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Pedro Sánchez: Más cerca del todo que de la nada, por ahora

La posibilidad cierta de que llegue a gobernar al frente del bloque de izquierda oculta el peor resultado del PSOE

Pedro Sánchez y César Luena, ayer en Ferraz.
Alberto Grimaldi

21 de diciembre 2015 - 01:00

Se la jugaba a una carta. O conseguía gobernar o truncaba su carrera política. Y, a la vista de los resultados, los españoles han situado a Pedro Sánchez más cerca del todo que de la nada. Al menos, por ahora. Sigue vivo hasta que la política de alianzas determine si finamente es investido presidente del Gobierno, liderando el bloque de izquierda del Congreso de los Diputados, aunque sea en segunda instancia como ha ocurrido en Portugal.

Aunque anoche, de manera tan democrática como prudente, felicitase al PP de Mariano Rajoy por ganar las elecciones y le emplazase a ser el primero que intente gobernar -seguir gobernando en su caso-, Sánchez sabe que puede acabar siendo el inquilino del Palacio de la Moncloa. "España quiere izquierda", dijo en su medida y cautelosa comparecencia para hacer la primera valoración de los resultados electorales. Un sutil guiño que demuestra que aún acaricia el sueño de presidir España. Un sueño que aplaza hasta comprobar si Rajoy fracasa en su intento de revalidar su investidura. Y es que harán falta varias alianzas para lograrlo y el PP tiene escasa cultura de pacto.

Es esta posibilidad cierta de que Sánchez, como le ha ocurrido a su homólogo portugués, Antonio Costa, termine gobernando lo que permite ocultar el mal resultado que bajo su timón obtuvo ayer el PSOE, el peor de toda la democracia. Por primera vez estará por debajo de los cien diputados. Salva la barrera psicológica de tener 90 diputados -por debajo de ella habría sido muy difícil continuar- con un exiguo 22% de los votos. Territorialmente, el PSOE sólo es la primera fuerza en dos comunidades, Andalucía y Extremadura, y ni siquiera en todas las provincias de éstas.

De hecho, en unos comicios que son el sumatorio de 52 elecciones parciales, sólo gana en seis provincias: Badajoz, Cádiz, Córdoba, Huelva, Jaén y Sevilla.

Además, es cuarta fuerza en Madrid y tercera en Cataluña (por escaso margen sobre Democracia y Libertad de Artur Mas), las otras dos comunidades que junto a Andalucía aportan casi seis de cada diez escaños en el Congreso.

Pese a ello, el riesgo de perder el liderazgo orgánico está momentáneamente conjurado, porque en los próximos tres meses -hasta el 13 de marzo- quedan muchas negociaciones hasta ver si Rajoy es capaz de articular su investidura o Sánchez recibe del Rey el encargo de hacerlo si el popular no lo consigue ni en primera ni en segunda votación, en la que sólo hace falta mayoría simple.

Pero la oposición interna no se disipa. Susana Díaz, la secretaria general andaluza, mantuvo el mismo discurso de Pedro Sánchez respecto a que es el PP quien tiene la responsabilidad de formar Gobierno por ser la fuerza más votada. Sin embargo, hará valer que Andalucía aporta uno de cada cuatro diputados socialistas. Su criterio será imprescindible. Y no es seguro que quiera que Sánchez se consolide llegando a la Moncloa y de la mano de Podemos. Porque Sánchez, además, depende de Podemos y Pablo Iglesias. Sin su apoyo no podrá hacer nada. Anoche, el líder de Podemos no tuvo ni un gesto hacia el candidato socialista. Y tendrá que decidir si quiere permitir que se gobierne desde la izquierda o prefiere, un gobierno débil en una legislatura constituyente que reforme el sistema que los españoles consagraron en la Constitución de 1978.

Ese interés de que haya una legislatura para la reforma puede ser también el interés de Ciudadanos, que ayer logró un resultado empeñado por su propia expectativa, pero tan histórico como el de Podemos.

Otro obstáculo para el líder socialista es la urgencia por atajar el desafío independentista catalán. Antes del nueve de enero debe haber un nuevo presidente de la Generalitat -sea Mas u otro candidato de Junts pel Sí- o de lo contrarios se convocarían elecciones autonómicas anticipadas. Pero el escenario de ingobernabilidad que dibujan estas elecciones generales puede llevar a la mayoría parlamentaria independentista a salvar la investidura de Mas para tratar se aprovechar la coyuntura para lograr poner en marcha la denominada desconexión. Podemos, además, aboga por un referéndum que hoy por hoy es ilegal y hacia el que el propio Sánchez se ha mostrado en contra durante la campaña electoral. Todo ello podría condicionar la postura del PSOE en las votaciones de la investidura de Rajoy, que será la primera en producirse.

De aquí a marzo, como máximo, los acontecimientos dirán si Sánchez logra el todo o se queda sin nada.

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