Pedro Sánchez lo apuesta todo al hormigueo
El candidato socialista estrena una agenda electoral inédita, no tendrá ningún acto durante este fin de semana para preparase el debate
Hay que llenar 100 veces el auditorio de Dos Hermanas con 11.500 autobuses para lograr la audiencia de El Hormiguero, pero eso no asegura el voto
Esta es una campaña electoral inédita, y no sólo porque viene marcada a fuego por lo peor de la canícula veraniega, sino por la arriesgada apuesta del presidente del Gobierno y candidato socialista, Pedro Sánchez, que lo ha apostado todo a un carrusel de entrevistas en platós de televisión y estudios de radio. Inédita porque el presidente no tendrán ningún acto este primer fin de semana, dedicará todo el tiempo a prepararse el debate cara a cara con el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, este lunes en Atresmedia. Feijóo, que sigue primero en los sondeos, ha abierto la carrera en Os Peares, la aldea orensana donde nació, el popular se reivindica como el primer presidente del Gobierno de la España rural. Y es cierto, sólo otro, Adolfo Suárez, nació en un pueblo, Cebreros, de Ávila, pero lo hizo por voluntad de su madre, que quiso que el hijo naciera en su lugar de origen para, a los pocos días, regresar a la capital.
La versión que la dirección del PSOE da de la campaña de Sánchez es que la televisión ofrece audiencias masivas que serían imposibles de conseguir con mítines en las plazas y paseos por las calles. En su participación en el programa El Hormiguero, de Pablo Motos, Sánchez obtuvo una audiencia cercana a los tres millones de espectadores, Feijóo obtuvo unos pocos más. Si utilizamos como medida el velódromo de Dos Hermanas, que es un recinto icónico de las campañas andaluzas, allí donde el viejo PSOE andaluz, hoy llamado el PSOE de caoba, llenaba el pabellón con 30.000 personas, un hormiguero equivale a 100 mítines masivos en esta población sevillana, para lo que harían falta 11.500 autobuses. No hay ni días ni dinero ni simpatizantes para ello, mejor el hormigueo.
Y es verdad, hasta en Génova admiten que "llenar una plaza de toros como la de Valencia no tiene sentido hoy en día", pero hace ya tiempo que las campañas no sólo son mítines. En Os Peares o en Casteldefells, donde Feijóo ha estado esta noche, no va demasiada gente, pero hay un eco de ello en los medios, se movilizan a los militantes, se reconforta con los suyos y transmite la imagen de un candidato cercano, que pisa la calle, una personal normal.
La acusación que desde el PP y Vox se le hace al presidente es que teme a la calle. Apunten esta fecha: 3 de septiembre de 2022. Pedro Sánchez fue a dar un mitin al barrio sevillano de Pino Montano, allí fue la primera vez que se vio a alguien, posiblemente cercano a Vox, con una pancarta donde se leía "que te vote Txapote", en referencia al etarra trasladado hacía unos días a una cárcel del País vasco. No hay lugares amables para el presidente del Gobierno, sobre él lleva cayendo una campaña de descrédito desde hace dos años, quienes han sido sus socios de coalición durante esta legislatura, Unidas Podemos y, en especial, la ministra Irene Montero, autora intelectual de la ley del sólo sí es sí, más los aliados parlamentarios de Bildu y ERC son su calvario.
Puigdemont entra en campaña
Las elecciones municipales y autonómicas, celebradas hace sólo seis semanas, demostraron cómo de eficaz ha sido la campaña en negativo vertida sobre Sánchez, muchos alcaldes socialistas perdieron los ayuntamientos a causa del Gobierno central. La inclusión de Bildu de varios condenados por terrorismo en las listas municipales rompió cualquier relato. ¿Habrá más sorpresas en estos días? Feijóo dio veracidad en Casteldefells a la última revelación de Puigdemont, que alguien del PSOE le habría prometido en Waterloo un indulto si regresaba y pasaba una temporada en la cárcel.
El Gobierno de Sánchez tiene una notable agenda social de la que poder presumir en una campaña -han subido las pensiones y el salario mínimo interprofesional de modo considerable- y un resultado económico que, si bien no es exitoso del todo, está en las Antípodas de la catástrofe que venía augurando el PP y Vox. Sánchez ha propuesto este jueves en Madrid blindar por ley los aumentos del salario mínimo, de modo que siempre fuese el 60% del salario medio en España. No tiene un balance malo, pero el ruido en torno a su persona lo oculta todo. El presidente es un dirigente muy peculiar, un tipo frío que levanta antipatía y que ha recurrido a todo tipo de fórmulas para conseguir el Gobierno, incluida la alianza con ERC, los indultos a los independentistas y el borrado del delito de sedición del Código Penal.
Por todo ello, su campaña es una campaña a la defensiva donde señala, previamente, los platós a los que acude como autores de las mentiras y bulos de los que se queja. Todo un poco freudiano, aunque efectivo. Pedro Sánchez ha remontado en los sondeos en estos últimos días, aunque el PP le sigue sacando ventaja y está en condiciones de formar un Gobierno con Vox. El socialista ha solicitado el voto "para todos aquellos que no le gustan ni un pelo la película tenebrosa del PP y Vox".
Los pactos del PP con Vox en Valencia, Baleares y, sobre todo, Extremadura pasan factura a Feijóo, no tanto por sus electores de siempre, sino por aquellos que están en la zona templada del arco político y no desean una coalición con el partido de Santiago Abascal. Y hasta el momento ésta es la gran duda del resultado del 23 de julio, si Feijóo necesitará a Vox para gobernar o le bastará con un apoyo el día de la investidura. En Castedelfells, el candidato del PP invocó el cambio de Felipe González en 1982 como un cambio necesario que ahora se debe repetir, los bloques están muy definidos y ahora se busca al elector que hizo "un Juanma Moreno", dar el apoyo a los populares para hacerlos fuertes frente a Vox.
El candidato del PP ha roto una norma opaca de todas las campañas electorales: explicar qué hará si no obtiene la mayoría absoluta. Feijóo gobernará con Vox si necesita que le voten de modo afirmativo; es decir, si el PP obtiene menos diputados que el conjunto de las izquierdas. Ahora bien, si PP y Vox no sumasen los 176 escaños de la mayoría absoluta, lo que parece improbable pero no imposible, Pedro Sánchez volvería a gobernar con el apoyo de Sumar y de esos partidos que, bajo el epígrafe de "otros", son formaciones nacionalistas e independentistas que no facilitarían un Gobierno de coalición de marcado carácter de derechas.
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