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Feijóo da el primer paso

Si alguien busca cambio, el líder del PP está dispuesto a promoverlo; pero son otros los que tendrían que responder a ese gesto

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, el pasado jueves en el Congreso. / Javier Lizón / Efe

24 de noviembre 2024 - 06:58

"No tengo los votos para cambiar el Gobierno, pero estoy en disposición para abrir nueva etapa en nuestro país”. Fueron las palabras que pronunció Alberto Núñez Feijóo al conocer el contenido de la declaración de Víctor de Aldama ante el juez de la Audiencia Nacional. Todo el mundo interpretó que el presidente del PP y líder de la oposición estaba dando el primer paso hacia una moción de censura. Pero sólo podría hacerse efectiva, y efectivamente promover un cambio de Gobierno, si se sumaban algunos de los partidos que hoy apoyan al Ejecutivo de Sánchez.

Feijóo no ha diseñado ningún plan para promover esa moción, ni ha repartido instrucciones a los suyos para que intenten hacer una aproximación a otras fuerzas políticas. Considera que él ya ha movido ficha al difundir el mensaje de que si alguien busca cambio, él está dispuesto a promoverlo; pero son otros los que tendrían que responder a ese gesto, porque el PP no cuenta con los votos necesarios para que haya relevo en La Moncloa. Pero si algunos de los socios de Sánchez piensa que ha llegado el momento del cambio, más aún después de que las declaraciones de Aldama han puesto sobre la mesa la posibilidad de que el jefe de Gobierno sea corrupto o haya amparado la corrupción, es posible que algún dirigente político con representación parlamentaria decida ponerse en contacto con Feijóo para hablar de futuro. Sabiendo ya que Feijóo daría respuesta para iniciar un diálogo, a ver a dónde conduce.

Los riesgos de la moción

Tiene en cuenta Feijóo varias cuestiones. La primera, ya apuntada, que no cuenta con los votos necesarios. Sabe también, que será muy difícil que los actuales dirigentes que apoyan siempre a Pedro Sánchez se resisten a dejar de hacerlo, porque nunca encontrarán en La Moncloa ningún presidente más dispuesto a aceptar sus exigencias, por imposibles que parezcan.

Con Sánchez, nacionalistas, independentistas y vascos que en tiempo apoyaron el terrorismo de ETA han conseguido grandes cantidades de dinero para abordar sus proyectos políticos o en sectores tan importantes para asegurar los votos como son las infraestructuras o la mejora de la sanidad y la educación. Han logrado competencias fiscales e incluso en la seguridad social, amnistía para los condenados por la intentona golpista en Cataluña, aunque el Tribunal Supremo todavía no ha resuelto sobre todos y cada uno de los casos. Sánchez ha incrementado las competencias del Gobierno vasco en materia penitenciaria, ha hecho hueco a los socios del Gobierno en los equipos directivos de las instituciones del Estado, y también en un ente importante, el consejo de RTVE, un auténtico cañón informativo a nivel nacional que puede promover o hundir siglas y nombres a conveniencia. Nunca han tenido tanto poder los partidos periféricos. 

Sabe también Feijóo que esos partidos que ahora mismo sienten inclinación incondicional a colaborar para que Pedro Sánchez se mantenga en el Gobierno, tienen a una parte de su militancia, y de sus seguidores, muy descontentos con el actual presidente, y el descontento se agranda ante las medidas fiscales que promueve el Gobierno y que van a perjudicar seriamente los bolsillos. En unos casos directamente y en otros porque las empresas y bancos castigados no se van a quedar cruzados de brazos ante las nuevas políticas que afectarán a sus economías … y las repercutirán en los ciudadanos subiendo intereses, recibos energéticos, reducción de personal a través de ERE y ERTE, cierres ... o traslados a países que cuidan más a sus profesionales y a los inversores.

Creen en Génova, que la buena disposición de Feijóo a abordar una posible moción de censura a Sánchez no va a provocar llamadas a su puerta. Ahora desde luego no. Pero una vez que se aprueben los Presupuestos –que todo el mundo da por hecho– y, por otra parte, que se incremente la sensación de que el Gobierno tiene mucho que explicar sobre corrupción, podría producirse un movimiento de descontento ciudadano que haría reflexionar a los dirigentes de los partidos sobre el coste electoral que puede tener seguir apoyando al actual Gobierno.

Sólo una moción de censura ha tenido éxito, la que presentó Sánchez contra Rajoy. Las otras no salieron adelante, pero una de ellas no puede considerarse fracasada: la que presentó Felipe González contra Adolfo Suárez en 1980. Sabían perfectamente los socialistas que no tenían posibilidad de ganar, pero tanto González como Alfonso Guerra, que la defendió, la utilizaron como estrategia para presentar al dirigente socialista como hombre de Estado y con un programa de gobierno bien elaborado. Fue una operación política importante: dos años más tarde, Felipe González se convirtió en presidente del Gobierno con la mayoría absoluta nunca alcanzada antes ni después.

Juez y Fiscalía ponen en libertad a Aldama

Aquella situación no tiene nada que ver con la actual, pero el descrédito generalizado de la figura de Sánchez por el engaño sistemático a sus militantes y votantes al no cumplir su palabra, su asociación con partidos que él mismo consideraba indeseables para gobernar, y la irrupción de la corrupción en las entrañas más profundas del Gobierno ha hecho pensar a Feijóo que no debía ni podía aparecer como un político sin capacidad de reacción.

No es la primera vez que piensa en una posible moción de censura, si sería conveniente abordarla en algún momento incluso aunque no salieran las cuentas. Pero el jueves, tras conocer las declaraciones de Víctor de Aldama creyó que era necesario expresar que él estaba dispuesto a asumirla. Un primer paso. Pero serán ahora otros partidos los que se manifiesten. 

Pueden quedarse quietos ante lo que ha denunciado ante un juez y un fiscal un Aldama que ha formado parte del equipo más cercano de José Luis Ábalos, durante años la persona de más confianza de Sánchez y que, por tanto, conoce bien todos sus secretos, los buenos y los menos buenos. O, por el contrario, incluso si Aldama presenta las pruebas irrefutables que dice tener, los socios de Sánchez pueden siguen apostando por él por conveniencia, por interés. O, quizá, decidan descolgar el teléfono y sentarse con Feijóo para hablar sobre moción de censura. Es decir, hoy por hoy en Génova no ven factible que haya socios de Sánchez que se planteen presentarle cara, pero en el futuro inmediato… quién sabe. 

Dependerá en gran parte de qué informaciones más maneja el comisionista Aldama. Y de las informaciones que vayan publicando los medios de comunicación, que tienen más e irán ofreciendo a medida que comprueben que tienen base de credibilidad. 

Sánchez se ha defendido diciendo que todo lo que cuenta Víctor de Aldama es mentira, pero sólo con que sea real la mitad de los datos que ha dado hay material para poner en cuestión a Sánchez y a personas de su círculo más íntimo. Por no mencionar que el juez y el fiscal que han puesto en libertad a Aldama tras su comparecencia tienen datos suficientes sobre la causa –declarada secreta– para contrastar algunas de las informaciones aportadas por alguien que se ha movido en el círculo del poder sanchista.

En cualquier caso, la decisión de presentar una moción no sólo está en manos de Feijóo. Tendrán que tomar decisiones partidos que hoy apoyan a Sánchez y que pueden salir mal parados si se demuestra que hay corrupción importante en el entorno presidencial. También se da por hecho que Feijóo querría escuchar a la dirección nacional de su partido, una docena de personas que él eligió y ratificó el Congreso de Sevilla, para que marquen la estrategia a seguir.

Se seguirá hablando mucho de Aldama. Y de Ábalos, Koldo, Sánchez y Begoña Gómez, cargos del PSOE y del Gobierno… La pelota se ha puesto a rodar y las consecuencias son impredecibles.

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