Un nuevo equipo para Mariano Rajoy
las claves
El presidente del Gobierno confía en que los cambios en la cúpula del partido le permitan ganar las elecciones, pero tendrá difícil recuperar los dos millones de votos perdidos.
ACarlos Floriano lo llamó a La Moncloa y, en persona, le anunció que no formaría parte de la nueva dirección del partido. Andrea Levy sin embargo no recibió la noticia de su incorporación al nuevo equipo directivo de manos del presidente, sino que Cospedal telefoneó a Alicia Sánchez-Camacho para comunicarle la decisión de Rajoy de "fichar" a su secretaria de programas para una vicesecretaría, y fue la dirigente del PP catalán la que se lo comunicó a su colaboradora. El presidente del Gobierno y del partido no finalizó su nuevo esquema de partido hasta el último momento, hasta el último día, pero no trató a todos por igual.
Floriano, que ha trabajado en cuerpo y alma para el PP y tuvo que echarse sobre los hombros la responsabilidad de llegar a donde no llegaban Cospedal y Pons, la primera por sus obligaciones como presidenta del gobierno manchego, y González Pons por su trabajo en el Parlamento Europeo, recibió las más amables palabras de reconocimiento de Mariano Rajoy. Incluso llegó a ofrecerle una Secretaría de Estado, pero Floriano prefirió trabajar en el grupo parlamentario del Congreso, donde finalmente ocupará la portavocía adjunta de Economía y Hacienda, ya que es economista de profesión. En la reunión ejecutiva, fueron para él los aplausos mayores, más incluso que los que recibió Rajoy, lo que sin duda servirá de consuelo a un Floriano que no debía estar pasando una buena tarde tras verse desplazado de la dirección nacional.
Rajoy cambió el esquema inicial que tenía respecto al partido y respecto al Gobierno, a medida que los pactos electorales demostraban que la pérdida de dos millones de votos provocaban alianzas que desalojaban al PP de casi todos los ayuntamientos y gobiernos regionales, a pesar de que habían ganado las elecciones.
Rajoy creyó lo que decía Pedro Sánchez en campaña, que no negociaría con Podemos, pero el cambio de criterio del secretario general socialista ha obligado a Rajoy a ir más allá en la reestructuración interna del PP de lo que en principio había previsto. De hecho, en la ejecutiva del día 25 de mayo advirtió que no haría cambios, y pocos días después declaró que los habría, y que se producirían antes del verano. No dio más datos, aunque las especulaciones pusieron nombre y fecha a sus intenciones. Supuestas. No dijo una palabra a nadie hasta que tuvo el esquema decidido, y además quería esperar al resultado de las negociaciones poselectorales, por si podía contar con algunos de los alcaldes o presidentes de diputación que habían alcanzado a mayoría absoluta. Como así ha sido.
Su primera decepción no fue con un Sánchez del que pensaba que no pactaría con Podemos, sino que se la produjeron dirigentes de su propio partido. Un ejemplo fue Juan Vicente Herrera, que en una entrevista con el periodista Carlos Alsina anunciaba que no había tomado todavía una decisión sobre si presentar su candidatura a la Presidencia del Gobierno de Castilla y León. Rajoy no sabía nada de esa decisión. A las pocas horas, Fabra, Rudí y Bauzá declaraban que tampoco harían oposición y que convocarían sus respectivos congresos para elegir nuevos dirigentes. El partido se venía abajo en su estructura regional.
En esos días aciagos fue Javier Arenas, una vez más, quien dedicó muchas horas a hablar con Rajoy y pensar en el futuro. El presidente asumió que debía ejercer más como presidente del partido, renovar caras, iniciar una estrategia de acercamiento a los ciudadanos y explicar la labor que se hacía en La Moncloa y en la sede de la calle Génova, para lo que era preciso una mayor coordinación.
Inició una ronda de entrevistas con ministros, algunos de los miembros de la ejecutiva -no todos- empresarios e inversores, los que escuchó atentamente tomando notas, aunque sin enseñar sus cartas. Nadie sabía sus proyectos a pesar de que desde el gobierno y desde el partido había quienes ofrecían información supuestamente contrastada a periodistas. La mayoría de los que ofrecían esa información eran los que no habían sido llamados a Moncloa. Por eso se han equivocado tanto algunos periodistas en sus pronósticos. El que dio el dato clave fue el ex presidente uruguayo Sanguinetti, que en una cena privada celebrada el pasado miércoles contaba que tras asistir esa mañana a una reunión de la Fundación Carolina, preguntó a Rajoy por la crisis de gobierno, y el presidente le dijo que sería mínima, pero en cambio pensaba hacer importantes cambios en el partido. Como así fue.
Javier Maroto, como Maíllo, son dos personas que Rajoy sigue muy de cerca desde hace años, y ahora les ha dado la oportunidad de sumarse al nuevo equipo de dirección. Maíllo ha tenido conocidos enfrentamientos con Juan Vicente Herrera y, sobre todo, con su sucesora in pectore, la ex alcaldesa de Zamora Rosa Valdeón, y su designación como vicesecretario sin duda es un puyazo de Rajoy hacia un Herrera con el que está muy molesto por la forma en que ha reaccionado al no revalidar la mayoría absoluta. Maroto es un hombre de la total confianza de Alfonso Alonso y no es ningún secreto que su sintonía con la presidenta del PP vasco Arantza Quiroga es regular. De hecho, Quiroga desplazó de su cargo directivo a una de las personas con las que Maroto hace importante tándem político, Iñaki Oyarzábal. Su incorporación a la dirección nacional es un "toque" evidente de Rajoy a Quiroga. Pero no deja de ser una interpretación de los supuestos sentimientos y proyectos de Rajoy, como es una interpretación que sus últimas decisiones rebajan sensiblemente la influencia de Cospedal, que Andrea Levy se configura como la cara del futuro del PP catalán, o que Javier Arenas continúa siendo una de las personas hacia las que Rajoy siente un profundo respeto político.
Como lo tiene hacia Jorge Moragas, a pesar de que es una figura muy discutida en el partido. Por la forma en que acapara a Rajoy y también porque ha promovido iniciativas de muy mal resultado, como por ejemplo al intervenir en algunas decisiones no acertadas en el PP andaluz o, la más sonada, cuando llamó a Sánchez-Camacho para que mantuviera una reunión con la ex novia del hijo de Jordi Pujol, Victoria Álvarez, y la conversación de las dos -muy subida de tono- fue grabada en el restaurante La Camarga. Rajoy confía en él y, de hecho, se acaba de convertir en una de las personas más poderosas del partido.
Tras la intervención de Rajoy en la ejecutiva para anunciar los cambios, se produjo una ronda de intervenciones de los presidentes regionales. Respaldo absoluto a Rajoy, que a partir de ahora será quien presida semanalmente las reuniones de la dirección y estará en el día a día del partido, y nueva crítica de Herrera a la política del Gobierno sobre la minería como hizo tras conocer el resultado electoral. Se vieron gestos de disconformidad, de contrariedad. después, en los corrillos, se criticó que no desvelara sus intenciones respecto a presentarse o no a la investidura.
Feijóo hizo hincapié en su intención de dedicarse a fondo a hacer política en Galicia, quizá para acallar las voces de quienes cuentan que se mueve para entrar en el Gobierno.
El PP renovado está en marcha. Rajoy confía en que con el nuevo equipo puede ganar las elecciones, pero… no lo tiene fácil. Tiene que recuperar los dos millones y medio de votos perdidos.
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