La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Una noche también amenazada por el confort
No hubo tregua, el de anoche fue un cara a cara a tortazos. Pedro Sánchez arrinconó a Mariano Rajoy con una, dos y tres críticas a sus cuatro años de Gobierno; una, dos y tres, Rato, Bárcenas y el plasma, y el presidente sólo pudo defenderse, defender su honestidad. Lo hizo bien, tuvo respuestas para todo, para cada una de las acusaciones, se sabía los números, pero Rajoy no supo zafarse del papel que le adjudicó el aspirante socialista. A la defensiva. La tensión llegó a la crispación y si Rajoy quedó arrinconado, Sánchez pareció, en ocasiones, agresivo. Sin mostrar qué proyecto es el suyo, sin altura de miras, se dedicó a darle al presidente, una, dos y tres, sin entrar siquiera a los temas que proponía el moderador, Manuel Campo Vidal. Si preguntaba por la Constitución, Sánchez hablada de corrupción; si preguntaba por Cataluña, seguía con la corrupción. Más allá del tremendo rifirrafe, el cara a cara de anoche entre los candidatos a la Presidencia del PP y del PSOE no aportó ningún conocimiento sobre a qué proyecto de país se agarran estos dos candidatos. Es de suponer que Pablo Iglesias y Albert Rivera aplaudían al otro lado, el bipartidismo se dedicó a partirse la cara.
Quizás sea esto último la lección que dejó el debate, que el juego entre dos se ha acabado, que ya no habrá más una mayoría absoluta y un aspirante a tener otra igual. Crispado y aburrido, sin brillo ni ideas, el bipartidismo se agotó anoche fruto de su cainismo y de la falta de respuestas. Es difícil concebir que, tras lo de anoche, los dos grandes partidos se puedan poner de acuerdo para llevar a cabo las reformas que necesitan un amplio consenso.
Nada más comenzar el debate, Sánchez le recordó sus mensajes al ex tesorero del PP Luis Bárcenas. "Cuando usted le envió los sms a Bárcenas tenía que haber dimitido, debió haber dimitido", le dijo al presidente, que tras oírle, le espetó: "Hasta aquí hemos llegado señor Sánchez". Se hizo el silencio. Rajoy explotó: "Usted es joven y va a perder estas elecciones, de eso se puede recuperar, pero de lo que no se va a recuperar es de esta acusación ruin, mezquina y miserable". "No voy a entrar en eso, no voy a hablarle de su crédito en Caja Madrid ni de los ERE en Andalucía", sugirió. Ése fue el momento más agrio del cara a cara, realmente duro, con un presidente que clamaba por su honestidad, un debate poco edificante donde Rajoy tuvo que dejar la plácida campaña electoral de mítines y abrazos. La corrupción es su punto débil, y el socialista lo supo aprovechar.
A diferencia de lo ocurrido en otros debates, Pedro Sánchez se pareció más al jefe de la oposición que supo sacar de sus casillas al presidente en el Debate del estado de la Nación que el del debate con Iglesias y Albert Rivera. Si un debate cara a cara es como un asalto de boxeo, el socialista no lo tumbó, pero ganó por puntos aunque rozó la agresividad. Es posible que el debate de anoche no tenga repercusiones entre el votante popular decidido e, incluso, es posible que Pedro Sánchez no haya recuperado lo que ya se le ha ido en una larga sangría hacia Podemos y Ciudadanos, pero el candidato socialista se ha ganado cuatro días decisivos de campaña en los que va a ir por España con otro ánimo. Puede que el PSOE vuelva a creer en su candidato, y esto hace mucho. El cara a cara que organizó anoche la Academia de Televisión, el único en el que participará Rajoy en esta campaña, pudo haber sido la tumba del aspirante socialistas, pero no lo fue.
Pedro Sánchez llegó al debate sin ninguna encuesta que indique su victoria y muchas de ellas dan cuenta de lo ajustado que el PSOE se encuentra en una melé donde compite con Podemos y con Ciudadanos. Para el socialista, era muy importante salir vivo del encuentro y se dedicó a lo que había previsto desde el inicio de esta campaña: socavar la credibilidad del presidente del Gobierno.
El debate, por ejemplo, no mostró si hay una posición mínima común entre los dos grandes partidos para reformar la Constitución o si hay un acuerdo sobre Cataluña. Fueron dos horas completas en la que apenas hubo tiempo al fair play. En el minuto final, Pedro Sánchez mantuvo que "España necesita urgentemente un cambio". Mariano Rajoy sostuvo que España necesita un Gobierno con una mayoría fuerte para que la legislatura no se haga ingobernable.
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