La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Las claves
EL PP aguanta, Rajoy aguanta, y a Pedro Sánchez le costará explicar a sus votantes que rechaza cualquier tipo de acuerdo con el PP, cuando Podemos no ha logrado, ni de lejos, el resultado que esperaban. Es más, se ha quedado con el mismo número de escaños que tenía al sumar los 2 de Izquierda Unida.
Lo que ocurra en el futuro dependerá de la generosidad de la dirección federal del PSOE con su secretario general. Hasta ahora, la mayoría de los barones regionales advertían que la única tabla de salvación de Pedro Sánchez era mejorar los resultados de diciembre. No lo ha hecho. Pero venderá que no se ha producido el temido sorpasso de Podemos gracias a su gran esfuerzo personal, que es cierto. Pero una vez finalizados los suspiros de alivio por no ser sobrepasados por el populismo de extrema izquierda, es evidente que el PSOE debe tomar algún tipo de medida si pretende seguir siendo un partido de Gobierno. No un partido capaz de alcanzar el Gobierno con pactos en algunos casos contrarios a sus señas de identidad, sino un partido que gana elecciones. Hoy, con sus 85 diputados y decreciendo, está obligado a tomar decisiones valientes… y drásticas.
No se puede soslayar un dato que con toda seguridad han analizado en Ferraz con preocupación: el resultado de Andalucía. Susana Díaz ya no representa a la primera fuerza de esa comunidad autonómica. El PP de Juanma Moreno se ha hecho con la victoria, lo que obligará a la presidenta andaluza a pensar seriamente en sus próximos pasos.
Podemos ha perdido fuelle, fuerza, y las expectativas que se había creado. El propio Pablo Iglesias ha reconocido públicamente que el resultado no ha sido el esperado. Ni han acertado los sondeos ni los datos que manejaban ellos mismos. Sus expectativas de llevar a Iglesias a La Moncloa han quedado en nada, a no ser que Sánchez -si continúa en la Secretaría General, lo que está por ver- cometiera el error, inmenso, error de seguir buscando lo que él llama "el Gobierno del cambio". En estas elecciones se ha visto cuál es el grado de entusiasmo que provoca en los españoles esa fórmula: el PSOE ha perdido escaños, Podemos se ha quedado como estaba a pesar de que supuestamente sumaban una docena de escaños más gracias al casi millón de votos de la Izquierda Unida de Alberto Garzón, y Ciudadanos, que se había apuntado insólitamente a un Gobierno contra Rajoy, ha perdido peso.
Lo ocurrido con Ciudadanos merece una reflexión profunda por parte de sus dirigentes. Es evidente que Albert Rivera cometió un error monumental con el acuerdo que firmó con Pedro Sánchez con El abrazo de Genovés como telón de fondo; un pacto con el que el que los líderes del PSOE y Ciudadanos pretendían emular el espíritu de la Transición que tuvo como símbolo ese cuadro. Rivera ha cometido la ingenuidad de pensar que sus votantes admirarán su apuesta por el centro izquierda sin comprender que en gran parte eran desencantados del PP por la dureza de las políticas de Rajoy. Pero en ningún caso vieron con buenos ojos el abrazo de Ciudadanos con el PSOE, y mucho menos que se sentaran en una mesa de negociación con Podemos. Luego vendió Rivera que el acuerdo entre PSOEy Podemos lo había dinamitado Ciudadanos, pero lo que se visualizó fue que el que rompió ese posible acuerdo, como anunció en rueda de prensa, fue Pablo Iglesias. La foto de Villegas y Girauta sentados en la misma mesa que Pablo Iglesias fue un revulsivo para muchos de los votantes del PP que se acercaron a Ciudadanos y se sintieron absolutamente engañados por la apuesta de Rivera por la izquierda. Y volvieron con su voto al PP, como se ha comprobado ahora.
El futuro de Ciudadanos pasa por acercarse al PP y dejarse de veleidades con un PSOE en decadencia y un Podemos con el que no tiene nada que ver. Se equivocará nuevamente Rivera si bloquea un gobierno del PP. No tiene por qué coaligarse con un Rajoy al que detesta pero al que respaldan mayoritariamente los españoles a pesar de que tenía tantos asuntos en contra, desde la corrupción de gentes de su partido hasta la dureza de sus medidas, pero sí puede llegar a un pacto de legislatura que quema menos la imagen de Ciudadanos.
Precisamente un pacto de legislatura es lo que aconsejaban a Pedro Sánchez los "históricos" de su partido que le quieren bien. Habría impedido estas nuevas elecciones y potenciado la imagen de Sánchez. Pero su inquina personal contra Rajoy le llevó a meterse en charcos en los que nunca debió haberse metido. Y ahora sufre las consecuencias.
Estas elecciones han cambiado sensiblemente el escenario anterior. Todo apunta a que Rajoy encontrará cables en el PSOE y en Ciudadanos que le permitirán formar Gobierno. Lo mejor para los españoles es que se tratara de un gobierno formado por los dos partidos mayoritarios, porque será más estable. Pero si no quiere el PSOE, no estaría mal un pacto de legislatura entre PP, PSOE y Ciudadanos. Para que Podemos no creciera desde la oposición.
Entramos de nuevo en tiempos de negociaciones. Pero mucho se tendrían que torcer las cosas para que no hubiera un Gobierno a corto plazo.
En cuanto a Pedro Sánchez… lo ya dicho: su futuro dependerá de la generosidad de los barones de su partido. Unos barones que, en privado, hace meses que claman por su relevo para conseguir así le reestructuración y relanzamiento del PSOE.
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