La juez ante un indiferente Txapote: "¡Y encima se ríen estos cabrones!"
El ex jefe militar de la banda permaneció impasible mientras la viuda de un concejal asesinado narraba cómo fue testigo del asesinato de su marido.
La juez de la Audiencia Nacional Ángela Murillo ha criticado durante un juicio la indiferencia del ex jefe militar de ETA, Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, ante el testimonio de la viuda del concejal de UPN en Leitza (Navarra), José Javier Múgica, que fue asesinado el 14 de julio de 2001 después de que le colocaran una bomba lapa en su furgoneta. "¡Pobre mujer! ¡Y encima se ríen estos cabrones!", ha dicho.
El comentario, que ha sido recogido por los micrófonos de la sala de vistas, se ha producido al término de la declaración como testigo de la viuda de Múgica, Adoración Zubeldia, que ha relatado entre lágrimas cómo se produjo el atentado. "Salí al balcón y lo vi en una esquina, lo vi que estaba contra un arbusto y que se estaba quemando a la vez que la furgoneta", ha declarado.
Tras considerar "una desgracia" que todavía se encuentre bajo "tratamiento" por las consecuencias que le ha dejado el atentado, ha explicado que su marido recibió "amenazas" antes de ser asesinado e incluso le dibujaron "pintadas con una diana" en la tienda de fotografía que regentaba, en la que además le entraron a robar. "Nos quemaron la furgoneta, fue una pista de que ellos no querían que trabajásemos allí en el pueblo", ha añadido en otro punto de su intervención, en la que ha asegurado que su hijo podría haber sido víctima del atentado porque cogía el vehículo "muchas veces para ir a trabajar".
Txapote, que ha contemplado el testimonio de la víctima sin realizar ningún gesto, y dos de sus compañeros de banquillo -los miembros del comando Argala, Andoni Otegi y Óscar Celarain-, se han negado a obedecer a la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, y ni siquiera se han puesto en pie para decir que no iban a participar en el procedimiento, en el que se enfrentan a penas de entre 38 y 48 años de cárcel.
El exdirigente etarra, que lucía una camiseta del Ibilaldia Galdakao, una iniciativa en defensa del euskera, se ha limitado a señalar en esta lengua y en tono desafiante que no iba a "participar en el juicio". "He dicho todo lo que tenía que decir", ha añadido después.
Otegi ha guardado silencio a pesar de que el pasado jueves aseguró en otro juicio que se vivían "tiempos en los que esto se tiene que solucionar". Tanto él como Celarain han imitado a Txapote y, sin levantarse de la silla que ocupaban, se han negado a contestar las preguntas del fiscal Carlos Bautista y del resto de partes.
Al tercer interrogatorio, Murillo ha desistido y ha señalado a Celarain: "Da igual, quédese sentadito, pero primero va a escuchar lo que yo le voy a decir". Poco después, ha pedido a las Fuerzas de Seguridad que les cambiaran de sitio para que dejaran de hablar entre ellos. El único acusado que ha declarado ha sido Juan Carlos Besance, que ha señalado a preguntas de su defensa que las declaraciones autoincriminatorias que realizó ante la Guardia Civil fueron realizadas bajo "torturas". "El primer día de la detención me pusieron la bolsa varias veces. Me ponían gomaespuma con un antifaz y me obligaban a hacer flexiones", ha dicho.
Los cuatro acusados se enfrentan a penas de entre 38 y 48 años de cárcel por un delito de asesinato terrorista, otro de tenencia y utilización de explosivos y un tercero de pertenencia a banda armada, por el que los tres primeros han sido ya condenados. El asesinato de José Javier Múgica, edil de UPN en Leitza (Navarra), se produjo el 14 de julio de 2001.
Txapote ha sido condenado a cientos de años de cárcel por los asesinatos, entre otros, de Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez. Otegi y Celarain, por su parte, cumplen penas de 18 años de cárcel por el atentado de Marbella, 12 años y medio por estragos intentados y depósito de armas y otros ocho años en Francia por integración en banda armada y tenencia de armas y explosivos.
Para acabar con la vida del concejal, Otegi y Celarain colocaron una bomba lapa que contenía tres kilos de dinamita en los bajos de su vehículo, mientras Besance les esperaba en otro coche para emprender la fuga. Cuando a las 9.45 horas, Múgica arrancó su vehículo, que se encontraba en el número 30 de la calle Amazabal de Leitza, la carga estalló y acabó con la vida del edil prácticamente en el acto. El atentado fue reivindicado por ETA mediante un comunicado remitido el 26 de julio de 2001 al diario Gara. En diciembre de 1999 aparecieron en Leitza varias pintadas contra el PP y UPN por la situación de los presos y un dibujo que mostraba las siglas del segundo partido dentro de un círculo cruzado por un aspa, a modo de punto de mira.
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