Pilar Cernuda
¿Llegará Sánchez al final de la legislatura?
No ha sido un camino de rosas, pero su obstinación ha sido clave. El socialista Salvador Illa ha logrado hacerse con el poder en Cataluña como el corredor de fondo que es, rompiendo diez años de la política de bloques del procés y llevando al PSC en solitario -algo inédito- al Palau de la Generalitat.
Es la culminación de lo que en su día se definió como "efecto Illa", el impacto mediático que tuvo durante la pandemia por su papel como ministro de Sanidad y que le dio gran popularidad, llevándolo a relevar a Miquel Iceta al frente del PSC como primer secretario y candidato a la Presidencia de la Generalitat.
Los vecinos madrugadores de La Roca del Vallès (Barcelona), donde reside y fue alcalde entre 1997 y 2005, suelen verlo sobre las cinco y media de la madrugada corriendo, bordeando el río Mogent a su paso por el pueblo. Acostumbra a salir a correr entre cinco y seis de la madrugada tres veces entre semana y algunos sábados y domingos.
Tras salir a correr para despejar la mente, a las 6:45 horas lo recogen en su casa y antes de las 8 ya está en el despacho con un té verde en la mano. Un ritmo que él aguanta aparentemente sin problemas y al que sus colaboradores se han tenido que acostumbrar.
Serio y responsable, como lo definen sus más estrechos colaboradores, Salvador Illa i Roca (La Roca del Vallès, Barcelona, 1966) desembarcó en 2021 en la primera línea de la política catalana y, tres años después, ya como líder del PSC y jefe de la oposición en Cataluña, ha imprimido un "estilo Illa", basado en el diálogo y el pacto, alejado de la testosterona de la polarización.
Tuvo un primer triunfo agridulce en las elecciones catalanas del 2021, en las que el PSC fue el partido más votado con el 23,04% y 33 escaños, empatando en diputados con ERC, si bien los partidos independentistas lograron ampliar su mayoría y retener el Govern. Pero Illa ya conquistó grandes ciudades como Barcelona, L'Hospitalet de Llobregat, Badalona, Tarragona, Sabadell, Terrassa o Rubí.
En las elecciones del pasado mayo, el PSC volvió a ganar, pero esta vez con 42 escaños, nueve más que en 2021, mientras que el independentismo perdió la mayoría absoluta, lo que ha llevado a ERC a darle su apoyo con unas condiciones que marcarán la legislatura catalana y la española.
La obstinación de Illa por alcanzar el poder le ha permitido, tras heredar un partido que salía de la travesía del desierto, consolidar al PSC como primera fuerza catalana en los últimos cuatro comicios, con victorias en generales, municipales y las dos últimas catalana, además de gobernar en los ayuntamientos de Barcelona, Tarragona y Lleida y en tres de las cuatro diputaciones.
Con su particular manual de resistencia, la suerte de Illa corre en paralelo con la del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, del que es amigo y ha llegado a compartir algunos días de vacaciones. Hacerse con el bastión de la Generalitat es un balón de oxígeno también para el socialismo español y justifica para muchos la apuesta por la ley de amnistía.
Conocedores de su fe, militantes católicos del PSC le mandaron una imagen de San Pancracio en las elecciones del 12 de mayo, fecha que coincide con ese santoral. "Es el santo que se invoca cuando se quiere reclamar prosperidad, es un buen augurio. Será un buen día para Cataluña y para España", dijo Illa, que colocó la imagen del santo en su despacho.
Nacido en el seno de una familia trabajadora de La Roca del Vallès, Illa destaca por ser una persona tranquila, organizada y de trato cortés. "Tiene los pies en el suelo", afirman sus colaboradores, que subrayan su energía.
Como si temiera aburrirse, busca siempre tener su agenda ocupada y llenar los huecos con visitas, reuniones o llamadas, que a menudo tienen lugar mientras viaja en coche. No es un gran melómano, le gusta la música de Abba y fue al último concierto de Bruce Springsteen en Barcelona.
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona y MBA por el IESE, tiene larga experiencia de gestión como concejal y alcalde de La Roca del Vallès, donde gobernó durante diez años y dio sus primeros pasos en política de la mano de Romà Planas, delegado especial del expresident Josep Tarradellas y exalcalde del municipio.
Historia de la Guerra del Peloponeso es uno de sus libros de cabecera. Como dijo su autor Tucídides (460-395 a.c.), padre del realismo político, "la Historia es un incensante volver a empezar". Por este motivo, lo primero que pensará Illa al entrar en el Palau de la Generalitat será cómo volver a ganar las elecciones.
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