Al otro lado de la valla
Mientras la libertad de circulación sigue siendo un reto de la UE, la organización tiene como prioridad reforzar su frontera exterior
Ya han pasado casi siete años desde que en septiembre de 2005, cientos de personas intentaran traspasar la valla que separa las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla de Marruecos. En ese momento, la respuesta ante los asaltos de las autoridades española y marroquí provocaron cinco muertos y más de un centenar de heridos.
Las autopsias de los dos muertos en el lado español concluyeron que murieron por disparos de arma de fuego desde el lado marroquí. Las autoridades del país vecino culparon a los agentes españoles de los muertos en su lado de la frontera. Consecuencia de esto el Gobierno de Zapatero movilizó después de este incidente a 480 militares y el Gobierno norteafricano, a 600.
Estas políticas, incluyendo las promovidas por la Unión Europeas, que ofreció fondos a los países del norte de África para frenar la inmigración ilegal, no han reducido el incremento de personas que intenta llegar por las ciudades de Ceuta y Melilla.
En Ceuta ha aumentado el número de detenidos en un 125% con respecto a 2010, según el último informe de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) Frontera Sur.
En concreto, las autoridades españolas detuvieron a 1.258 inmigrantes durante 2011. Al otro lado de la valla, 2.400 personas fueron detenidas por Marruecos, según datos de APDHA.
En Melilla, el número de detenidos por agentes de la Policía española es similar a las cifras del año anterior (1.039).
Sin embargo, de estos 2.297 migrantes detenidos, sólo 194 fueron apresado después de intentar cruzar la valla en las ciudades autónomas. Un dato que confirma las medidas aplicadas en la frontera pero que desestabiliza las zonas aledañas, puesto que en Ceuta 566 personas se lanzaron al mar para llegar a las costas españolas a nado, según el informe publicado por APDHA.
Además, la mayoría de los inmigrantes que intentaron llegar a Ceuta y Melilla eran de origen subsahariano, al contrario de lo que piensa la opinión pública que cree que proceden de los países vecinos del Magreb.
Y es que la situación de inestabilidad política en los países subsaharianos, incentivados por la crisis de hambruna en el Sahel o el propio conflicto armado en el norte de Malí, han intensificado la huida de ciudadanos hacia Europa y el principal acceso son las ciudades de Ceuta y Melilla, situadas en el continente africano.
"Las ciudades de Tombuctú o Gao (ahora de control Tuareg y facciones del Al Qaeda en el Magreb Islámico) han sido punto de partida de miles de migrantes que quieren llegar Europa", comentaba Carlos Arce, coordinador del área de Inmigración de APDHA.
Los emigrantes parten desde sus países hasta Malí, donde inician su viaje a Europa por Mauritania y el Sahara Occidental hasta Marruecos; o por Argelia hasta la frontera con Marruecos. En el país vecino suelen buscar trabajo a la espera de conseguir un pasaje de ida hacia viejo continente, y sobreviven en condiciones infrahumanas en suburbios donde sufren numerosas violaciones de derechos fundamentales.
"En Marruecos los migrantes subsaharianos sufren numerosas vulneraciones de derechos humanos, y es consecuencia de las políticas promovidas por los estados de la UE", denunciaba Arce.
La ciudad fronteriza de Oujda, entre Argelia y Marruecos, sigue siendo el centro más conflictivo de las políticas migratorias de los países magrebíes. "En esta ciudad Marruecos abandona a su suerte a los migrantes que tienen como tarea volver a sus destinos", comentó Arce, quién denunció que en esta tierra de nadie bandas, maleantes y agentes suelen atracar y violar a los inmigrantes.
Sin embargo, la Unión Europea sigue reforzando su frontera exterior, del mismo modo que amplía la libertad de circulación dentro de los estados miembros, una acción que desde la APDHA denuncian, ya que desde la organización abogan por "regular los flujos migratorios" y eliminar las vallas, que "simbolizan las violaciones de los derechos humanos a ambos lados".
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