OBITUARIO
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Ellos y sus otras listas

Los gustos literarios, musicales y cinematográficos de los máximos aspirantes a La Moncloa dicen mucho de sus diferentes personalidades

Pedro Sánchez en el 'photocall' de la premier de 'Regresión', una película de Alejandro Amenábar.
Pedro Ingelmo

13 de diciembre 2015 - 01:00

En la cresta de las encuestas, hace menos de un año, el pasado enero, Pablo Iglesias lanzó en un mitin un mantra que durante un tiempo fue muy popular: Tic Tac. El acierto del "tic tac" no surgió de ningún asesor dotado para la comunicación política, sino de la boca de Kevin Spacey en la segunda temporada de la serie que fabula sobre las intrigas de la Casa Blanca, House of cards. Esto puede llevarnos a la pregunta de cómo influyen los referentes culturales de cada uno de los candidatos en sus comportamientos, qué les llega al corazoncito a los cuatro principales espadas de este gran espectáculo que están siendo las elecciones del 20-D.

Mariano Rajoy tiene como lectura de referencia, o ese es el libro que siempre recomienda, La catedral del mar, un best seller de formato tochazo y género histórico que se desarrolla en la Barcelona del siglo XIV escrito por el abogado Ildefonso Falcones. Literariamente no es muy complejo y el melodramón se aproxima a lo folletinesco. Que se desarrolle en Cataluña ya es un guiño. En música sitúa una canción de los Beatles como una de sus favoritas, With a little help of my friends. Como no es muy melómano, los Beatles, en una de sus canciones más tontillas, pueden parecerle modernos, pero para sus rivales la referencia es naftalina. También es clasicón en el cine cuando cita como película favorita El abuelo, de José Luis Garci. Gustos de un señor de 60 años serio, aunque no muy culto y no especialmente divertido. Nada que nos sorprenda.

Pedro Sánchez, 17 años más joven que Rajoy, se va en lo musical por el indie, que puede parecer muy al día, pero no lo es tanto. Su grupo favorito es Los Planetas, granadinos de los 90, y su canción favorita el Huracán de Lori Meyers, no de Bob Dylan. Cita con soltura a Black Keys, Kings of Lions o Wars on Drugs. Un hombre en el mundo de su época. Para libros no es muy rebuscado y su favorito es Anatomía de un instante, el magnífico ensayo autobiográfico de Javier Cercas sobre el 23-F. Es como ve la Transición la generación a la que la muerte de Franco le pilló viva pero sin conciencia. Citar el ensayo Por qué fracasan los países entre sus predilecciones aporta inquietudes interesantes sobre la economía global. Su película favorita es Mar adentro, lo que quiere decir que no ha visto mucho cine, pero defiende el cine nacional y a uno de sus agrandes autores, Amenábar, y a uno de sus fetiches, Javier Bardem. La temática, la eutanasia, nos habla de profundos debates morales.

Albert Rivera se nos presenta blandito en lo intelectual. Su peli es Philadelphia, un alegato almibarado y anticuado sobre lo que supuso el sida hace más de dos décadas, un filme que ha envejecido mal sin ser tan viejo. Camino de rosas, de Alejandro Sanz, y Sin documentos, de Los Rodríguez, como canciones de cabecera, lo sitúan en los hits de su etapa juvenil. Ni indagó qué hubo antes ni se preocupó de lo que vino después. No le interesa la música y este dato no nos dice nada, por tanto. Los libros sí. Recomienda dos sobre Adolfo Suárez, uno de Rafael Ansón y otro de Campo Vidal, ambos laudatorios. El referente es evidente. Añade Brújula para navegantes emocionales, de Elsa Punset, casi un libro de autoayuda sobre inteligencia emocional, sea lo que sea eso.

Pablo Iglesias da en el clavo con una magnífica película, profunda y compleja, sobre lo viejo y lo nuevo, sobre la herencia de padres e hijos, sobre ilusiones rotas, Las invasiones bárbaras, de Dennis Arcand. Musicalmente se ciñe a Carlos Cano, lo que se le nota, y su canción favorita es un rap -así da los mítines- de Los Chikos del Maíz, El miedo va a cambiar de bando, frase que sus chicos han utilizado mucho. En lo literario hay que quitarse el sombrero: El guardián entre el centeno, de Salinger, y Historias desde la cadena de montaje, de Ben Hamper, un operario de la General Motors de la fábrica de Michigan que relata con genialidad el mundo obrero desde dentro. Divertida, ácida y cínica, quizá como su lector.

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