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Martes de Feria de Sevilla: Calor sobre el albero en una tarde con el real a rebosar

Imágenes del martes de feria / José Luis Montero

Cada cual cuenta la Feria como le va. El calor es un dato objetivo y el termómetro al final de Gitanillo de Triana, casi en la calle del Infierno, marcaba los 42 grados. Abanicos, rebujito, ventiladores y algún que otro aire acondicionado que se están imponiendo en algunas hacían que se pudiera estar dentro de las casetas. En el exterior la poca sombra existente cotizaba al alza.

Como víspera de festivo el martes se ha convertido desde hace años en el día de las comidas con los amigos. El tardeo va ganando adeptos y el Real comienza a animarse a partir de las cuatro de la tarde. Menos caballos y enganches que los dos primeros días de Feria. Con un susto incluido cuando un jinete se ha caído del caballo en la calle Pascual Márquez. La rápida intervención de otro caballista, que agarró las riendas desde el suelo, evitó que el animal siguiera trotando.

Son las cosas de la Feria. Una fiesta que está siendo, por ahora, tranquila, con muchos menos incidentes en el Real que en los primeros días de la semana de farolillos del año pasado. La presencia policial es importante e, indudablemente, siempre tiene un carácter disuasorio. En cualquier caso está claro que tras una Semana Santa pasada por agua, la ciudad quiere disfrutar de sus fiestas de Primavera y parece que sólo hay ganas de pasarlo bien.

El martes de Feria de Abril 2024, en imágenes / Juan Carlos Vázquez Osuna

Tanto que es un comentario en todos lados. En estos primeros días se está viendo más personas que en el arranque de Ferias pasadas. Y no sólo sevillanos. Hay muchos extranjeros. Cuatro jóvenes italianas que se subieron en el C1 en Luis Montoto camino de la Feria se enseñaban unas a otras –y a todo el autobús– los tiktoks que habían hecho en una caseta la noche anterior. Todo queda registrado y eso no siempre es bueno. Quienes ya rozamos el medio siglo tenemos la ventaja de que no queda constancia de todas las andanzas que tuvimos de jóvenes feriantes.

Grupos de turistas se pasean por el real móvil en mano intentando capturar toda la luz y el colorido en una mañana en la que el sol ha decidido calentar los farolillos con toda la fuerza de sus rayos. El ritmo de los abanicos acompañaba las sevillanas en las casetas.

El modo más cómodo de ir hasta el Real sigue siendo el autobús. El servicio tanto de llegada como de salida es rápido y más o menos organizado. Lo mejor, es que es una forma de evitar entrar en el Real enfadados por no tener dónde dejar el coche después de buscar donde aparcar durante tres horas.

Muchos grupos para comer en las casetas. Este año todos esperan que sea una Feria de récord. Uno de los indicadores es el consumo de manzanilla, se está vendiendo más que en la edición anterior. Y aún la fiesta no ha llegado al ecuador.

La Feria es una auténtica ciudad en la que no falta ni un lugar donde reparar los trajes. Un servicio gratuito que cada año salva más de un apuro y no solo los trajes de flamenca, sino también algún que otro pantalón y chaqueta. El taller gratuito de Molina Moda Flamenca está funcionando desde el año 2008. Este año también ha arreglado más trajes que nunca. Paco Molina, director de la empresa confecciones Molina ha sido el diseñador del traje de flamenca que llevaba Inmaculada Rodríguez, la esposa del Jefe Provincial de la Policía. Un diseño inspirado en el uniforme del cuerpo.

La fiesta está llena de detalles. Los nombres de las casetas en las pañoletas –como Los de las 12 horas para Santa Genoveva o El Agua en Emasesa – o el broche con forma de granada de Ana, una muy feriante granadina que disfrutó del real incluso trabajando.

Uno de los que no ha parado de caseta en caseta ha sido Juanma Moreno. El presidente de la Junta de Andalucía ha puesto cifra al impacto de la Feria: mil millones de euros. Una edición "que puede ser de récord" donde "cada hora se mueven seis millones de euros" y "unos 1.700 euros al segundo".

Eso sí, el presidente no ha querido inclinarse por el modelo de Feria que prefiere y que podrán elegir sevillanos y titulares de casetas y carruajes los próximos 23 y 25 de abril.

El martes de Feria de Abril 2024, en imágenes / Juan Carlos Vázquez Osuna

Más allá del impacto económico, la Feria está hecha de pequeñas historias. Los sevillanos que nacen a partir de la segunda semana de abril y hasta la primera de mayo cumplen ferias y no años. En Los Pajarracos, en la calle Gitanillo de Triana, amigos y familia se reunieron para celebrar una vuelta más al sol para el director de fotografía Alejandro Espadero. Una tarta de mojama y huevas de maruca y un paseo improvisado en coche de caballos por el real para pasar una Feria inolvidable con sus amigos, su mujer Lourdes García, Aurora y Ángela.

Porque si el albero está hecho con elementos del mar de hace cinco millones de años, sigue acumulando historias en cada Feria. Como la de Sofía Tsertsvadze, una georgiana que después de 20 años en Sevilla tiene más acento de Nervión y La Calzá que de la fría Rusia. Ella llegó en el año 2000 a España con grupo de baile huyendo de la guerra que cercaba su país. Tenía solo 15 años y cuando llegó a Barcelona se encontró sola en una ciudad desconocida con la idea de ir hacia Córdoba, donde estaba su hermana.

Asegura que no hay tanta diferencia entre Sevilla y Georgia, “porque estamos en el sur de Rusia y para nosotros es muy importante la sociabilidad, el barrio. Aquí estoy muy a gusto. Después de todo lo que he vivido, no voy a estar a disgusto en ningún sitio”.

De eso se trata en la Feria: de estar a gusto. Es una especie de terapia para quienes cada año se reencuentran en la caseta y comprueban como los niños que jugaban con el albero y correteaban entre las mesas se han convertido en jóvenes que estrenan chaqueta y corbata o que consiguen ponerse el traje de flamenca que su madre guardaba "por si acaso algún año se lo podía poner" y que ahora luce su hija por las calles del Real.

Algunos, incluso se reúnen para un día quedar a montar a caballo. Miguel ha tenido un examen a las ocho de la mañana y a las cuatro de la tarde ya estaba en el caballo por las calles de la Feria. Es el momento de encuentros alrededor de una copa de manzanilla o de rebujito con un plato de jamón o tortilla. Una víspera de festivo que se ha convertido en la cita anual para los grupos de amigos porque uno se puede quedar "hasta que el cuerpo aguante".

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