Un tipo curtido en el campo

José Torres Hurtado nació y creció en Píñar y es un hombre pegado a la tierra, que le enseñó mucho de lo que ahora aplica en su día a día · Es madrugador, puntual hasta la obsesión y amante del pop de los sesenta

Un tipo curtido en el campo
Un tipo curtido en el campo

Su currículum político es amplio y de sobra conocido, pero... ¿qué tal es como persona José Torres Hurtado, el hombre que hoy inicia su tercer mandato consecutivo al frente del Ayuntamiento de Granada?

Gente que lo conoce desde hace muchos años (como Sebastián Pérez, presidente provincial del PP, que empezó a trabajar con él en 1989, cuando Torres iba como número uno de la lista granadina a las autonómicas y Pérez era un tipo de 24 años que apuntaba maneras en Nuevas Generaciones) asegura que esa imagen que transmite de hombre sencillo y cercano es absolutamente cierta, que no hay trampa ni cartón.

No es nada peyorativo definir a alguien como una persona de campo, porque eso no tiene nada de malo. José Torres Hurtado nació el 15 de noviembre de 1946 en Píñar y su infancia la pasó en el pequeño cortijo de sus padres, una familia ligada a la tierra que dependía de sus frutos, con lo que, cuando las cosechas no eran buenas, pasaban, si no hambre, al menos sí estrecheces.

Eso le hizo comprender desde pequeño que las cosas se consiguen con esfuerzo, que hay que saber administrar el dinero porque no se sabe cuándo va a faltar. Conocimientos que aplicó cuando, acabados su bachillerato, dejó el campo y se vino a Granada a estudiar Ingeniería Técnica Agrícola, disciplina que acabó en Madrid.

Pero ni la vida en Granada ni su paso por la capital alteraron su pasión por el campo, que permanece intacta. Cuentan que le encanta pasear entre los árboles, que nunca deja pasar la oportunidad de preguntar cómo se cultiva tal cosa o qué hay que hacer para que una planta mejore. Muy probablemente, si la política no se hubiera cruzado en su camino, hubiera seguido los pasos de su padre.

De la vida campestre también adquirió el hábito de despertarse a las claras del día. A las seis de la madrugada ya está despierto. Hace algo de ejercicio en casa (tiene una máquina de correr) para sudar un poco, desayuna y se desplaza al Ayuntamiento, donde a veces llega antes incluso que los empleados.

No sólo es madrugador. Tiene también una obsesión casi enfermiza con la puntualidad. Si hay algo que lo pone irascible de verdad es llegar a la hora fijada a un acto y que éste empiece quince minutos después. Tampoco tolera que su gente llegue tarde. "Si un concejal se retrasa dos minutos, es hombre muerto", revela Sebastián Pérez, de forma bien gráfica.

Aseguran que trabajando es muy exigente, con él y con los demás, pero que tampoco es de dar broncas porque sí. Eso sí: se le puede aplicar perfectamente lo de que es alcalde las 24 horas. Si sale una noche de tapas por La Chana y ve que una calle está sucia, es muy capaz de llamar a algún responsable de Inagra para pedirle que actúe.

Hasta ejerce de alcalde fuera de la ciudad. Una vez, en Marbella, vio que de una alcantarilla de una céntrica avenida salían aguas fecales y no dudó en llamar a la alcaldesa, Ángeles Muñoz, para comentarle el problema. La regidora, después de darle las gracias de corazón, mandó una brigada de inmediato.

"Políticamente, una de sus mejores virtudes es que sabe decir que no", continúa Sebastián Pérez. Si alguien llega a su despacho con un proyecto peregrino o irrealizable, Torres nunca le promete que al menos le estudiará para que lo deje tranquilo. Lo rechaza de forma categórica y hace lo que sea para que al autor le quede claro que no es no.

Es un enamorado de la radio y ni en su coche oficial ni en el particular deja de sonar, salvo para poner algún cedé recopilatorio de canciones de los sesenta y los setenta. Se sabe de memoria un montón de temas de Fórmula V, Los Brincos, Los Diablos...

En cuanto a la lectura, le priva la novela histórica y autores como Pérez Reverte y Muñoz Molina. No es de ensayos sesudos. Tampoco es muy sofisticado en sus gustos cinematográficos: una película del Oeste, de las de John Wayne de toda la vida, es para él una forma genial de pasar la tarde. Mejor aún si es en casa, con su familia, tras unas migas o un pisto regado con un buen tinto de Rioja.

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