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De ciudadanos, villanos y superhéroes

Manuel Barea

15 de diciembre 2015 - 06:00

En historias que pretenden subvertir el género -y que en vez de innovar derivan en cuentos tradicionales- el malvado inicial trueca en justiciero y el superhéroe transmuta a villano. Los ciudadanos entre los que se libra la batalla asisten a la transformación, algunos sorprendidos y otros con indiferencia, y aguardan el final para ver quién es qué.

En el debate de anoche el candidato socialista urdió una salida en tromba para arrinconar a Supermariano. Según Sánchez, sólo desde una categoría suprahumana ha podido Rajoy conseguir todo eso de lo que presume siendo falso. Como esta es la campaña más metatelevisiva de la historia, el aspirante del PSOE recomendó una investigación de los megapoderes de Rajoy en Cuarto Milenio. Sólo cayendo en la ilusión de tener a un superpresidente al frente del Gobierno -sostiene Sánchez- puede alguien creer que España ha mejorado y va a seguir haciéndolo.

Así el humano y mundano Sánchez fue a por el sideral Rajoy, con su traje de superhéroe pertrechado en su plasma, aparentemente ocupado en la gestión de la cosa pública de los españoles pero manteniendo la distancia con éstos. Lejos, muy lejos de ellos. En otra galaxia. A años luz de la realidad. El villano Sánchez, muy agresivo, se arrogó la cercanía al pueblo y el conocimiento de sus auténticas necesidades, y acusó al superhéroe de mentir y de haberse lucrado y beneficiado durante todo este tiempo, cuatro años, gracias a su poder omnímodo. Ya no se puede creer en él. Y fue entonces cuando estalló el cielo.

El villano había ido a por todas. El superhéroe lo había acusado antes de querer hacer creer a los ciudadanos que viven en un país tenebroso en el campan a sus anchas sus sicarios y compinches. Pero no tendría comparación con la furia que desencadenó después. "Hasta aquí hemos llegado" fue la frase con la que abrió un ataque de ira en el que contraatacó a su adversario con una furia desconocida hasta la fecha. Los ciudadanos oyeron en boca de Supermariano palabras que nunca le habían oído en todo este tiempo. Con las pupilas dilatadas por una indignación bíblica replicó a su adversario que era "ruin, mezquino y miserable" al acusarlo de ser un político deshonesto, al poner en duda su decencia.

A las once y pico de la noche los ciudadanos asistieron entonces a la transformación. El aburrido superhéroe dejó el hieratismo, sintió la sangre. Se hizo terrestre. Y hubo guerra.

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