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La cartilla de los candidatos a la Alcaldía

Zoido, Espadas y Torrijos muestran su perfil humano en un cuestionario escrito de su puño y letra · Aquí están preferencias, vicios y virtudes del futuro alcalde

María José Guzmán

22 de mayo 2011 - 01:00

Quince días de intensa campaña electoral son insuficientes para conocer al hombre que hay detrás del político que aspira hoy a convertirse en alcalde de Sevilla por muchos años que, en algunos casos, lleven en el escenario municipal. Hay quien opinará que la cara B del candidato es algo que pertenece a su intimidad y que no tiene por qué influir en su manera de gobernar o hacer política. Quizás estén equivocados. Al menos eso es lo que opinan munícipes que han pasado por la Casa Grande y que están convencidos de que hay que humanizar la política. Lo dice el andalucista Luis Uruñuela, que fue el primer alcalde de la democracia, y también Manuel del Valle, el que le sucedió. Eran otros tiempos, pero sus fórmulas siguen siendo válidas para garantizar la gobernabilidad del Ayuntamiento y para acercarse a los problemas de los vecinos y darles solución.

Actualmente, hay quien así lo entiende. El popular Juan Ignacio Zoido se caracteriza, entre otros aspectos, por su cercanía. En cuatro años de oposición ha logrado conectar con un elevado número de sevillanos que les han abierto las puertas de sus casas, y es literal. Queda por saber esta noche si también la de la Alcaldía. Una cercanía que el socialista Juan Espadas ha intentado ganarse en menos tiempo a golpe de reuniones y visitas a los barrios queriendo demostrar que es "un tipo agradable". A Antonio Rodrigo Torrijos, el candidato de IU, no le preocupa eso mucho. Él tiene otro estilo, pero la misma aspiración: compartir el mandato con los sevillanos.

El retrato que los alcaldables han realizado sobre ellos mismos, a través de un cuestionario enviado por este periódico, ayuda a descubrir este perfil humano que, sin duda, se le exige también a un buen alcalde. Los tres prefieren la compañía de sus familias a cualquier otra y los tres intentan aplicar en su día a día aquello que le enseñaron sus padres. Zoido agradece a los suyos que le educaran en los valores del esfuerzo, el sacrificio y la solidaridad; Espadas se queda con la lección de austeridad, tan oportuna hoy; y Torrijos, con la tolerancia y la necesidad de compartir, aunque no tiene reparos en admitir que la virtud que le gustaría tener es "más generosidad". Al parecer, se queda corto.

Espadas es un sevillano de barrio, de Santa María de Ordás; Zoido es de pueblo, de Montellano, aunque criado en Fregenal de la Sierra (Badajoz); y Torrijos sigue viviendo en la misma casa donde nació, en el barrio de Santa Cruz, "que nadie crea que es una mansión que me he comprado", suele insistir. Y los tres, como muchos, sienten predilección por la cerveza, "Cruzcampo helada" para el del PP. Tres políticos de gustos sencillos: ¿a quién no le gustan dos huevos fritos, la tortilla de patatas o la ensaladilla?

Torrijos dice que no es creyente y Zoido se confiesa católico, pero los dos son devotos del Sevilla F.C. A Espadas, que sí cree en Dios, le tira el Betis que ya le ha dado esta campaña algo que celebrar. Sus deseos inconfesables son eso... inconfesables o se quedan en su "intelectualidad clandestina", que dice Torrijos haciendo alarde de su habitual verborrea. Aunque hay otros defectos que no tienen inconvenientes en admitir: la puntualidad no es una virtud que tenga Espadas, que de joven era muy formal. Torrijos no cree que tenga manías, Zoido asegura que la suya es la perseverancia y Espadas coincide sin complejos admitiendo que lo que a él le pasa es que es "muy seguío". El del PP y el de IU coinciden en algo, se enfadan por las injusticias, mientras que Espadas no soporta "a la gente que va por la vida avasallando".

Sus hijos son motivo de satisfacción y las muertes de los más queridos, los tragos más amargos. Y para gustos, colores. Del Quijote, a El Capital, de The Beatles a Alans Parsons Proyect. Las lecturas preferidas son previsibles. Son unos clásicos. A Zoido no le gustaría morirse sin ser abuelo; Espadas sueña con dar la vuelta al mundo "parándome un poquito"; y a Torrijos no le gustaría irse sin haber visto el advenimiento de la III República. Espadas dice estar en su mejor momento y se pirra por las películas de risa. A Torrijos lo que le enloquece es salir a buscar espárragos. ¿Que no? Y para Zoido, una tapa de melva canutera, por favor.

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