La resistencia de las bases de ERC pone en riesgo el ‘sí’ a Illa en la investidura

Rovira pide en el marco de la negociación que Cataluña pueda recaudar el IRPF

Marta Rovira en un mitin. / EP
Agencias

28 de julio 2024 - 21:45

Entre el desencanto, el estupor y la indignación se mueven las bases de ERC, unos 8.700 militantes que deberán dar el visto bueno definitivo al acuerdo que están cociendo los equipos negociadores de republicanos y socialistas para la investidura de Salvador Illa.

La portavoz de ERC, Raquel Sans, alertó de la “desconfianza” que detecta hacia el PSOE entre la militancia. Ese es uno de los escollos para convencer a las bases, pero no el único, admiten voces de la dirección, conscientes de que el partido lleva más de dos meses en el ojo del huracán.

ERC acumula cuatro varapalos consecutivos en las urnas: en las últimas generales, municipales, catalanas y europeas. Un ciclo electoral pésimo que coincide con el abandono de la vía unilateral hacia la independencia y la apuesta por la negociación con el Gobierno del Estado para encauzar el conflicto político catalán.

Un diálogo que los republicanos reivindican que ha dado frutos -indultos, derogación de la sedición y amnistía- y ha tenido lugar mientras la Generalitat la presidía Pere Aragonès, primer jefe del ejecutivo catalán de ERC desde la restauración de la democracia.

La nefasta noche del 12 de mayo llevó a Aragonès a anticipar que abandonará la primera línea política y a pedir que se asuman “responsabilidades colectivas”. A partir de ahí, la pugna interna, hasta entonces soterrada, comenzó a aflorar.

El tándem que desde 2011 formaban el presidente, Oriol Junqueras, y la secretaria general, Marta Rovira, llegaba así a su fin: el primero dimitió, con la voluntad de retomar el liderazgo del partido más adelante; la segunda optó por seguir los pasos de Aragonès. El futuro de ERC se dirimirá en un congreso el 30 de noviembre.

Las aguas bajaban turbias y solo faltaba que se destapara el origen de la campaña contra Ernest Maragall y su hermano Pasqual. Una investigación periodística reveló que los carteles salieron de las filas del propio partido para generar un movimiento de solidaridad hacia el entonces alcaldable de ERC por Barcelona.

La polémica se mezcló con la pugna interna y llevó a Maragall a darse de baja como afiliado. Militantes consultados están convencidos de que el único objetivo de la “aristocracia” del partido -así la definen algunos afines a Junqueras- es defender sus propios intereses.

A ello se suma la suspensión sine die del congreso de Barcelona que debía avalar entrar a formar parte del gobierno del socialista Jaume Collboni. La movilización de los partidarios del no, más por el momento de la consulta que por el contenido del pacto, hizo que la sala elegida se quedara pequeña. Una sucesión de episodios, que se añaden a la poca simpatía que despierta Illa en las filas de los republicanos, que hace temer a cargos de la dirección que las bases se revuelvan contra el pacto que encarrilan los equipos negociadores.

“Será la primera oportunidad que tengan los militantes para emitir un voto de castigo”, señala una voz con décadas de experiencia en ERC. Otras, más optimistas, confían en que la “madurez” de la militancia permita separar los vaivenes internos del contenido del que debe ser “un buen acuerdo”.

La fórmula idónea para que los militantes avalen el acuerdo parece clara: que la actual dirección, encabezada por Rovira, y Junqueras defiendan que el pacto es bueno. Un “cierre de filas” para el que se lleva días trabajando, si bien diversas fuentes ven improbable que Junqueras acepte mojarse.

Eso pese a que una eventual repetición electoral se prevé nefasta para ERC, ya que podría perder más apoyos y ni siquiera tiene un candidato definido, con Junqueras todavía inhabilitado para cargo público, pese a la amnistía.

Mientras, las negociaciones entre ERC y PSC avanzan con el único escollo del acuerdo fiscal. Ayer domingo la secretaria general de ERC, Marta Rovira, cree que “sería un salto muy importante” que el IRPF sea el primer tributo que pueda recaudar una agencia tributaria catalana propia y, textualmente, no consorciada. “El impuesto de la renta en Cataluña es uno de los que más recaudación tienen y sería un salto muy importante que fuera el IRPF el primer tributo que pueda recaudar la agencia tributaria catalana”, ha declarado en una entrevista publicada este domingo en El País, recogida por Europa Press.

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