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¿Dónde comer antes de ir a los toros en Sevilla?

Gastronomía

Llega a Sevilla la Feria y con ella las tardes de toros más esperadas. En el Arenal y sus alrededores las cocinas de los restaurantes esperan al aficionado para brindarle una mesa de dos orejas y rabo

Ambiente taurino en Las Piletas.
Fran Moreno

02 de mayo 2019 - 07:24

De los cirios al capote. Esta ciudad no para y tras la Semana Santa llega a la ciudad el arte del toreo con su particular toque culinario y templos que harán revivir la historia de esta fiesta.

Entre la neblina del incienso del Domingo de Resurrección, a lo lejos, un astado golpea fuerte el albero de la Maestranza.

Entre manoletinas de opiniones en los que unos dirán, como Federico García Lorca, que el toro es “la fiesta más culta de España” y otros, como Lope de Vega, que afirmarán su barbarie, como dice el refrán “Abril tiene las llaves del toril” y aunque en la actualidad esta fiesta sea conflicto social, podría decirse, como Wenceslao Fernández Flórez aquello de “extraño mundo este del toreo”.

Extraño o no para aquel que no conciba el sentimiento de esta ciudad y su gente. Ya dijo Chaves Nogales que para “un sevillano nato, no hay nada en el mundo como su Sevilla” y Sevilla lleva muleta y estoque, como toda Andalucía que lucha y se levanta cada día, como el toro y el torero en el ruedo, para subsistir en este mundo cada vez más preso de ideales.

Las espinacas con garbanzos de Morales.

Llega el momento de las cuadrillas de amigos, de los entendidos de este mundo que saben del cojear de un toro solo con mirarlo a los ojos y de entrar a matar a los centenares de tapas que hacen el paseíllo gastronómico por las inmediaciones de la mejor plaza de todos los siglos.

Para abrir boca y tantear un poco la faena lo mejor es empezar por el tercio de montaditos; si aquí fallan, empezará el murmurar de la plaza, por ello, no deben olvidar templos de tradición como Casa Moreno o La Flor del Toranzo. El primero, con su picante con cabrales y queso de patamulo y las anchoas ahumadas. El segundo, con aires santanderinos, deslumbra al personal con las anchoas con leche condensada.

Prosigan por la calle Jimios y Harinas. Por un lado, la Bodeguita Morales y sus espinacas con garbanzos y carne encebollada. Por otro, Pedro Romero y una de las mejores pringás que se recuerdan en la memoria hostelera.

Y en Adriano, Jaime Alpresa volverá a rendir su peculiar homenaje a la fiesta con su cola de toro deshuesada al estilo sevillano o la carrillada ibérica al coñac.

Propuesta de Catalina, donde el producto es el rey.

Antonio Romero es puro clasicismo y tapeo andaluz a raudales con su punta de solomillo, foie Manolín o su aclamado piripi.

A escasos cien metros del coso taurino, se encuentra el Restaurante El Cairo que engalana sus fogones por su cuarenta aniversario con tostas de foie y anchoas, coquinas al Jerez o un revuelto de la abuela. Por último, más mesa y mantel y el pasar de toreros en El Donald de la mano de una de las ensaladillas cumbres del arte culinario y el Restaurante Las Piletas, que conjuga el ambiente taurino de verdad con un guiso tradicional como la cola de toro que con el toque rondeño el subalterno comensal saldrá de grana y oro.

En la calle Reyes Católicos, Catalina es la última incorporación a la familia Catalina Casas de Comidas. Hace apenas un año que vino al mundo la hermana pequeña, impregnando de frescura y aires nuevos la oferta de la zona, junto al Puente de Triana, la Plaza de Toros de La Maestranza o el magistral Teatro Lope de Vega. Su cocina es de mercado y KM.0. Ahora que la Feria de Abril de Sevilla llama a las puertas, que los olés suenan con tronío en el ruedo del Arenal, Catalina trae sugerencias propias de un plan perfecto para los mediodías de la Feria sevillana.

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