El 'frente de cárceles' yihadista quería convertirse en una célula
La red tenía su propio emblema y amedrentaba a los díscolos.
Tanteaba a terroristas destacados por sus altas condenas en la Audiencia Nacional, como un implicado en la operación 'Caronte'
El frente de cárceles desmantelado por la Guardia Civil aspiraba a crear una célula yihadista y contaba de hecho con su propio emblema, una alteración del logo del Estado Islámico (EI) que introducía en las cartas que enviaba a otros condenados por pertenencia a organización terrorista para animarles a seguir reivindicando los preceptos del EI, según fuentes de la investigación.
El objetivo era unir fuerzas en torno a la causa que defendía el principal cabecilla, según los investigadores, Mohamed Achraf, un yihadista muy conocido en las prisiones españolas, pues ha pasado interno más de una década. Cuando estaba cumpliendo su primera condena fue sentenciado de nuevo a 14 años de prisión por organizar otro frente de cárceles, en lo que se conoció como operación Nova.
Junto a Achraf, otras 14 personas fueron condenadas en 2005 por planear atentados contra varios objetivos emblemáticos de Madrid, entre ellos la Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo o la estación ferroviaria de Príncipe Pío.
Achraf ya estaba a punto de salir de prisión -le quedaban unos pocos días- tras cumplir íntegra su condena, sin haberse beneficiado de ningún permiso penitenciario, ninguna flexibilización en su régimen de internamiento (dentro del fichero conocido como FIES) y cambiando de cárcel constantemente.
"Política de patios"
Su objetivo con este nuevo frente de cárceles era implantar una "política de patios" consiguiendo que todos los condenados por yihadismo fuesen recluidos en una misma prisión. Impulsaba, junto a sus tres principales acólitos, el envío de cartas a yihadistas encarcelados en distintos puntos de España de los que tenía noticia para animarles a mantenerse firmes en la defensa del EI y la reivindicación de la yihad.
Muchos de esos reclusos le contestaron y acabaron entablando un género epistolar, hasta el punto de que hay 26 investigados por este motivo en 17 cárceles distintas, aunque en algunos casos la respuesta era para desvincularse y marcar distancia. Otros ignoraron sus misivas, pero no era su única forma de actuar: Cara a cara con otros internos, utilizando a presos comunes como recaderos o aprovechando visitas a terceros, hacían llegar su mensaje. Amedrentaba, según las mismas fuentes, a quienes se negaban a unirse a su causa.
Tres acólitos en la cúpula
Por debajo de Achraf, pero también dentro de la cúpula del frente de cárceles yihadista desarticulado, los investigadores sitúan a Karim Abdeselam Mohamed, alias Marquitos, quien fue condenado en 2015 por la Audiencia Nacional a 12 años de prisión por integración en célula yihadista.
El segundo acólito del líder del frente es Mohamed el Gharbi, recientemente condenado a ocho años de cárcel en el marco de la operación Caronte, una gran operación policial que desarticuló en 2015 una red yihadista formada por diez personas que habían planeado atentar en Barcelona.
El Gharbi y otros dos integrantes de Caronte trataron de llegar a Siria en coche, a través de Turquía, pero fueron detenidos en la frontera con Bulgaria y posteriormente entregados a España. En el juicio celebrado el pasado enero, aseguró que en dicho viaje no tenía ninguna intención de cruzar a Siria, sino quedarse en Estambul para comprar "ropa de marca falsa" para venderla después "de contrabando" en España.
El tercer hombre de confianza de Achraf en la cúpula del frente de cárceles es el también marroquí Abdelghani Zarrouri, un preso común condenado a 23 años por el asesinato de su esposa. Según las fuentes consultadas, Zarrouri ha ido radicalizándose poco a poco durante su estancia en la cárcel. Tampoco le gustaba el régimen penitenciario español. Se quejaba de cuánto se penaba aquí por matar a una mujer.
Fuera de la cúpula, pero entre los internos condenados por yihadismo que han respondido a las cartas de Achraf, está Ahmed Samsam, de nacionalidad danesa y origen sirio que fue juzgado en la Audiencia Nacional hace sólo unos pocos meses. Fue condenado en julio a ocho años de cárcel, pero llevaba tiempo en prisión provisional y ya había establecido contacto con esta red.
Las mismas pintadas en cárceles distintas
Las pesquisas sobre este frente de cárceles se iniciaron en 2017, cuando la Audiencia Nacional recibió una denuncia contra un preso por enaltecimiento del terrorismo que había perpetrado una pintada en la prisión. Cuando se pidieron informes, no tardó en aflorar la existencia de pintadas de contenido muy similar en más de media docena de establecimientos penitenciarios.
Los investigadores, a instancias de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, no tardaron en encontrar el nexo entre ellas, la correspondencia que recibían y enviaban condenados por yihadismo, que estando en prisión tienen derecho, aunque bajo control, a mantener comunicaciones, y escribían "compulsivamente". Todas las cartas eran fotocopiadas por funcionarios de prisiones, que cuando se trata de este tipo de presos de especial seguimiento, controlan el contenido.
En este proceso nunca saltó una alarma que hiciera temer un peligro de atentado inminente, pero sí intercambios que cuando menos, incurrían en enaltecimiento y adoctrinamiento en la yihad, según las mismas fuentes. No obstante, los investigadores han recogido también notas que habrían pasado de mano en mano e información facilitada por otros internos en relación al grupo investigado, como el de uno que apuntó que creía haber oído que la intención era atentar contra la Embajada de España en Marruecos.
Este hecho aún no se ha acreditado, a falta de que se termine de traducir toda la documentación recogida y se revisen también los resultados de los registros en las celdas de estos internos -apareció también algún elemento que podía utilizarse como arma-. Las investigaciones se centran ahora en contrastar si los esfuerzos de Achraf y los suyos por aunar a los yihadistas iban a materializarse de algún modo fuera de prisión. No en vano, él tendría que salir en libertad el 17 de octubre tras cumplir íntegra su condena, fecha ésta por cierto, que desencadenó la operación.
El siguiente paso será la toma de declaración de los cuatro dinamizadores de la red. Este miércoles el titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, escuchará a Achraf y los suyos por videoconferencia y decidirá a continuación si pide medidas sobre ellos, aunque salvo en el caso del cabecilla, al resto les quedan todavía varios años antes de poder salir de prisión.
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