Quince taxidermistas
Muy pocos de los intelectuales que firmaron hace diez años el manifiesto que dio origen a Ciudadanos permanecen activos en el partido.
En la plaza Real de Barcelona existía un museo mágico, el museo que los barceloneses llamaban el Museo de las Bestias. Cerró sus puertas a principios de los 90. En él se podían contemplar monstruosidades congeladas por la taxidermia, animales extraños, deformidades humanas y carteles antiguos de freaks de feria. Un restaurante de dos plantas sustituyó aquel museo de ciencias y rarezas de la naturaleza. Se llamó El Taxidermista. Allí se reunían intelectuales de la Barcelona de Maragall que observaban con temor la deriva que iba tomando el socialismo tradicional y el nacimiento en la burguesa Convergència de un sentimiento independentista. Posiblemente ninguno de esos quince intelectuales podía pensar que la cosa llegaría tan lejos, pero consideraron que era momento de atajarlo. Se constituyeron como asociación y se llamaron Ciutadans de Catalunya. Incluyeron lo de Ciutadans porque eso fue lo que dijo Tarradellas a su regreso desde el exilio en el balcón de la Generalitat. No simplemente catalanes, sino ciudadanos catalanes. Y reunidos en el viejo museo de las bestias, en junio de 2005, hace más de diez años, lanzaron su primer manifiesto. Por allí no estaba Albert Rivera, que era un joven trabajador de La Caixa, pero sí había notables del periodismo y la cultura barcelonesa.
Todos los presentes señalan al periodista Arcadi Espada como el que lanzó la idea de pasar de los manifiestos a la creación de un partido. Así nace Ciudadanos. Sin embargo, muy pocos de los presentes participan activamente en el Ciudadanos de hoy.
Espada, el ideólogo, se sintió dolido cuando Albert Rivera fue atacado en un debate con Pablo Iglesias por ser una persona cercana a algunos firmantes de aquel manifiesto. Rivera no defendió los fundadores del partido. Simplemente dijo: "Y tú con Maduro". Para Espada eso era algo así como decir "yo tengo que esconder a los míos y tú tienes que esconder a los tuyos".
Otros firmantes encontraban en Ciudadanos una opción para Cataluña, pero en la política nacional apostaban por el PP o por UPyD. Albert Boadella, uno de los más célebres hombres de teatro, fue fichado por Esperanza Aguirre, que fue la persona que introdujo a Ciudadanos en Madrid, aunque ahora Rivera reniegue de ella. Boadella hizo campaña por su patrona en las municipales y dijo que Ciudadanos estaba bien sólo para Cataluña. El escritor y traductor hispanoargentino Horacio Vázquez Rial, ya fallecido, firmante igualmente, también fue asesor de Aguirre.
Otros firmantes veían en el partido de Rosa Díez, UPyD, el cambio natural para la política nacional y seguían observando Ciudadanos, su criatura, como un componente autóctono de freno al separatismo. Era el caso de Iván Tubau y la muy activa Teresa Giménez Barbat, en la actualidad eurodiputada por la formación magenta, pero adscrita al grupo parlamentario de Ciudadanos. Tanto uno como otro veían una alianza natural entre ambos partidos que nunca fue posible. El escritor y filósofo Félix de Azúa ha marcado distancias. No critica a Ciudadanos, pero está claro que hay formas de proceder en el crecimiento del partido con los que no congenia. "Se pueden colar muchos indeseables", ha llegado a afirmar.
De los quince fundadores, los que más se han significado dentro de la formación de Rivera han sido Xavier Pericay y Francesc de Carreras. Son los supervivientes del taxidermismo. Ambos proceden del socialismo catalán. El catedrático de derecho constitucional De Carreras ha reconocido que Ciudadanos nació para espabilar al PSUC, "pero fue un fracaso". Es responsable, en buena medida, de la propuesta de reforma constitucional con la que Rivera acude al 20-D. Pericay, por su parte, fue el candidato a la presidencia de Baleares, aunque reconocía sentirse incómodo en el papel de político.
La poetisa venezolana Ana Nuño no ha renegado, pero habla poco de Ciudadanos. Y otro que cayó en el camino fue Carlos Trías (murió dos años después de la firma del manifiesto), que entroncaba con una de las cien familias barcelonesas, los Trías de toda la vida.
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