La pesadilla de Iñaki Urdangarín

Los datos que aparecen cada día acerca de las actividades profesionales del duque de Palma y su posible implicación en algún tipo de delito amenazan con amargar la Navidad a la Familia Real.

11 de diciembre 2011 - 05:05

LAS imágenes de los últimos días muestran a un Iñaki Urdangarín demacrado, que ha perdido varios kilos de peso y que aparece cabizbajo en las calles cercanas a su domicilio en Bethesda, en Washington. Tampoco la infanta Cristina presenta mejor aspecto, más delgada de lo habitual, con rostro tenso y entristecido. Están pasando una auténtica pesadilla.

Pero la pesadilla no se circunscribe al interior de su domicilio, también en La Zarzuela viven un auténtico calvario desde que hace tres semanas se empezaron a publicar noticias sobre la agencia Nóos, que en tiempos pasados presidía Iñaki Urdangarín y que había creado junto a un amigo cuando se apartó definitivamente de las canchas deportivas. Entre los vocales de esa sociedad, que tenía como principal objetivo la organización de eventos deportivos, se encontraba la propia infanta Cristina así como el que ha sido durante muchos años secretario particular de las infantas Cristina y Elena, Carlos Revenga.

Al poco de publicarse los primeros datos que implicaban a Urdangarín en operaciones que podían considerarse delictivas, con presunto fraude fiscal y falsificación de facturas, el marido de la infanta Cristina cogió un avión con destino Madrid y mantuvo una larga reunión con don Juan Carlos. A través de un conciso comunicado dijo que defendería su "honorabilidad e inocencia en este asunto desde la convicción de que mi actuación profesional ha sido siempre correcta". Al mismo tiempo, fuentes autorizadas de la Casa Real afirmaban que Iñaki Urdangarín debía responder ante la Justicia como cualquier otro ciudadano español. También fuentes de la Casa Real, como otras cercanas a Urdangarín, advertían que el yerno del Rey se encontraba en una situación de absoluta indefensión porque no había recibido ninguna citación judicial, no tenía más noticia sobre las investigaciones que las que filtraba algún trabajador del juzgado o la policía judicial a distintos medios de comunicación, y desconocía el contenido del sumario y el alcance de las acusaciones que se podrían presentar.

En el encuentro que Urdangarín mantuvo con el Rey, y que se produjo a instancias del propio Urdangarín, aparte de insistir en su inocencia y asegurar que no había cometido ninguna irregularidad, expresó su voluntad de hacer lo que fuera necesario no solamente para defender su honorabilidad, sino para dejar al margen de su situación a la institución a la que pertenece por su matrimonio con doña Cristina.

Urdangarín ha demostrado en estos años una disposición total a aceptar cualquier compromiso que pudiera favorecer a la Corona y, cuando desde determinados medios se criticó que hubiera creado una sociedad como Nóos, se dijera que utilizaba su apellido para lograr sustanciosos contratos, y se puso en duda que tuviera ingresos suficientes como para comprarse una lujosa vivienda en Pedralbes, no dudó en disolver la sociedad y poner punto final a sus negocios. Bien es cierto que al contrario de lo que ocurre con otros ciudadanos españoles trabajaba con red porque al poco tiempo recibía una generosa e importante oferta de Telefónica para hacerse cargo de la división internacional que tenía su sede en Washington, a donde se trasladó con toda su familia.

Urdangarín es una persona muy querida en la Familia, le consideran un magnífico esposo y padre y mantiene relaciones excepcionales con los Reyes y con el Príncipe de Asturias, de quien se convirtió en amigo personal, muy cercano. Los Príncipes han mantenido un relación muy especial con los duques de Palma, hasta que el alejamiento de la princesa Letizia de sus dos cuñadas, que es muy evidente aunque las tres hacen esfuerzos por disimularlo, provocó también que dejaran de ser tan frecuentes los encuentros entre los Príncipes y el matrimonio Urdangarín. Sin embargo don Felipe ha telefoneado con frecuencia a Washington en los últimos días para expresarle su afecto y desearle que se clarifique cuanto antes su situación. La Reina se trasladó a Bethesda hace una semana en cuanto finalizaron los actos que el Spanish Institute había programado en Nueva York.

Pero que la Familia Real demuestre su afecto a Urdangarín no significa que se quede de brazos cruzados ante la delicada situación del duque de Palma, que repercute en la imagen de la Corona en momentos especialmente difíciles, con una generación que no conoce el papel que ha jugado la Corona en la historia reciente de este país y, por tanto, cuestiona la vigencia de la Monarquía, y con una encuesta reciente del CIS en la que, por primera vez, los españoles califican con un suspenso a la Monarquía.

En La Zarzuela se han producido varias e importantes reuniones para analizar cómo se puede reaccionar ante el caso Urdangarín, reuniones en las que han participado los Reyes, el Príncipe, el Jefe de la casa del Rey y el secretario general. A pesar de que algunos medios de comunicación habían barajado la idea de que la infanta Cristina se divorciaría de Urdangarín, nunca se ha planteado esa solución, tan drástica y dolorosa, pero sí que Urdangarín dejara de aparecer en actos institucionales, lo que evidentemente provocaría que la propia infanta Cristina reduciría también su presencia, en lo que estaba de acuerdo como lo estaba también Urdangarín.

Porque la Familia Real no se ha encogido de hombros ante el caso Urdangarín. No oculta que lo está pasando mal por las acusaciones a una persona muy querida, acusaciones que además afectan gravemente al prestigio de la Corona.

No quieren trato de favor y sólo esperan que la Justicia llegue al fondo del asunto y no encuentre indicios de delito en el comportamiento empresarial de Iñaki Urdangarín.

Aunque no ocultan su preocupación por los datos que han aparecido hasta ahora.

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