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España
Madrid/Una vez la Fiscalía ha archivado las investigaciones abiertas sobre él, Juan Carlos I ha comunicado a su hijo Felipe VI su deseo de considerar su regreso a España, aunque en una carta remitida al jefe del Estado aclara que prefiere "continuar residiendo de forma permanente y estable en Abu Dabi, donde he encontrado tranquilidad especialmente para este periodo de mi vida".
El anuncio del rey Juan Carlos de mantener su residencia en Abu Dabi, aunque con visitas frecuentes a España, se produce después de que la Fiscalía del Tribunal Supremo archivara las diligencias de investigación que tenía abiertas por sus negocios en el extranjero.
Después de un año y siete meses cobijado en el emirato, Juan Carlos I ha visto allanado el terreno y manifiesta su deseo de volver a pisar España, decisión con la que había amagado en varias ocasiones, aunque manteniendo su residencia en Abu Dabi, donde, asegura, ha encontrado "tranquilidad" especialmente para este periodo de su vida.
En la carta a Felipe VI, aclara que seguirá retirado de la vida pública y que tanto durante sus visitas, "como si en el futuro volviera a residir en España", su propósito es organizar su vida personal y su lugar de residencia "en ámbitos de carácter privado". Esto es, que no tiene intención de vivir en el Palacio de la Zarzuela.
La posibilidad de que Juan Carlos I mantuviera su residencia en Abu Dabi, con visitas a España, era una de las opciones que se habían barajado mientras se prolongaron las tres investigaciones que abrió la Fiscalía del Supremo. El padre de Felipe VI siempre reivindicó ante su entorno que no tenía ninguna causa judicial abierta y que, por tanto, se veía legitimado para volver cuando quisiese.
Sin embargo, en las ocasiones en las que dejó entrever que planeaba su regreso, aunque fuese temporal, finalmente desistió al no darse las condiciones adecuadas.
En las Navidades de 2020, trasladó a sus allegados su deseo de pasar las fiestas en España, pero desistió alegando el alto riesgo por la pandemia y por ser una persona de alto riesgo. "Con la esperanza de que todo mejore", concluía el mensaje del rey emérito.
En noviembre del pasado año, cuando se publicó que la Fiscalía del Supremo pretendía archivar su caso antes de 2022, volvió a trasladar su intención de viajar en Navidad, una hipótesis que se reforzó cuando la Fiscalía suiza dio carpetazo a las pesquisas sobre la donación de 65 millones de euros que recibió de Arabia Saudí y que manejó en el país helvético a través de testaferros.
Hasta el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, apuntó que no veía problema en su regreso a España al defender su presunción de inocencia y que no pesaba sobre él ningún cargo judicial. No obstante, la prórroga de la investigación de los fiscales del Supremo por otros seis meses dictada a mediados de diciembre frustró de nuevo sus planes.
Antes de final de año, reapareció en público en Abu Dabi para ver un partido del tenista Rafael Nadal, quien dio positivo por Covid-19 pocos días después de comer con él, por lo que tuvo que permanecer aislado por precaución, aunque dio negativo en el test. Fue una de las últimas imágenes del rey Juan Carlos, poco antes de cumplir 84 años, que volvió a celebrar en Abu Dabi con algunos amigos.
Durante su estancia en el emirato, se llegó a especular sobre su mal estado de salud, lo que desmintió la Casa Real, en los pocos pronunciamientos que ha hecho sobre el rey emérito. Su aparición en el partido de Nadal dejó entrever que está bien de salud y además se le ve más delgado, aunque mantiene los problemas de movilidad que arrastra desde hace varios años y que le obligan a caminar con bastón y a hacer rehabilitación.
A pesar de su marcha de España, Juan Carlos I ha seguido siendo miembro de la Familia Real y allí ha conocido la separación de su hija Cristina de Iñaki Urdangarin.
Ha conservado su título vitalicio de rey, a pesar de la reclamación de algunos de los socios del Gobierno por despojarle de este tratamiento. El Gobierno justificó además el que haya contado con tres asistentes en el emirato sufragados por Patrimonio Nacional en que fue jefe del Estado durante casi 40 años y en su “delicado estado de salud y avanzada edad”.
En este tiempo, en octubre de 2021, se publicó un libro de la periodista francesa Laurence Debray con testimonios de don Juan Carlos sobre su día a día en Abu Dabi y por qué se instaló en el país árabe. “Aquí no molesto a la corona", alegó don Juan Carlos, quien en un principio sopesó la idea de instalarse en Portugal, pero que ante las reticencias de su hijo por la proximidad con España, se inclinó por irse al Golfo Pérsico invitado por las autoridades del emirato.
El rey emérito comunicó su marcha en una carta a Felipe VI en la que expresaba, con "profundo sentimiento, pero con gran serenidad", su "meditada decisión" de trasladarse fuera de España.
Ante la repercusión de "ciertos acontecimientos pasados" de su vida privada, personificados en la figura de la que fue su amante durante varios años, Corinna Larsen, el anterior jefe del Estado ponía tierra de por medio para calmar la controversia.
El destino del rey emérito se conoció oficialmente dos semanas después de salir de España en un avión privado desde Vigo (Pontevedra). Fue la Casa Real la que dio la información tras publicarse en un medio una foto de don Juan Carlos bajando del avión.
Durante su estancia en Abu Dabi, donde le han visitado varias veces sus hijas, las infantas Elena y Cristina, el rey Juan Carlos ha llevado a cabo dos regularizaciones fiscales sin requerimiento previo de Hacienda con el propósito de evitar la acusación de delito fiscal, del que no hubiera estado protegido por la inviolabilidad que tuvo como jefe de Estado.
El 9 de diciembre de 2020, hizo la primera declaración voluntaria, que se saldó con el pago de una deuda de 678.393 euros por las donaciones recibidas del empresario mexicano Allen Sanginés-Krause entre 2016 y 2018, y que empleó para gastos familiares a través de tarjetas opacas.
La segunda regularización tuvo lugar el 26 de febrero, por un importe de 4,3 millones de euros, por los vuelos privados y los gastos personales de los que se benefició de la fundación Zagatka, gestionada por su primo, Álvaro de Orleans, a espaldas del fisco. Para saldar esta segunda deuda, el rey emérito recurrió a préstamos de una decena de amigos y empresarios.
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