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Último día de campaña: Pedro Sánchez trata de conseguir sus 123 escaños

10-N

El candidato socialista se compromete a ofrecer este martes una oferta de negociación a todos los partidos, excepto a Vox

Pablo Iglesias vuelve a la casilla de inicio: admite que hay que hablar con el PSOE para formar Gobierno

Tsunami, el artefacto de Gandalf y Lisa amenaza con romper la jornada de reflexión en toda Cataluña

Pedro Sánchez, en un mitin en Castellón. / EFE

Primera conclusión de esta campaña para el 10-N: Pedro Sánchez ha asumido un riesgo máximo al permitir la repetición electoral. Si comenzó la campaña con la intención de robar escaños a Ciudadanos, el presidente del Gobierno en funciones se esmera, en un auténtico maratón mediático, para mantener los actuales 123 diputados. Y, en todo caso, ganar algunos más; nadie confía en los 133 mínimos que le daba el CIS de José Félix Tezanos. No habrá puerta grande para el sociólogo socialista, saldrá por la enfermería. Sánchez se ha comprometido este viernes en dos entrevistas matutinas a enviar a las 48 horas de conocerse el resultado, una propuesta de negociación a todos los partidos excepto a Vox.

Casado, este viernes en Palencia. / Europa Press

Después de un miércoles y un jueves de puro desastre, Sánchez ha logrado compactar su mensaje: Vox es una criatura creada desde el PP, por antiguos dirigentes como Abascal y por el soplo de Aznar, y ahora "se le ha escapado de las manos".

Las mentiras de Vox para influir en el 10-N

Vox ha conseguido que PP y Ciudadanos entren en su campo ideológico, al menos en Madrid, cuya Asamblea, con los votos de los tres partidos, ha terminado por aprobar una declaración para prohibir los partidos separatistas que atenten contra la unidad de España. El Consejo de Ministros ha encargado un análisis para llevar tal moción al Tribunal Constitucional. Algunos como el número dos del PP, Teodoro García Egea, la ha matizado, sostiene que la Ley de Partidos ya prohíbe los partidos que no condenen la violencia, pero no es eso lo que se aprobó en Madrid que es de brochazos más gruesos. Albert Rivera, sabedor de la pluralidad política que consagra la Constitución, se ha desmarcado.

Vox se aproxima a los 60 escaños según los últimos sondeos hechos para el 10-N. El partido de Abascal ha finalizado la campaña con una denuncia de la Plataforma en Defensa de la Libertad de Expresión ante la Junta Electoral Central por vetar y no dejar entrar a sus actos a diez medios de comunicación: todos los del grupo Prisa y eldiario.es, entre otros. Incluso en algunos, como para El Mundo, especifica los dos únicos periodistas de este diario que son aptos para su gusto. 2.000 profesores e investigadores del campo de la Sociología han presentado un manifiesto donde denuncian las supuestas mentiras de Vox. Y la Fiscalía del Supremo tendrá que analizar si Ortega Smith, número dos de Vox, ha incurrido en un posible delito de odio al tildar de torturadoras a las llamadas Trece Rosas, las jóvenes socialistaqs fusiladas en Madrid al finalizar la Guerra Civil. La Fiscalía General del Estado ha remitido a la del Supremo la denuncia que presentaron familiares, ya que Ortega es diputado y está aforado.

Pero Vox no sólo es una criatura política de la derecha, también ha sido la bandera que el socialismo español ha ondeado para aumentar la participación del electorado de izquierdas. Funcionó en abril de 2019, con unas elecciones de una participación del 75,6%. Muchos en el PSOE firmarían hoy los 123 escaños. la campaña acaba, no obstante, sin que Sánchez explique con quiénes negociaría un Gobierno, más allá de su canto a que le apoyen, simplemente, para evitar unas terceras elecciones. Con Ciudadanos, desde luego, ya no sumará.

Pablo Iglesias, elevado en la cresta de la ola desde el debate a cinco, lo ha explicado de manera meridiana este viernes: hay que sentarse con el PSOE. Es decir, vuelta a la casilla de este verano. Aun así faltarían escaños, e Íñigo Errejón no va a llegar con el saco lleno. Si las tres formaciones sumasen 169, habría Gobierno de izquierdas sin necesidad de contar con los independentistas.

Protestas en Cataluña

Pero la campaña no se ha acabado, aunque este sábado sea jornada de reflexión. Tsunami, que es el artefacto comunicacional de Lisa y Gandalf, de Carles Puigdemont y Quim Torra, ha convocado una jornada de protesta esta tarde en muchas plazas de ciudades catalanas, incluido Barcelona. El comunicado de Tsunami explica que es una protesta contra la Junta Electoral Central. Es un desafío al Estado y al Gobierno de Sánchez, en particular. Si en la noche del sábado al domingo hay barricadas y violencia en las calles de Barcelona, España entrará en una fase similar a la vivida después de los atentados del 11-M en Madrid.

El líder del PP, Pablo Casado, se ha adelantado a culpar a Sánchez de cualquier alteración de la paz democrática en Cataluña. Como en el 11-M, la inminencia de la jornada electoral provoca la ruptura de los partidos constitucionalistas ante un asunto que es de Estado. Albert Rivera, de Ciudadanos, ha dicho lo mismo: Sánchez será responsable si los catalanes no pueden votar en todo y cada uno de los colegios de la comunidad.

Tsunami probará este sábado su nueva aplicación (app) y ha avisado para que sus seguidores se pertrechen de víveres y ropa de abrigo para concatenar acciones de lunes a miércoles. La gravedad es máxima. Hasta ahora, desde 1977, nadie, y mucho menos partidos en un Gobierno, se había atrevido a romper esta paz electoral. Tsunami nació en Ginebra en una reunión que apoyaron Puigdemont, Torra, ERC, JxCat, las CUP, la ANC y Omnium. Es decir, el Estado mayor de los hechos de otoño de 2017.

Sobre el papel, nuevos disturbios con barricadas y hogueras en Barcelona beneficiarían las opciones de los partidos de derecha, y en especial de Vox. Cualquier cosa podría incurrir, incluso un desplazamiento general hacia PP, Ciudadanos y Vox hasta llegar a los 175 escaños de la mayoría absoluta.

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