En territorio anarcotabernero

POLÍTICA DE BARRA

El Bar Vicente de El Puerto de Santa María reúne en un rato a gente que duda, gente segura y gente que guarda el secreto de su voto desde la altura de los 91 años que ha vivido

Manuel / Muñoz

18 de diciembre 2015 - 01:00

NOVENTA y un años dan en este país para haber vivido y recordado el reinado de Alfonso XIII con la dictadura de Primo de Rivera, la República, la Guerra Civil, la dictadura de Franco y la vuelta de la democracia con muchos y diferentes gobiernos. Tenía razón Francisco cuando, asaltado por el periodista nada más entrar por la puerta del genuino Bar Vicente de El Puerto, le respondió sobre su edad: "Si se lo digo no se lo cree usted". No, el "reportero" no se lo podía creer pero sí se interesaba, y mucho, por la opinión de quien acumulaba más experiencia que ninguno de los presentes. Y naturalmente que tenía su pensamiento, y claro que irá a votar este domingo, "como siempre", pero ¡mecachis! no estaba dispuesto a decir por qué partido lo hará: "¡Eso no se lo digo ni a mi abuela, el voto es secreto!". Ya, ya, pero se puede decir si usted quiere. "De eso nada. Además, que yo ya estoy de vuelta de todo, hombre, que luego me sacan en el Diario y la gente dice mira éste lo que va diciendo. ¿Soy yo torero o artista o alguien importante para que me anden preguntando? Eso no le interesa a nadie, hombre".

El periodista sí se creyó lo de los 91 años, asombrado de la claridad del pensamiento y el discurso de este hombre, que trabajó toda su vida en las bodegas Osborne, que fue jefe de almacén y que tuvo en sus manos "los mejores vinos" de la firma. Y que ahora sigue ligado a los vinos por mano de las dos copitas de amontillado que se toma todos los días en el bar. ¿No será eso lo que le ha hecho llegar a su edad? "No hombre, esto es herencia genética. Tengo muchos familiares que han llegado a los 90. Hace poco se murió una tía mía con 100 años. Yo no voy ya a a la Feria ni ando por la calle y eso sí, lo único es que todos los días me tengo que tomar tres pastillas para la tensión, una para que no me suba el azúcar y otra para el colesterol. De cabeza voy bien, aunque a veces se me olvidan las cosas y me vuelvo a acordar a la media hora... Lo peor es las rodillas, que tengo que ir con bastón."

Francisco se encierra en el secreto de su voto, pero en la barra está Julio Barcia, quien durante 30 años trabajó de camarero muy cerca, en El Cafetín, y se declara "harto de tanto politiqueo barato", al tiempo que reclama que "entre un Gobierno que dé trabajo y ayude a las personas necesitadas, que habemos un montón". Se oye un ¡ja! escéptico detrás. Sí, es Francisco desde la silla en la que ha buscado descanso: "¿Trabajo? -dice-, si El Puerto está muerto, si no hay industria ¿cómo va a haber trabajo? Ay, El Puerto que yo conocí...". Julio insiste: "Pues que entre otro. Esto no es como el fútbol, no tiene que ser Real Madrid o Barcelona. Yo voy a votar a Izquierda Unida, no tienen que gobernar siempre los mismos, los mismos gobiernos corruptos. No me fío, ya han estado uno y otros ¿no? pues ahora le doy mi voto al comunista".

En otro extremo de la barra, muy discretos, Bernardo y Milagros no están nada de acuerdo. Ambos van a seguir votando al PP, que "lo está haciendo bien; hombre, no al cien por cien,pero las cosas van saliendo", según Bernardo, que considera a Albert Rivera muy "inexperto para lo que se le viene encima" y que dice de la posibilidad de que Podemos entrara en el gobierno: "Esperemos que no". Milagros remacha: "Esos a mí me dan un poquito de miedo".

Apurando su copa y a punto de pagar, Antonio Almagro, cerrajero jubilado se declara "hombre de izquierdas de toda la vida" que se debate en la más terrible de las dudas: "Voy a votar seguro, pero mi cabeza me dice una cosa y mi corazón, otra. No me considero indeciso, sino preso de un problema, pero seguro que votaré izquierda". Y bromea señalando a la persona a su lado: "Aunque mis amigos son todos de extrema derecha, ja, ja". El dueño del bar, Vicente, que hasta entonces había asistido a la conversación sin decir palabra, levantando de vez en cuando las cejas, interviene con sorna: "Hombre, no les digas eso, en todo caso di que son muy de derechas". El aludido es Matías Jiménez, que impertérrito se limita a afirmar: "Desde luego, a Podemos no le voy a votar".

Aparece saludando el periodista Eduardo Albaladejo, al que muchos consideran 'conocido republicano' y que sorprende a los presentes confesando que esta vez se está peleando con la posibilidad de abstenerse. "Pero Eduardo, no me lo puedo creer, con lo que tú has sido", le dice uno de los presentes. "Ya, si yo soy de izquierda-izquierda, pero fíjate: con IU me peleé por el papelón que hicieron al gobernar con el PSOE en Andalucía, y la izquierda llamada emergente es cada vez más descafeinada y hasta proatlantista. Con Podemos tenía mucha ilusión y ahora resulta que aparecen como el voto útil. Pero si quisiera ejercer el voto útil votaría al PSOE, así que a lo mejor los mando a todos a tomar por culo... ¿se puede decir esto en el diario, no?". Y cosas peores.

"Venga ,Vicente, di tú a quién vas a votar" se le anima al dueño desde el otro lado de la barra. "Yo soy anarquista, nunca voté. Bueno, no, miento, voté la primera vez a Antonio Alvarez para alcalde". ¿Pero como se puede ser anarquista y empresario? "¿A, no? Bueno, pues entonces soy anarcocapitalista". "Eso no suena muy bien, Vicente, te pega más anarcotabernero", matiza Eduardo. "Vale, pues anarcotabernero, me gusta", sonríe el dueño. Y a todo esto, nos vamos ¡ay! sin saber qué votará Francisco.

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