El presidente indultado
Mariano Rajoy es el vencedor moral de la noche; difícilmente Albert Rivera, uno de los perdedores, podrá conseguir que el PP lo sustituya por otro candidato.
La estrategia personalísima de Mariano Rajoy ha dado sus resultados. Después de que el presidente en funciones le comunicase al Rey que no iba a presentarse a la sesión de investidura, las dudas sobre su liderazgo se dispararon en su partido, y llegaron a su cenit cuando Pedro Sánchez llegó al acuerdo con Albert Rivera. Encerrado en Moncloa, sin casi agenda pública, Rajoy optó por lo que le caracteriza: una pasmosa paciencia acostada sobre un colchón de sentido común. Pero este presidente que ejerce de gallego, o este gallego que ejerce de presidente, se apuntó ayer una nueva victoria -y van tres-, una más que la de José María Aznar, su principal contrincante interno. Con 137 escaños, al presidente le queda un largo trecho para la mayoría absoluta, pero está mucho más cerca que en diciembre de seguir en Moncloa. Y entre sus logros conseguidos ayer se apunta uno inédito para él: haber logrado ganar en Andalucía, una de las comunidades que más ha visitado.
En una conferencia pronunciada en Barcelona en estos meses de incertidumbre, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba sugirió que si los españoles volvían a votar a Rajoy sería como si le indultasen. Algunos vieron en estas declaraciones la intención soterrada de una parte del PSOE de abstenerse ante una investidura de Rajoy para evitar la repetición de las elecciones. Sí, parece que el hombre que se ha emocionado durante esta campaña en un campo de alcachofas, y que hasta ha susurrado a las vacas, ha salido indultado.
Anoche, en el balcón de la sede de Génova, Rajoy volvió a demostrar que es el antilíder. En una situación proclive para el discurso épico, el presidente habló en términos coloquiales, no hubo más brillantez que las sonrientes caras de los dirigentes populares. Como muestra, sirva esto: "Me dicen que diga que hemos ganado las elecciones, bien, oye, es verdad".
Rajoy cumplió en marzo 61 años, y desde los 22 lleva en política, fue uno de los presidentes de diputación más joven de España y dejó la política gallega, donde llegó a ser vicepresidente a pesar de la poca afinidad que tenía con Manuel Fraga. A Rajoy se le consideró el artífice de las dos victorias de José María Aznar, y fue éste quien le eligió sucesor en una dura pugna con Rodrigo Rato y Acebes. La transición del poder fue muy complicada en el PP, Rajoy perdió en dos ocasiones contra José Luis Rodríguez Zapatero y fue cuestionado por poderosos dirigentes del PP. Sin embargo, su mala racha se rompió en 2011 cuando obtuvo una amplia mayoría absoluta. Ya son tres las victorias que ha apuntado para su partido. En muchos sentidos, es un superviviente, ha sobrevivido a Esperanza Aguirre, a Alberto Ruiz Gallardón, a poderosos empresarios que nunca le apoyaron y a un caso tan grave como el de Bárcenas, revelador de hasta dónde había llegado la corrupción en el propio partido.
Hoy comienza para él una nueva etapa, su liderazgo dentro del PP es más fuerte de lo que nunca llegó a pensar.
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