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La sociedad civil no quiere elecciones

Tribuna - Manuel Campo Vidal

Existe el convencimiento de que si se vuelve a votar quedaríamos igual y, si acaso, un poco peor. Se ve como una malversación de dinero y de tiempo.

Manuel Campo Vidal

22 de febrero 2016 - 01:00

Si los partidos escucharan lo que se dice en la calle se darían cuenta de que la sociedad civil mayoritariamente no quiere repetir elecciones, sino que exige soluciones ya. Existe el convencimiento de que si se vuelve a votar quedaríamos igual y, si acaso, un poco peor. Se ve como una malversación de dinero y, lo más grave, de tiempo. Aunque la macroeconomía aún no se resiente de forma apreciable en los indicadores, comienzan a escucharse voces de alarma.

Los notarios advierten que tienen operaciones paradas "a la espera de que haya gobierno". Hay personas que aseguran que su contratación laboral está pendiente "de que se clarifique un poco el panorama". Inversionistas que prefieren esperar. Personas temerosas de que suba radicalmente la fiscalidad. Funcionarios que reconocen tener asuntos aprobados y en presupuesto pero que no creen que deban ejecutarse con un Gobierno en funciones. España se va parando lentamente y la preocupación crece.

Numerosas entidades de la sociedad civil han dado la voz de alarma y publican comunicados advirtiendo de los peligros que esta paralización conlleva. En los últimos días, el Círculo de Empresarios de Madrid, del País Vasco y de Valencia, el Círculo de Economía de Cataluña, más Sociedad Civil por el Debate, que agrupa indirectamente a un millón de profesionales, y otras entidades, coinciden en su exigencia de acuerdos cuanto antes para que haya gobierno estable. Consideran que repetir las elecciones sería lo más parecido a perder el año económico.

El Servicio de Estudios del BBVA calcula que si la parálisis política se prolonga seis meses se perdería la mitad del crecimiento de un 2,7% previsto para el próximo año. Y el Banco de España avisa del "riesgo evidente para nuestro PIB que podría avanzar este año por debajo del 2,8% previsto inicialmente". Ana Patricia Botín, presidenta del Banco de Santander, era muy gráfica en una declaración a finales de enero: "Suena menos el teléfono para comprar activos que hace dos meses".

Pero no sólo la economía se para. El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla La Mancha, Vicente Rouco, confirma que está aprobada la llegada de siete nuevas plazas de jueces pero "todo está paralizado a la espera del nuevo Gobierno". La Secretaría de Estado de Telecomunicaciones tiene unos fondos para licitar ayudas para la modernización de zonas rurales con instalación de internet desde el satélite, pero espera instrucciones. Y así sucesivamente.

Nadie duda ya que se oye el chirriar de frenos de la actividad debido a la incertidumbre porque, como dice Bruselas en el borrador de una próxima declaración que se ha filtrado, "las dificultades para formar Gobierno en España podrían desacelerar la agenda de reformas y provocar una pérdida de confianza y un deterioro del sentimiento de mercado".

¿Hacen falta más indicios para confirmar lo que está pasando? ¿Y para darse cuenta que los partidos no son, por lo general, sensibles a ese sentimiento popular de preocupación? Añadan a la parálisis generada por el bloqueo en la formación de gobierno en España, todo lo que los nuevos gobiernos autonómicos y municipales han congelado desde su constitución a principios de verano pasado: la gigantesca Operación Chamartín en Madrid, la construcción de nuevos hoteles en Barcelona, el concurso para poner en marcha el Palacio de Congresos de Palma de Mallorca, asociado a un gran hotel contiguo, en una isla que pugna por resolver la estacionalidad de su turismo y que desea convertirse en un gran centro de convenciones en invierno, así como en área de entrenamiento de atletas de élite del norte de Europa que huyen de la nieve y las bajas temperaturas.

El parón es mayúsculo y crece. La política frena la economía y sólo la presión de la sociedad civil puede desatascar esa inacción que al final se traduce en menos empleo y menos ingresos para las empresas grandes y pequeñas, hoteles, taxis, tiendas, bares y todo lo que se mueve en el radar de la macro y la microeconomía. No esperen grandes cosas de los partidos empeñados en repetir elecciones, que por suerte no son todos. Si acaso, observen y, si les parece oportuno, tomen nota.

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