El dilema entre un tecnócrata y un político
Bruselas y los mercados mirarán con lupa al próximo responsable de Economía
Soplan vientos tan extraños en esta Europa de la crisis que al secular esquema platónico de la sociedad armónica -artesanos, guerreros y políticos/filósofos- habría que añadir una cuarta categoría, la del tecnócrata que la necesidad, o Merkozy, o más probablemente los mercados han impuesto en Italia (Mario Monti) y Grecia (Lucas Papademos). Dado que de momento el puesto de Mariano Rajoy como inminente presidente del Gobierno no peligra, todas las miradas internacionales convergen en el Ministerio de Economía y en la persona que asumirá la ejecución de las directrices (eufemismo de recortes) marcadas desde fuera para que España no palme y el euro se salve. Todos los cromos de Rajoy son masculinos, pero encierran distintas naturalezas. Unas se acercan al perfil de moda, a la cuarta raza de Platón; otras repiten el viejo patrón de la política, basada en la gestión antes que en el conocimiento técnico.
Si tuviéramos que dibujar una pirámide y empezáramos por la cima, el favorito sería Luis de Guindos, director del Instituto de Empresa, muy próximo a la FAES, ex secretario de Estado de Economía con Aznar, consejero de Endesa y vinculado a Lehman Brothers primero y a PwC después. De Guindos, presente en todas las quinielas, dispone del bagaje técnico exigido pero no del desparpajo que se adquiere con las trincheras y el trile. En cualquier caso, se muestra confiado. Ha interiorizado que esa cartera lleva su nombre.
Académicamente similares a LdG son José Manuel González-Páramo, miembro del comité ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), y Jaime Caruana, ex gobernador del Banco de España entre 2000 y 2006, consejero del FMI con Rato y actual director general del Banco de Pagos Internacionales. Ambos gozan de prestigio y conocimientos, y ambos agradan en Bruselas.
Tal vez un escalón por encima figure Cristóbal Montoro, ex ministro de Hacienda cuando Aznar decidió, en su segundo mandato, desvincular esta división de Economía. Fuentes del PP consideran al catedrático jiennense la elección más lógica puesto que ha sido la marca del partido en los asuntos económicos a lo largo de la legislatura. Sin despreciar su vertiente técnica, Montoro se adscribe a una categoría híbrida a la que también pertenece un futurible bastante más improbable, Rodrigo Rato, presidente de Bankia y ex director gerente del Fondo Monetario Internacional entre 2004 y 2007. Con Rato, que mezcla bien gestión y técnica y no es tan gris como Montoro, hay tres problemas: se incorporaría al Ejecutivo desde la banca, un sector repudiado por muchos tras la crisis financiera; renunciaría a la jugosa retribución que hoy conlleva su puesto; y, sobre todo, lidiaría con una fobia difícil: la que siempre le impedirá considerarse un subalterno de Rajoy.
A años luz de los anteriores está Miguel Arias Cañete, otro ex ministro (de Agricultura y Pesca) con Aznar al que algunos consideran el tapado del jefe del PP. En realidad, sus opciones pasan más por ocupar Exteriores o Defensa para exprimir su habilidad con los idiomas (y evitar sus dificultades con la economía). Él mismo ha subrayado en privado que son sus itinerarios prioritarios. Y otra sorpresa podría ser la vuelta de Josep Piqué, presidente de Vueling y del Círculo de Economía de Cataluña, quien ya pasó por tres departamentos en la era dorada del partido y se maneja tan bien como Rato, González-Páramo o Caruana en el terreno de las cifras y los porcentajes. Como un mal recuerdo queda Manuel Pizarro, ex presidente de Endesa y ex diputado (dejó el escaño en enero de 2010), la brevísima apuesta de Rajoy hasta aquella nefasta derrota televisiva ante Solbes.
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