el próximo.
Frente a un exono que cambia todas las ediciones, otro que se mantiene prácticamente inalterable. Se trata del Machacante, que ha recibido el premio en la modalidad de caseta de dos módulos. Quienes se encargan de su decoración lo tienen fácil en este sentido. La historia que atesora la caseta es más que suficiente. Manuel García Pérez, secretario de los socios que la conforman, muestra cada uno de los cuadros colocados en sus lonas, entre los que se incluyen testimonios gráficos del incendio que sufrió cuando se hallaba en el Prado.
La génesis de la caseta se remonta a 1927. De aquel año aún se conservan las tarifas de diferentes pagos y del duro que había que pagar como socio, una moneda que recibía el nombre de machacante y que da título a la caseta. Precisamente la reproducción de este duro fue lo único que se salvó del incendio y actualmente luce bajo la pañoleta.
Otro de los elementos a tener en cuenta en la decoración es el pianillo que donó uno de sus socios y con el que actualmente se pueden interpretar cinco tipos de sevillanas y otros tantos de pasodobles.Pero, sin duda, si hay algún elemento digno de mención en esta caseta es el formidable ambiente que se respira en ella.
También te puede interesar
Lo último
Antonio R. de la Borbolla | Presidente de la Asociación Nacional de Soldados Españoles
“El soldado español se hace querer en todas partes”
ESPECIAL MATADORES (IV)
Roca Rey: ¿Estadística o regusto?
ENSEMBLE DIDEROT | CRÍTICA
Guerra y música en Berlín