Un trompazo que alteró todo y hasta eclipsó promesas

Cuatro por uno

La intolerable agresión que recibió el presidente del Gobierno en Pontevedra mediatiza la jornada en la que prometió libros de textos gratis, aunque digitales. Sánchez insiste en tensionar.

Alberto Grimaldi

17 de diciembre 2015 - 01:00

UN brutal puñetazo mediatizó ayer el día. Un joven le atizó con inusitada violencia al presidente del Gobierno mientras paseaba por las calles de Pontevedra, la ciudad de la que se considera Mariano Rajoy, quien no obstante nació en Santiago de Compostela. Le pegó sin mediar palabra. Tras estar un rato a escasos metros. Y sin justificación alguna. Porque nada justifica el uso de la violencia en la discrepancia política. El candidato del PP reaccionó con calma, sin aspavientos. Ni un mal gesto contra el agresor, que trató de huir pero fue reducido y detenido por atentado contra la autoridad. Rajoy se quedó sin gafas, rotas por la violencia del golpe, y con una evidente hinchazón en la cara.

El PP acertó al no exacerbar el incidente. El paseo continuó unos minutos más y Rajoy fue despedido entre vítores y gritos de "¡presidente, presidente!". Y de ahí se fue a A Coruña, donde tenía un mitin que se mantuvo, aunque compareciese sin lentes y el rostro enrojecido. En su intervención tampoco hizo mención directa a la agresión, por más que ésta lo hubiese mediatizado todo. Sólo un elogio del presidente a la moderación del pueblo gallego puede enmarcarse en el contexto del trompazo. Es un acierto. Caer en la tentación de sacar rédito hubiese sido un gran error. Y mira que argumentos hay, porque tensionar la campaña con insultos personales, como ha ocurrido esta semana desde el cara a cara del lunes por la noche tiene consecuencias imprevisibles. Si se siembra crispación se puede acabar cosechando violencia. Y hubo un cretino que lo confirmó ayer por la tarde en Pontevedra. Rajoy y su equipo de campaña han optado por este tipo de contacto cercano con la gente. Lo ha hecho cada jornada y varias veces al día. Por toda la geografía española. Sin problemas y con muchas muestras de cariño y cercanía de los españoles que decidieron acercarse al gobernante que les pide el voto para ser reelegido. Hasta ayer, en la que un energúmeno cedió a la pulsión violenta.

El PP está haciendo la campaña que le conviene. Sin que su candidato cometa errores de bulto y en la que los reproches sólo tienen que ver con los debates, por ausentarse o por no prepararse a conciencia la defensa contra la previsible embestida de un Pedro Sánchez que se jugaba su última bala.

Y es precisamente no usar descaradamente el puñetazo lo que puede beneficiarle, porque hechos como éste reafirman votos decididos y pueden consolidar los que están a punto de decantarse.

Aun así, la rechazable violencia casi borró del mapa la apuesta que ayer hizo Rajoy. Una promesa de esas que ya no abundan en campaña: libros de texto gratis, pero digitales. En Andalucía lo son desde hace diez años. Y de papel. Los financia, además, la Junta con sus fondos propios. Pero aun así, prometer libros gratis y vincularlos al desarrollo de la digitalización de la escuela es una promesa atractiva, porque son muchos más los españoles que tienen que pagarlos.

Al presidente le quedan dos días para mantenerse en cabeza, confiar en que, como sospechan los sociólogos que hacen encuestas, buena parte del voto no declarado sirve para ratificar su gestión con una victoria que él mismo sabe, y admite, que es insuficiente para garantizar su investidura sólo con sus votos. La incertidumbre se mantendrá hasta el domingo porque los cuatro bloques que se esbozan complican sobremanera la gobernabilidad.

El más ágil de nuevo: condena y solidaridad

Lo enfatizábamos ayer: está haciendo mejor campaña que sus tres oponentes. Pablo Iglesias fue el primero de los rivales de Mariano Rajoy que, al saber de la agresión en Pontevedra, reaccionó con inmediatez y acierto. Mandó un mensaje al propio presidente del Gobierno expresándole su condena a los hechos y su solidaridad, dejando claro que no hay desencuentro político -y la distancia ideológica entre uno y otro es grande- que justifique una acción violenta. Iglesias es dado a meter el dedo en la llaga con la oratoria, pero en estas elecciones está cuidando mucho las formas. De hecho, ha sido de los más críticos con Pedro Sánchez por recurrir al ataque personal y no político. Luego le siguieron todos los demás, porque no cabe otra respuesta ante un hecho tan inaceptable como delictivo, que la condena y la solidaridad.

Defiende el fin del concierto... en Bilbao

La coherencia es un valor en política. Y Albert Rivera presume de mantener siempre el mismo discurso independientemente del lugar en el que lo pronuncie. Una de las reformas que propone Ciudadanos es que no haya diferencia alguna en la financiación, incluso más allá del famoso café para todos que impulsase en los años 80 Manuel Clavero Arévalo, ya que Iglesias eliminaría los derechos económicos forales de los que gozan el País Vasco y Navarra y que garantiza la Constitución de 1978. Allí recaudan los entes regionales y pagan un cupo al Estado. C's no comparte ese "privilegio". Lo ha dicho muchas veces. Pero ayer no tuvo remilgos en explicarlo en un acto público que organizó su partido en un hotel de Bilbao. Eso sí, sus expectativas electorales allí son bajas, porque el concierto es un asunto que defiende allí todo el arco político.

La reafirmación sólo sería interna

Pedro Sánchez considera que ha ganado todos los debates. Así ha sido en los tres de gran audiencia en los que ha participado. Pero en ninguno de ellos se ha reflejado en los sondeos un impulso a sus opciones electorales. Ni siquiera tras jugárselo todo a la carta de atacar personalmente a Mariano Rajoy para reengancharse a la campaña. El único sondeo que se conoce tras el cara a cara -publicado en Andorra porque en España están prohibidos desde el martes- señala que el PP no perdió nada y mantiene el mismo porcentaje que el lunes. El PSOE en cambio, bajó tres décimas su apoyo. El rédito del tono agresivo y faltón sólo tendría lectura interna. Es en las filas de los militantes y votantes convencidos del PSOE donde hizo efecto. Ayer le recibieron en Murcia con camisetas con la broma: "No seas ruiz".

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