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Los retos de los dos grandes

Socialistas y populares comienzan este año electoral con el convencimiento de que será decisivo para lo que suceda en los comicios generales de 2012. El caso Cascos ha causado una profunda decepción en el PP

10 de enero 2011 - 05:05

Año electoral y año que algunos agoreros piensan que puede marcar el final de la legislatura.

Año electoral porque en mayo se celebran unas importantísimas elecciones autonómicas y municipales que van a impregnar, con permiso de Rodríguez Zapatero, las generales previstas para la primavera de 2012. Y hay que decir lo del permiso de Zapatero porque el presidente ha iniciado el año con una afirmación obligada pero no creíble: que el resultado de las elecciones del 22 de mayo no va a influir en su decisión respecto a su candidatura. La decisión está tomada, dijo hace unas semanas, pero en la dirección del PSOE piensan que toda decisión es revocable; y si creen, casi todos, que en estos momentos Zapatero se inclina más por la retirada, entre los socialistas también está muy generalizada la idea de que un resultado muy bueno en las autonómicas y municipales podría obligar a Zapatero a reconsiderar las cosas.

Zapatero prefiere que le pregunten sobre economía y no sobre elecciones. No solamente porque le incomoda entrar en un asunto, el electoral, que se presenta complicado para su partido según indican los sondeos, sino porque en este momento su empeño está en abordar con tino la crisis económica. Al fin, después de dos años largos de infravalorar las consecuencias de la crisis económica, se ha concienciado de su importancia y piensa dedicarle todo su empeño y esfuerzo. Dicen sus colaboradores que el Zapatero de después de vacaciones no tiene nada que ver con el Zapatero anterior, ha recuperado el ánimo perdido y piensa luchar para salir de la crisis, tomando las medidas necesarias por muy duras que sean y por mucho que le duelan las críticas que puedan llegar desde los sindicatos y desde los sectores más comprometidos de su partido. Porque dicen también sus colaboradores que a Zapatero "no le temblará la mano" a la hora de aprobar medidas drásticas que van a suponer una merma en los ingresos de las familias.

Zapatero tiene además la intención de lanzar un mensaje muy nítido a los españoles, aparte del relacionado con la necesidad de asumir nuevas medidas: el presidente quiere dejar claro que a pesar de la dureza de la crisis, están garantizadas las prestaciones sociales. Un discurso que va a ser insistente, entre otras razones porque la desaparición del cheque-bebé o de la ayuda de 426 euros a los parados de larga duración han provocado el temor de que puedan producirse otro tipo de reducciones en el sector de la sanidad o la educación. Que sea insistente sin embargo no significa que el Gobierno pueda cumplir los compromisos adquiridos, como bien saben, por ejemplo, los que pensaban que la ley de dependencia iba a aplicarse tal como estaba concebida en su inicio.

El objetivo de los socialistas es ganar, antes de mayo, parte del terreno perdido y frenar la caída del PSOE para lograr en las municipales y autonómicas un resultado mejor de lo que auguran las encuestas. En ese sentido, y aunque los partidos afirman que no valoran las desgracias ajenas, un miembro de la dirección del PSOE confesaba que la crisis que se ha producido en el PP con el caso Álvarez-Cascos les ha dado oxígeno; no sólo respecto al resultado electoral de Asturias sino a que la forma en que se ha resuelto el asunto indica que Mariano Rajoy no maneja bien los resortes del partido y además no ha sabido valorar las consecuencias de no tomar decisiones cuando es obligatorio tomarlas.

Si Zapatero ha retomado los ánimos perdidos, en el PP en cambio inician el año preocupados por las repercusiones del asunto Cascos. Ha imperado la prudencia por lealtad al partido, pero cuando se rasca un poco aparecen sentimientos heridos y una profunda decepción por la forma en que Rajoy ha llevado el caso. Sin embargo prefieren no entrar en detalles, sino hacer pronósticos sobre las elecciones.

En el entorno de Rajoy hay quien cree que Zapatero adelantará las elecciones, y la maquinaria está perfectamente engrasada para ese reto. De momento, este mes de enero se celebrarán dos actos que se esperan multitudinarios y que tienen como objetivo poner en la pole de salida a las estructuras regionales y municipales en la mejor de las condiciones posibles. Primero se celebrará una reunión en León con participación de los representantes del PP en el exterior, un encuentro en el que además de Rajoy tendrá participación importante José María Aznar. Y después, en Sevilla, tendrá lugar una convención a la que asistirá la plana mayor del partido, con discursos que marcarán las líneas maestras de la política y los proyectos que va a defender el partido de cara a las municipales y autonómicas.

Son elecciones fundamentales para Rajoy. Las encuestas que maneja son muy buenas, pero algunos de sus asesores le piden prudencia porque para gobernar en las comunidades autonómicas y en los ayuntamientos el PP necesita mayorías absolutas, que son muy difíciles de lograr: en la pasada legislatura abundaron los resultados en los que el partido perdió gobiernos por quedarse a un escaño o un concejal de la mayoría absoluta. Rajoy sin embargo está seguro de que 2011 va a ser el año que marcará su destino: el año que le abrirá las puertas para convertirse en el presidente de los españoles.

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